Desafío: ¿Los Conquistamos?

Rafael Loret de Mola
Por Rafael Loret de Mola

Casi todos esperan en estas fechas desfogar los dolores acumulados, incluyendo los sociales, con la relajación en familia. Algunos rinden más culto al alcohol que a Dios y su pesebre; otros se sienten gourmets por una noche y se atragantan sin oler ni sentir los sabores propios de estas festividades. Desde luego, hay una urticaria generalizada por dos cosas: ir de compras –algunos más para ver- y salir de viaje a cualquiera de los destinos turísticos atascados aunque, en nuestro propio México, casi sea indispensable hablar inglés, el idioma preferencial en buena parte de los hoteles. Recuerdo, como contraste, el afán de algunos regímenes del siglo XX por evitar la propagación de esta lengua para proteger la nuestra; es obvio que la disputa se perdió.
La mayor parte de los viajantes, como sabemos, se esmeran en visitar a sus familiares siguiendo las huellas de sus infancias o tratando de elevar el ceremonial de las cenas de Nochebuena y Año Nuevo rodeándose de personas que han estado alejadas durante un largo lapso; es mucho lo que hay por contar y no faltan, claro, las lágrimas ante la inevitable cita de los ausentes –los muertos y los vivos- quienes ya no pueden convivir con nosotros, los del más allá, y cuantos optan por otros entornos, los de aquí, segregándonos. De una manera u otra siempre la puesta de acuerdo es tan compleja como riesgosa: los roces entre los matrimonios, por ejemplo, para decidir con cual familia estar lindan en los divorcios que pueden consumarse en enero, el mes en el cual, en mi querida Aguascalientes, rebosan las maternidades al cumplirse nueve meses de la Feria de San Marcos.
Para este columnista, este año será ocasión especial. Tendré conmigo a dos de mis cuatro hijos –por mitad, un varón y una niña-, a mi nietecita oceánica y a mis hermanas y sobrinas. Seguro la pasaré estupendo porque, sin duda, la calidad culinaria de cuanto se sirve en Mérida está fuera de discusión y en casa de mis padres siempre se comió estupendamente; y de ese arte gastronómica la heredera es mi hermana Silvia, de quien estuve distanciado largo tiempo –los avatares de la política, por desgracia-, y ahora siento entrañablemente cercana. De vez en cuando, durante los festejos –este es el segundo consecutivo que pasaré con ella y sus descendientes-, cruzamos miradas como si dentro de los corazones encontráramos a quienes ya no ocupan un sitio al lado nuestro ni nos hacen sentir como niños y tal es una sensación tan agradable que resulta incomparable; ya sólo una persona me produce este sentimiento de cuantas fueron mi refugio. Los años se van sin remedio y nunca sabemos a dónde y por cuál rincón se nos escaparon. Pero no hay modo de revertir el reloj evitando los tantos errores que nos han marcado para toda la existencia. ¡Ay, los amores! ¡Y la ascendencia que inevitablemente nos deja!
Todo este largo preámbulo, perdonando alguna inevitable cursilería, sirve para situarnos en el presente ante un gobierno frenético, descocado, vándalo y centralista por decreto peñista, que quizá se propone abandonar a su suerte a los gobernados impidiéndoles la posibilidad de aliviar los rencores en los más bellos lugares de la patria… reservados, por la Secretaría de Turismo, para los multimillonarios y los extranjeros, en el orden que quieran porque los primeros muchas veces son prestanombres de los segundos y se sienten felices por creer que de eso se trata la vida: de acumular bienes aunque la secuelas infames señalen la avaricia y la ambición; peor aún, la corrupción como la descubierta, con pruebas sobradas, en la actualidad, entre las mayores de cuantas hemos atestiguado a dos años de mandato del inefable señor de la casita blanca –en diminutivo para no confundir con la de la avenida Pensilvania en Washington-, en Las Lomas de Chapultepec.
Van estas líneas para Claudita Ruiz Massieu Salinas, heredera del odioso clan que nos sumió en la oscuridad y quien ni siquiera se ha preocupado por intentar esclarecer el verdadero móvil del asesinato de su padre, José Francisco. Cuando quiera hablar sobre ello, lo haré con gusto pese a mi natural blindaje contra los miembros de un gabinete sin sustentos. Y las dirijo a ella porque es la titular de Turismo, una posición clave, sobre todo en estas semanas, para dar oxígeno a los mexicanos y con ello intentar desactivar las encendidas bombas de la crispación. Pero no. Al contrario, las tenazas de la amoralidad y las complicidades tienen prioridad sobre cualquiera otra cosa.
Por ejemplo, en materia de hoteles los precios se desbordan más allá de nuestra capacidad de compra. En Cancún, a donde solía ir unos días al año, las tarifas se elevaron, en los conjuntos con playa –que ya no es nuestra-, a más de ¡nueve mil pesos por noche! Y es paradójico que, por ejemplo, las instalaciones del Grupo Posadas, uno de cuyos accionistas es Gastón Azcárraga Andrade el mismo que quebró a Mexicana de Aviación transfiriéndoles, de hecho, las rutas de la compañía a Interjet de los Alemán, entre legados presidenciales. Ello significa que a quienes pagan lo requerido por un hotel de la cadena –y están llenos de reservaciones de altos costos pero con apellidos extranjeros, estadounidenses y asiáticos como las edecanes que aparecen como anfitrionas-, de alguna manera subvencionan, no a los empleados de la quebrada empresa aérea sino a los multimillonarios Azcárraga con ramificaciones familiares diversas y todas muy afortunados. ¡Ah, las raíces vascas tan productivas!
Y ya que mencionamos a las aerolíneas, seguramente los amables lectores se quedaron pasmados al acudir a los mostradores o adquirir por Internet los billetes de viaje. A Mérida, desde la ciudad de México, el viaje redondo, en clase turista, se cotiza en ¡ocho mil pesos! Casi lo mismo que cuesta viajar desde el centro de la República a Toronto, Canadá –menos- o a Nueva York –lo mismo-. No hay justificación alguna para elevar de esta manera los precios, mucho menos cuando las diversas crisis se ensañan con nuestros bolsillos y siguen alimentando el odio por la impotencia ante las decisiones cupulares que, de ninguna manera, responden al imperativo de aliviar las tensiones sociales. Todo lo contrario.
Un párvulo del periodismo, peñista –es difícil encontrar alguno pero de repente sus posiciones le delatan-, me sugería que tal es obra del “libre mercado” y, como tal, quien tiene paga y los demás sólo atestiguan. Le pregunté si era el caso también para una compraventa de un país, en concreto México, ante la ambición de los multimillonarios extranjeros, y entonces respondió con la clásica bravata de que sumergiría su enfado en un artículo para un medio por él dirigido, de escasa cobertura por cierto, alegando que esperaba mi “réplica”. Sobre la pretensión de ofertar a México, creo, no puede haber discusión posible ni siquiera con los tuertos miembros del gabinete económico.
Tenemos entonces a una Secretaría de Turismo que promueve, nacionalmente, a diversas entidades en trance de violencia –Oaxaca, Guerrero, Chiapas, la del niño con ganas de llegar a la presidencia de la mano de peña-, sin considerar que lo elevado de los costos inhabilitan a la mayor parte de los mexicanos a pensar siquiera en la audacia de salir a las carreteras dominadas por los narcos o atascadas, en las casetas de cobro, por la irritación social. En el gobierno, a través de sus panegíricos como el párvulo, sólo hablan de lo segundo, señalando a las víctimas de Iguala, Cocula, Tlatlaya y tantos otros sitios, como vándalos que “se merecían” ser quemados vivos como en el medievo por el terrible delito de protestar cuando rendía su informe la matriarca de la primera ciudad mencionada o por atravesárseles a los “impolutos” miembros del ejército en una hora oscura en donde requerían desfogarse matando civiles. Primero, insisten, es superar todo ello… hasta que los dramas vuelvan a repetirse.
Como alguna vez me confió Rodolfo Echeverría Ruiz, sobrino del nonagenario ex presidente:
–Los chinos ya no protestan por la matanza de Tiananmen y piensan en el futuro. Por eso debemos apuntalar otra frase: “2 de octubre, sí se olvida”
Muy conveniente para las satrapías.
Debate
México es la única nación sobre la tierra en donde se aplica la xenofobia al revés. Es bastante más frecuente que se desprecie a un indígena, vestido con sus atuendos tradicionales, que a cualquier europeo, no se diga español, o americano –desde Alaska hasta la Patagonia-, sean visitantes o residentes al servicio de las grandes multinacionales, incluyendo las criminales o las subversivas.
Recuérdese la presencia de algunos dirigentes etarras, refugiados en las colonias de mayor caudal del Distrito Federal, y empeñados en meter la mano en los “ejércitos” armados –cien aproximadamente-, soliviantados contra el mal gobierno. Tal se negó hasta que ernesto zedillo debió cumplimentar a su colega hispano, José María Aznar, en la búsqueda de un Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea entonces en auge.
Por eso es que me parece tan grave el añejo y arraigado trauma del “malinchismo” –esto es la propensión a exaltar lo extranjero, sobre todo si proviene de España cuya invasión a Mesoamérica se convirtió en parte de la mitología acerca de los personajes del viejo mundo-, que nos impacta cuando tenemos enfrente a un foráneo con acentos diversos en su voz y gesto de imponer el tono a sabiendas de la vulnerable personalidad de los mexicanos.
Me sigue enfermando observar, por las calles de mi querido San Miguel, a las mujeres humildes, no sólo las indígenas, ceder el paso ante los colones norteamericanos y hasta irlandeses quienes se dan el lujo de cerrar el centro de nuestra joya colonial para celebrar a San Patricio en su anualidad… como si estuvieran en la Catedral de Nueva York.
Y lo mismo me sucede cuando atestiguo la lacayunería desbordada con la cual se postran ante el rey Borbón, caravana incluida, los representantes del gobierno REPUBLICANO de México. Ningún protocolo internacional puede justificar tal acto de vasallaje totalmente caduco y fuera de lugar.
La Anécdota
Recuerdo a una maestra, gallega de origen, que no entendía por qué su alumno mexicano dividía en forma inversa a los usos de allá, esto es colocando la “casita” arriba y no cual si se tratase del piso. Casi iracunda, nos confió:
–Bueno, ¿y por qué es así? ¿Acaso nosotros no los conquistamos? Seguramente es porque están muy cerca de los Estados Unidos.
Le respondí que no cabía una respuesta tan insolente cuando en España alzan la mirada ante los latinoamericanos y la bajan cuando miran a los europeos del norte y a cuantos los conquistaron… a ellos: egipcios, romanos, celtas, griegos, árabes y algunos de los bárbaros.
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Web: www.trinchera.mex
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
HAGAMOS LO POSIBLE POR PASARLA LO MEJOR POSIBLE, COMO ME RECOMENDABA UN VIEJO AMIGO LUEGO DE EXPRESAR QUE LA VIDA ERA MUY, PERO MUY DE “LA FREGADA”. MÁS NO OLVIDEMOS LA OSCURIDAD QUE NOS AGUARDARÁ AL RETORNO. DEBEMOS PREPARARNOS Y CUIDARNOS PARA LA MAYOR BATALLA CÍVICA –NO VIOLENTA- DE NUESTRA HISTORIA.

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