Desmantelar armas químicas en Siria: Las piedras de un camino

Damasco, 1 oct (PL) El arribo hoy a esta capital de inspectores de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) pudiera constituir el primer paso de un proceso inédito que amaine los aires de guerra que soplan desde Washington en relación con el conflicto sirio.

Se trata de la comprobación in situ del arsenal de armas químicas que posee el gobierno sirio -que nunca ha sido utilizado- para después, según mandato del Consejo de Seguridad, proceder a su eliminación con el concurso de varias naciones como Rusia o el propio Estados Unidos.

En relación con las primeras acciones, funcionarios de la OPAQ aseguraron a la prensa que hasta el momento la colaboración con las autoridades sirias ha sido «muy constructiva y eficiente»

Los datos contenidos en la declaración presentada por el gobierno sirio sobre los sitios de las armas químicas, añadieron, «parece bastante concertada con las evaluaciones de inteligencia extranjeras (…), y esto da optimismo sobre la cooperación del gobierno sirio».

No obstante, entre la buena voluntad del gobierno del presidente Bashar al-Assad y algunas naciones para facilitar el proceso, por un lado, y el desmantelamiento efectivo de esas armas, por otro, se levantan serios obstáculos técnicos, logísticos y militares.

Se trata de un intento nunca antes acometido, pues aunque la destrucción de armas químicas es un proceso que, aunque complicado, dominan varias naciones, su implementación en plena guerra resulta un desafío formidable.

Especialistas citan los casos de Estados Unidos y Rusia, que hace años acordaron destruir sus arsenales químicos, pero la complejidad de la tarea, aun en la paz de sus territorios nacionales, los ha movido a solicitar plazos suplementarios

En el caso sirio se trata de eliminar más de mil toneladas de productos altamente tóxicos almacenados -bajo estrictas medidas de control- en unas 45 locaciones diferentes.

Al abordar posibles modos de actuar, Sergei Lavrov, Ministro de Exteriores ruso, estimó que esos gases tóxicos pudieran ser destruidos en instalaciones móviles como las que posee Estados Unidos.

Además, la resolución de la ONU aprobada el viernes 27 de septiembre permite su destrucción en el extranjero. Rusia está dispuesta a participar con personal y apoyo financiero, acotó.

No obstante, a pesar de las garantías de apoyo de todo tipo a la misión de la OPAQ ofrecidas por Damasco, la diseminada presencia por toda Siria de bandas de irregulares armados, incluidos extremistas islámicos, pone un importante elemento de incertidumbre sobre el deseado éxito de la misión de la OPAQ.

Al respecto, alertó el presidente Bashar al-Assad, existe la posibilidad de que los terroristas traten de obstaculizar la llegada de los inspectores a las zonas definidas, ya sea por razones propias o impulsados por los estados que los patrocinan, con el fin de inculpar a Damasco y acusarlo de falta de cooperación.

En ese sentido, Lavrov sostuvo que debería ser posible enviarles señales a los opositores (armados), que están sujetos a la influencia de actores externos, para que no socaven con sus acciones el trabajo de la OPAQ.

En concreto, llamó a los países occidentales y sus aliados en la región, a que influyan sobre que los grupos armados para que no realicen provocaciones que interfieran con la aplicación de los acuerdos rusos-estadounidenses sobre las armas químicas y la resolución de la ONU al respecto.

Los países influyentes sobre la oposición (armada) serán responsables si ésta interrumpe implementación de los acuerdos sobre las armas químicas, enfatizó Lavrov.

En caso de que los irregulares que operan en Siria con el apoyo de países como Estados Unidos, Francia, Arabia Saudita y Catar, entre otros, opten por dificultar la misión de la ONU, según Dina Esfandiary, especialista del Instituto para estudios estratégicos de Londres, los inspectores serían blancos perfectos cuando visiten los sitios.

Se abre ahora, pues, un camino no falto de escollos que, de transitarse según la voluntad expresa de Damasco, con el decisivo apoyo de Rusia, pudiera alejar la amenaza de un ataque unilateral de los Estados Unidos contra el pueblo sirio.

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