Caníbales del mundo animal

La Habana (PL) Pocos hábitos alimenticios causan tanta repulsión como el canibalismo, sin embargo, varias especies del mundo animal se comen a sus semejantes como parte de la selección natural.

Entre los caníbales más notorios del reino animal destaca la mantis religiosa hembra, que devora completamente al macho tras su apareamiento. De hecho, comienza a comerle la cabeza en plena cópula, sin dañar la zona del sistema nervioso encargada de la reproducción. En época de celo, la hembra de esta especie segrega feromonas para atraer al macho, pero es altamente irritable, agresiva y hambrienta.

Algunas especies practican el canibalismo para atraer la atención de la pareja o para marcar territorio. Otras lo hacen para sobrevivir, mientras las focas leopardos y unas criaturas aparentemente adorables como los hamsters se comen a sus crías por hambre o por algún defecto no visible.

Otras veces, es un acto coyuntural, como cuando el león mata y devora a los cachorros y a miembros jóvenes de la manada para que las hembras entren en celo y así aparearlas, pues su período de fertilidad es relativamente corto. También el exceso de población o la escasez de alimento son factores que propician ese fenóemno. Algunas aves de rapiña e incluso gaviotas se comen sus propios huevos o a sus polluelos. Los renacuajos de ciertos anfibios se atacan y comen entre ellos para prevalecer, y el cocodrilo americano puede matar y devorar a un cocodrilo más débil y pequeño si no tiene nada más al alcance de sus fauces.

Existe además el canibalismo intrauterino. Por ejemplo, determinados tipos de embriones de tiburones se comen a sus hermanos en el útero materno. Esta práctica es reconocida en los escualos del orden Lamniformes y ha sido registrada en el tiburón zorro o rabón, el pelágico, el sarda y el marrajo o mako, entre otros.

Un reciente estudio de la universidad neoyorquina de Stony Brook mostró que también los embriones de tiburón toro (Carcharias taurus) se canibalizan entre ellos como parte de una estrategia competitiva a través de la cual los machos tratan de asegurar su paternidad.

Un grupo de especialistas comprobó que en esta especie, el mayor se come dentro del útero a todos sus hermanos menos a uno, los únicos que finalmente llegan a nacer.

Para confirmar esta tesis, los expertos estudiaron embriones en diferentes etapas de la gestación de 15 hembras muertas de ese tipo de escualo.

Los resultados de la investigación, publicados en la revista Biology Letters, refieren que las hembras con un embarazo avanzado solo conservaban dos embriones de un mismo padre, como evidenciaron los análisis de ADN realizados. Sin embargo, las ejemplares femeninas que estaban en una etapa más temprana de la gestación tenían en el útero hasta nueve embriones, generalmente de dos padres.

Esta estrategia ayuda a que solo los genes de un padre sigan siendo dominantes aunque las hembras se apareen con múltiples parejas, sugiere la publicación. Además, permite que esta especie tenga bebés más grandes, aumentando sus posibilidades de supervivencia. Sin dudas, una sui generis prueba de paternidad.

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