Bogotá, una galería multiple en su primera Noche Blanca

Por Anubis Galardy

Bogotá, 27 oct (PL) La capital colombiana ingresó este fin de semana en el circuito de las Noches Blancas, iniciadas hace una década en París cuando los artistas tomaron las calles para convertirlas en una galería al acceso del ciudadano común.

La experiencia cobró vida en la barriada de Teusaquillo, de gran riqueza patrimonial, mientras en Bogotá devino Noche en blanco, como la titularon los organizadores, con 50 artistas y sus obras en un perímetro de 40 calles, en perfecta interacción con un público masivo, cautivado por la propuesta.

Los creadores noveles mayorearon, con una participación notable, y se apropiaron del espacio público por obra de las artes visuales para incorporar a la pintura, la fotografía o la escultura las técnicas de vanguardia, los recursos de las tecnologías de la información y la comunicación.

El arte en ebullición en los espacios de la barriada, mediante performances e instalaciones como las de Laura Ramírez, una video-jockey que recurrió a un mapping con luces robóticas para proyectar sobre una superficie tradicional imágenes novedosas.

O Wanda Quintero, quien improvisó en el interior de una carpa triangular un kaleidoscopio con imágenes de la naturaleza en movimiento sobre una superficie de espejos circundantes en rotación, que despiertan en el espectador la ilusión de un contacto directo con la energía del universo.

Para que la vivencia fuera más más íntima y disfrutable, solo podían entrar a la carpa cinco personas a la vez y en la fila interminable de quienes aguardaban su turno menudeaban los niños.

También merece citarse la propuesta de Alicia de la Torre, quien proyectó con luces robóticas un sinnúmero de ojos sobre la fachada de la iglesia del Espíritu Santo, para inducir en los bogotanos una mirada nueva, enfocada a redescubrir y reinventar su ciudad, desde otros códigos y significaciones.

O la instalación de José Alfredo Jiménez, estudiante de arte de la Universidad Distrital e integrante de un colectivo de artistas noveles, que exhibía al costado de una calle un carro chocado, con los cristales hechos trizas, devenido «reflexión estética sobre la violencia vial en la capital del país», dijo a Prensa Latina.

Los ejemplos de riqueza e imaginación que sustentaron la muestra son incontables y rebasan los límites de una reseña periodística.

Bogotá entró en el circuito de las Noches Blancas y el público respondió con creces a este diálogo de tú a tú con el arte, que le permitió visibilizar la otra ciudad oculta por la rutina cotidiana.

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