El Principito, joven aún a los 70 años

La Habana.- (PL) Tiene 70 años, pero continúa siendo un niño. La prensa, la televisión, las editoriales difunden con bombo y platillo el suceso. Ni es un milagro científico ni el descubrimiento de una fuente de juventud: hablan del Principito.

Llegó por pura casualidad a la Tierra procedente del asteroide B 612 gracias el genio creativo del escritor y piloto francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) y jamás volvió a irse de aquí.

Hoy, siete décadas después, El Principito (Le Petit Prince) resulta uno de los libros con mayores ventas de todos los tiempos y cuenta con traducciones a unos 270 idiomas, dialectos y lenguas indígenas, además del sistema de lectura Braille.

Sin dudas la obra más famosa y reconocida de Saint-Exupéry, el autor nunca reveló las fuentes de inspiración detrás de ese texto, pero la mayoría de los investigadores y críticos literarios apuntan que hay muchas referencias a su propia vida.

Por ejemplo, su experiencia al quedar varado en el desierto africano del Sahara porque su avión se averió, episodio descrito en su autobiografía Tierra de hombres.

También señalan que el físico del pequeño príncipe es muy similar al de Saint-Exupéry niño, o que el personaje de la rosa exigente y vanidosa estaba inspirado en su esposa, la salvadoreña Consuelo Suncín, entre otras teorías.

A juicio de la columnista Stacy Schiff, una de sus biógrafas, rara vez un escritor y un personaje se encuentran tan íntimamente unidos como en este caso, con un vínculo semejante al de gemelos.

Leer las páginas de El Principito nos remite a un universo de

simbolismos y metáforas, porque si bien es considerada una novela

escrita como un cuento para niños, su canto a la amistad, el amor y la paz trascienden al público infantil y lograr llegar a todos, sin importar edades.

Para el director de la Sucesión Antoine de Saint-Exupéry, Olivier d’Agay, el éxito de la obra se basa sobre todo, en los valores que defiende y su perdurabilidad en el tiempo.

El Principito no es el típico héroe, no busca la gloria ni persigue hazañas, solo lleva por arma su curiosidad y deseos de aprender.

Pese al fuerte acento francés de su contenido, existen claras

evidencias de que el libro fue escrito en Nueva York, según

investigadores del estadounidense Museo y Biblioteca Morgan.

Estudios realizados por esa institución, que atesora los papeles donde Saint-Exupéry escribió el original y pintó en acuarela las ilustraciones del texto, indican que esos documentos tienen referencias a Manhattan, donde vivió unos tres años.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el escritor se alistó como piloto para defender el bando de Los Aliados, pero debió viajar a los Estados Unidos asediado por los nazis.

Para aliviar el estrés y lidiar con la tensión derivada de la

contienda bélica, sus amigos le sugirieron redactar una historia

dirigida a los niños.

Precisamente en Nueva York, durante el mes de abril de 1943,

apareció la primera publicación impresa de El Principito, en inglés y bajo la editorial estadounidense Reynal & Hitchcock. Una semana después, comenzó a circular la versión original en francés.

Apenas un mes más tarde del lanzamiento de la novela, el autor se unió a las Fuerzas Francesas Libres y dicen que llevaba siempre consigo una ejemplar del libro.

Jamás recibió ninguna regalía por las ganancias de la venta ni pudo saborear su éxito pues murió en julio de 1944, a solo unos días de la liberación de Paris.

En Francia pudo publicarse por primera vez luego de eliminarse la presencia invasora nazi en 1945 y en esa ocasión, la editorial Éditions Gallimard corrió a cargo de la impresión.

La primera traducción al español data de 1951 y fue realizada por el sello argentino Emecé Editores. A partir de ese momento, se abrieron las puertas al mundo hispanoparlante y ya nadie pudo detener su periplo por Latinoamérica.

En la actualidad, el libro posee disímiles adaptaciones al cine, el teatro, obras musicales, ballet, óperas y series animadas. Ha inspirado varias canciones y hasta un videojuego del popular Super Mario.

Su imagen encabeza numerosas campañas de bien público y hasta posee una cuenta en la red social Facebook, con más de 5 millones de seguidores.

Pero la modernidad tecnológica no ha podido desvirtuar su esencia: gracias a aquel niño pequeño y rubio, lleno de dudas sobre la vida, hoy sabemos que «lo esencial es invisible a los ojos» y solo con mucha bondad puede domesticarse el cariño de alguien, incluso, de un zorro.

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