El elefante azul salta de las páginas al séptimo arte en Egipto

El Cairo (PL).- Un elefante azul salta a la vista de los cinéfilos egipcios con la adaptación de la novela homónima de Ahmed Mourad, obra reconocida como una exploración única en lo más oscuro de la psiquis humana.
Marwan Hamed dirige «El-Fil El-Azraq» (El Elefante Azul, en árabe), un drama de acción nacional de estreno aquí, lleno de giros dramáticos conmovedores y misteriosos a la vez.
Apagan las luces del cine Audion, en pleno Cairo, y la música de tensión y los efectos visuales hacen saltar a más de uno con un filme que evade la realidad para llevarnos a sueños y creencias en diablos.
En un hospital conocemos al doctor Yehia Rashed, interpretado por Karim Abdel-Aziz quien regresa a su puesto cinco años después de un accidente automovilístico en el que fallecieron su única hija y su esposa.
Amenazado de despido por sus ausencias al trabajo el médico pide un cambio de puesto para una dirección de psiquiatría, donde podría realizar los estudios de su tesis doctoral sobre psicoanálisis corporal. Allí se desarrolla la trama.
Yehia es encargado de atender a un antiguo amigo y colega, Sherif El-Kordy, papel a cargo del versátil actor Khaled El-Sawy, recluido en un sitio de alta peligrosidad por asesinar a su esposa.
«Yo lo veo como tres actuaciones de caracterización diferente en un mismo personaje, algo muy difícil de lograr para un actor y tuve que prepararme mucho para encarnar el rol de Sherif El-Kordy», dijo Khaled El-Sawy.
Intrigas, secretos, predicciones y hechizos fomentan las especulaciones entre los espectadores durante el intermedio a hora y media de iniciado el filme, los hechos presentados crean expectativas para cuando regresa la oscuridad a la sala.
UN RELATO DIFERENTE
La estructura del relato tiende a confundir a quien se distraiga un instante: sueños dentro de otros sueños provocados por pequeñas píldoras con un elefante azul en el centro generan alucinaciones y desesperación.
El doctor Yehia consume esas píldoras, y por momentos resulta un elemento de otras subtramas, esporádicamente en el primer plano del audiovisual.
Las situaciones a investigar son reconstruidas por Yehia en los sitios donde supuestamente tuvieron lugar las acciones que mueven el drama para rescatar al amigo y descubre que debe salvarse a sí mismo de caer al abismo de las drogas y el juego.
«Cuando leí la idea me gustó mucho pero igual no puedo negar que experimenté cierto temor porque era algo muy diferente a lo que había hecho en actuaciones anteriores», asegura el actor Karim Abdel-Aziz.
«La primera vez que supe de Yehia fue cuando me enviaron el manuscrito de la novela, lo pensé bien y al final llame a Marwan para confirmar que sí había decidido que quería ser el Yehia Rashed de El Elefante Azul», agregó.
La obra, con elevado nivel técnico y estético, crece con la banda sonora compuesta por Hesham Nazih, un elemento que por momentos tiene tanto protagonismo como los actores mismos.
Esa atmósfera sonora resulta fundamental para hacer creíble e inolvidable un ambiente mental fantástico recreado y muy bien logrado según se evidencia en la reacción del público en la sala de proyección.
«Desde que leí el libro me imaginé cómo sería la música de cada lugar, y después cuando vi las escenas de la película sabía que los acordes que había pensado eran los que se ajustaban a ese trabajo», confesó Hesham Nazih.
«Fue una labor difícil, lo reconozco, pero el resultado final hace ver mi trabajo muy unido a la obra y a la altura de las interpretaciones de los actores, cuando vi el resultado final sentí que estaba allí», apuntó el creador musical.
Espectadores consideran que el filme, aunque cargado de elementos visuales y efectos sonoros cautivantes, no logra superar el texto original, entendido siempre que cada quien interpreta la literatura según sus recursos imaginativos personales.
«Tomó dos años la película y en especial me demoró concebir las escenas que recrean las áreas de la imaginación de Yehia, eso fue un gran esfuerzo de preparación y de sincronización de los efectos gráficos», asegura su director Marwan Hamed.
Tanto el libro como el audiovisual se incluyen como referentes para el análisis de la psiquis humana y el estudio de reacciones aparentemente inconexas.
Una mezcla de fotografía y banda sonora bien logradas armonizan el relato contado sin necesidad de un orden cronológico de los hechos, y donde un supuesto número telefónico parece la clave de todo el misterio.
LOS SECRETOS DEL NÚMERO

Sherif se ha rehusado a hablar por mucho tiempo de los hechos, su mecanismo personal para intentar creer que nada había sucedido en realidad y que todo podría ser un mal sueño, pero una numeración consecutiva no le permite vivir en paz.
La llegada de Yehia marca un punto de giro, la psiquis de Sherif comienza a reaccionar ante el sentimiento de amistad que le une a quien fuera su colega y sin pronunciar palabra le escribe un número telefónico en la agenda.
Su acto fue seguido de un «hasta pronto» inesperado que involucró al doctor Sameh, un psiquiatra resentido, representado por Mohamed Mamdouh.
Durante la investigación salen a la luz romances anteriores de Yehia con la hermana de Sherif, Lobna, encarnada por Nelly Karim, único momento de tranquilidad y paz dentro de las tres horas del filme.
En el pasado Yehia y Lobna habían tenido un noviazgo, concluido por Sherif, que los distanció y la hizo casarse con otro hombre 10 años mayor.
Lobna permite descifrar el interior de la casa donde su hermano cometió el asesinato y después de ver el mismo número escondido en una pared, Yehia entiende que su misión es luchar contra hechizos, que nunca antes había pensado tener en cuenta.
Diablos a lo largo del camino complementan la trama de odio, tristeza, tensiones y suspenso, trayecto en el que se incorporan el director del hospital, una artista del tatuaje, y otro personaje que elabora un cóctel para inspirar a la reflexión.
La cinta se presenta como un juego con la psicología humana y lleva a sus personajes a momentos de confusión interna, que incluso contagian al público.
El mismo número regresa en una camisa de lino perteneciente al Imperio Otomano, robada del Museo del Islam después de la revolución del 25 de enero de 2011, suceso que puso fin a las tres décadas en el poder del presidente Hosni Mubarak.
Ese ajuar encontrado por el protagonista contenía también otras cifras que facilitan al psiquiatra descubrir la verdadera fórmula que permitirá liberar al amigo del diablo alojado en su cuerpo, culpable de sus actos violentos inexplicables.
El Elefante Azul ha tenido buena acogida de taquillas, al menos en El Cairo, con salas llenas e incluso críticas favorables en los medios locales, donde destacan el regreso de los pobladores a las funciones de cine.
Después de las recientes fiestas del Eid Al-Fitr, celebradas al concluir el sagrado mes del Ramadán, se dispararon las asistencias a los cines, tras una larga ausencia de espectadores durante los últimos tres años de inestabilidad política.
Quienes hasta ahora solo han escuchado las críticas mediáticas al menos disfrutan de un avance disponible en bit.ly/1nbQXZH como invitación desde Internet para un enigmático viaje psicológico que les aguarda en la gran pantalla.
El largometraje, tras su éxito en casa, será distribuido para su exhibición en otros países del mundo árabe, proceso iniciado en Emiratos Árabes Unidos con una gran acogida del público tras el estreno.

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