Guatemala: violencia, droga y muerte en edad de la inocencia

Por Randy Saborit Mora

Guatemala,(PL) Miles de niños guatemaltecos dejan de disfrutar la edad de la inocencia y saltan al vacío de la supervivencia en un ambiente de violencia, droga y muerte; obligados a practicar la ley del más fuerte.

Los niños son reclutados desde los seis años para transportar narcóticos ilegales, armas y mensajes entre pandillas, reveló un estudio divulgado recientemente por el viceministro de Prevención y Niñez del Ministerio de Gobernación (Interior), Arkel Benítez.

Esa investigación arrojó que los adolescentes de entre 13 y 17 años son forzados a cometer homicidios, lo cual forma parte de un ritual para demostrar filiación al grupo antisocial al cual pertenecen.

Al respecto, el funcionario Benítez afirmó que a esos infantes no se les puede llamar sicarios, pues ellos son obligados a matar.

Los pandillleros, precisa el análisis, amenazan y ofrecen incentivos a los pequeños con el objetivo de captarlos.

De enero a septiembre último, la Policía Nacional Civil arrestó a 22 menores acusados de participar en asesinatos.

Las condiciones de pobreza hacen que ellos busquen la manera de ganar dinero fácil para aportar a sus casas o a su bolsillo.

A juicio de Benítez, los padres permiten que los niños hagan esas actividades por temor o porque entra más dinero a sus casas.

El propio funcionario ha precisado que los grupos dedicados al narcotráfico prefieren a infantes y mujeres para la manufactura de las drogas porque la fineza de sus manos les facilita el manejo de plantas como la marihuana y la amapola.

La Secretaría de Bienestar Social de la Presidencia indica que son pobres el 95 por ciento de los menores que cometen delitos.

Según cifras oficiales, dos de cada tres adolescentes no asisten a la secundaria, situación que facilita el crecimiento -como mala hierba- de este fenómeno social que nace a raíz de ciertas condiciones desfavorables surgidas desde el hogar.

El alcoholismo, la despreocupación de padres sobre el paradero de sus hijos durante el día mientras ellos trabajan, el autoritarismo, el apañamiento de malas conductas y la falta de comunicación entre las partes coadyuvan al desarrollo de este dilema, opinan especialistas. Norma Cruz, de la Fundación Sobrevivientes, considera que en la última década las pandillas han atraído a un número indeterminado de pequeños y adolescentes.

El ministro de Gobernación, Mauricio López, ha aseverado que de enero a junio pasado fueron detenidos 889 menores «reclutados» por la criminalidad organizada.

Los juicios en contra de jóvenes, a partir de los 13 años, crecieron el doble este año comparado el 2012r, acorde con estadísticas del Juzgado de Control de Ejecución de Medidas para Adolescentes en Conflicto con la Ley.

La Presidencia cuantifica que al menos 820 niños y adolescentes están en centros de menores de esta nación, donde cada año un promedio de 50 homicidios son perpetrados por menores, señala el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia.

Para la defensora de la niñez Miriam Rodríguez, algunos pequeños son obligados a realizar actos ilícitos como robar, transportar armas o vender droga al menudeo.

Un arma en Guatemala puede alquilarse o comprarse en el mercado informal por menos de mil quetzales (125 dólares) sostienen autoridades de la Instancia de Monitoreo y Apoyo a la Seguridad Pública (Imasp) y el Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible (Iepades).

Los grupos de la criminalidad organizada utilizan a los menores para ejecutar crímenes porque son inimputables, aseveró Verónica Godoy, del Imasp.

Por su parte, la directora del Iepades, Carmen Rosa de León, aseguró que va en aumento la entrega de armamento a niños y adolescentes por parte de pandilleros.

Muchos niños guatemaltecos, quizás con ganas de escuchar palabras y actos de afecto de sus familiares, crecen a la fuerza o mueren en el intento de ganarse un nombre entre los grupos que se ganan la vida en esa selva denominada la calle.

Obviamente, no toda la responsabilidad está en la casa, también se necesita de políticas públicas de prevención de la violencia que tomen en cuenta el papel del arte y el deporte, por ejemplo, como mecanismos para salvar a niños de caer en manos de las pandillas.

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