Bogotá, 31 ago (PL) Colombia amanece por décimotercer día en un gran paro nacional agrario y popular que ha llevado al Gobierno a militarizar al país mientras en Bogotá permanece el toque de queda para las localidades de Suba y Engativá.
Por orden del presidente Juan Manuel Santos fueron desplegados en toda la nación 50 mil efectivos del ejército para apoyar a la policía y el Escuadrón Móvil Antidisturbios en un intento por detener las protestas que han dejado, según cifras oficiales, 512 personas bajo proceso judicial, decenas de heridos y al menos ocho muertos.
Aunque ayer se vislumbró avances en los diálogos en Tunja, donde el Gobierno y los campesinos de Boyacá, Cundinamarca y Nariño lograron la firma de unos acuerdos mínimos, sectores agrarios y sociales siguen en paro por tiempo indefinido en otros 14 departamentos a la espera de una gran mesa de concertación que incluya las peticiones de todos los gremios. El presidente colombiano se reunió la víspera por más de cinco horas con gobernadores y alcaldes de las ciudades capitales y llegaron al acuerdo de crear «un gran pacto nacional por el agro y el desarrollo rural».
Según el mandatario el próximo 12 de septiembre se realizará la primera reunión de trabajo para darle cuerpo a esta iniciativa que se traduzca en acciones, proyectos y presupuest, con miras a crear una política agraria que permita superar el rezago de décadas.
En medio de la tensa situación, ayer una vez más miles de bogotanos se reunieron en la céntrica Plaza de Bolivar en un gran cacerolazo en respaldo al paro, un día después de la violenta jornada en ese mismo lugar, donde más de 20 mil personas fueron agredidas por la fuerza pública que dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos y chorros de agua.
Los campesinos, que reclaman detener las políticas neoliberales promovidas por el Gobierno, abogan por un diálogo abierto y conjunto en el que estén los mineros, transportadores, médicos y obreros, entre otros sectores, para tratar de buscar salida a la crisis.