Allende en la memoria, a 40 años del golpe

Santiago de Chile (PL) A las puertas del aniversario 40 del golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende, encabezado por el general Augusto Pinochet, el ejemplo y el legado del mandatario es en buena medida inspiración de agrupaciones políticas y movimientos sociales en Chile.

En entrevista con Prensa Latina, el exministro de Vivienda y Urbanismo Pedro Felipe Ramírez rememora momentos del último Consejo de Gabinete dirigido por Allende, apenas 24 horas antes de desatarse el cuartelazo del 11 de septiembre de 1973, pasaje que en su opinión ilustra claramente la personalidad del estadista.

Ramírez, quien también ocupara la cartera de Minería durante el gobierno de la Unidad Popular, recordó que la cita ministerial se inició en el mediodía del 10 de septiembre de 1973, finalizó casi una hora después, y en la misma las palabras de Allende estuvieron todo el tiempo dirigidas a los militares presentes en la sala.

«Fue una reunión en la que solo habló el Presidente», precisó el exministro, quien asegura que pese a que en el salón estaban sus colegas del gabinete, el discurso estuvo orientado en todo momento a los jefes de la Fuerza Aérea, del Ejército y la Marina.

Con enérgicas palabras, Allende evidenció que el gobierno de la Unidad Popular estaba construyendo patria, aseguró el exministro, quien luego del golpe de Estado padeció en carne propia las secuelas de la dictadura de Augusto Pinochet, en campos de concentración como la Escuela Militar, la Isla Dawson, Ritoque y Tres Alamos.

El sentido patriótico de su mandato, Allende lo ejemplificó a través de la nacionalización del cobre, que recuperó el metal de manos de empresas estadounidenses; de la reforma agraria, que rescató tierras en poder de latifundistas y la oligarquía chilena; y del fomento de la propiedad social sobre los medios de producción en beneficio de las grandes mayorías, entre otras políticas.

Al final del Consejo, como un vaticinio de lo que ocurriría al día siguiente, aseguró que defendería el Palacio de La Moneda de quienes intentaran despojarlo del poder ganado con el respaldo de su pueblo.

«Dijo frases muy impresionantes», recordó Ramírez, a quien le impactó escuchar de boca de Allende que no haría como otros presidentes de países latinoamericanos, que abordaban un avioncito y huían de sus respectivos países al verse amenazados por los militares.

«Yo voy a estar aquí, en La Moneda, en el Palacio de Gobierno, y voy a resistir hasta la última bala, perdón, hasta la penúltima, porque con la última yo sé lo que voy a hacer, buenas tardes», detalló palabra a palabra el exministro, quien recuerda que tras esa sentencia Allende dio por terminado el Consejo de Gabinete.

Fue la última vez que el extitular vio con vida al mandatario, quien, de acuerdo con testimonios de sobrevivientes de La Moneda, el 11 de septiembre combatió y resistió a pesar del desigual combate con los golpistas.

Tal como había prometido, tenía bien definido qué haría con la última bala, con la cual se quitó la vida mientras el palacio era bombardeado, para evitar así caer en manos de los militares amotinados, al mando del entonces jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Pinochet.

Dicha versión no es aceptada por una parte de los seguidores de Allende, como el Movimiento del Socialismo Allendista, el cual intenta demostrar la participación de terceros en la muerte del mandatario.

En su extensa plática con Prensa Latina, Ramírez hizo una panorámica de los 17 años de dictadura, marcados por la represión, la tortura, las desapariciones, los asesinatos y en general un rosario de violaciones a los derechos humanos.

El principal desafío, en su opinión, fue sobrevivir, de ahí que la resistencia no fuese todo lo activa que se necesitaba desde los primeros momentos. Sin embargo, a partir de 1983, en medio de la crisis económica existente en el país, comienzan a desatarse las protestas ciudadanas, iniciadas por los sindicatos del cobre, en las mismas minas que habían sido nacionalizadas por Allende.

La dictadura se fue debilitando política y económicamente, y el 5 de octubre de 1988 triunfa el No en el plebiscito, consulta en la que se decidiría si Pinochet continuaba en el poder hasta el 11 de marzo de 1997.

El general recibió la negativa del 55,99 por ciento de los votantes, y el apoyo del 44,01 por ciento, lo cual generó la convocatoria a elecciones para presidente y parlamentarios al año siguiente.

«Muchos pensaban que no se ganaría el plebiscito, y que si se ganaba no se respetaría, pero ya Pinochet estaba debilitado, y al interior de las Fuerzas Armadas todo indica que no había fuerzas suficientes para que se desconociera el resultado del plebiscito», consideró el exministro Ramírez.

Luego vinieron 20 años de los gobiernos de la llamada Concertación, integrada por los partidos Demócrata Cristiano, Socialista, Por la Democracia y Radical Social Demócrata, así como otras organizaciones ya desaparecidas o fusionadas.

«Pero en esos 20 años no se hicieron transformaciones profundas, el sistema político excluyente creado por la Constitución del 80 permaneció intacto prácticamente, y el modelo económico neoliberal que esa Constitución establecía también quedó intacto», apostilló Ramírez.

El triunfo de la derecha luego de esos 20 años, con el gobierno de Sebastián Piñera profundizó la aplicación del modelo -según explicó el exministro-, lo cual catalizó un nuevo movimiento popular, esta vez encabezado por los estudiantes, opuestos a los mecanismos de mercado que imperan en la educación.

«La derecha sigue siendo una derecha muy golpista, que cuando ve amenazada sus privilegios se resiste con todas sus fuerzas, e incluso no tendría reparos en dar el golpe si tuviese fuerzas para ello… la derecha chilena no ha cambiado, volvería a hacer lo mismo», enfatizó Ramírez al no descartar que el país pueda ser nuevamente escenario de un golpe de Estado.

En opinión del político, esa cruda realidad potencia la necesidad de construir la fuerza necesaria para hacer los cambios sin que sobrevenga un nuevo cuartelazo.

«Y eso requiere de una fuerza muy amplia a favor de los cambios, no solo de la izquierda. La izquierda tiene que aliarse con el centro, para aislar a la derecha. El grave problema que tuvimos en la Unidad Popular fue que la izquierda no fue capaz de conquistar al centro, y quien conquistó al centro político fue la derecha», reflexionó.

Ramírez, militante de la Izquierda Ciudadana y parte del equipo de campaña de la expresidenta Michelle Bachelet, consideró que esa es una de las grandes enseñanzas que dejó el golpe de Estado, la necesidad de construir lo que se ha llamado la Nueva Mayoría, el bloque de varios partidos que encabeza la exmandataria.

«Es precisamente la construcción de esa amplia fuerza, que va desde la izquierda hasta el centro, la que permitiría llevar a cabo cambios que son fundamentales, y que están exigiendo tanto la izquierda como el centro, en el campo político, en el campo económico.

Nueva Mayoría está integrada por los partidos Socialista, Por la Democracia, Comunista, Demócrata Cristiano, Izquierda Ciudadana, Radical Social Demócrata y el Movimiento Amplio Social.

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