Viaje a Uspallata y más allá

Mendoza, Argentina (PL) A unos 100 kilómetros de la ciudad de Mendoza por la Ruta Nacional 7 que atraviesa la cordillera de los Andes, se encuentra la pequeña villa argentina de Uspallata, un remanso de paz cercado por un impresionante paisaje, muy próximo a la frontera con Chile.

A dos mil 39 metros de altura sobre el nivel del mar, Uspallata es una pequeña villa serrana, dispersa en el valle homónimo, surcada por el río Mendoza, de aguas heladas por el deshielo de los altos cerros de la cordillera, y los riachuelos San Alberto y un segundo que lleva su nombre.

Pertenece al departamento mendocino de Las Heras y la habitan, contando los aislados barrios de La Fundición y Las Bóvedas, casi nueve mil 660 uspallatinos. Su flora es escasa por la aridez del clima, aunque en ella abundan los álamos con su peculiar figura.

Al abandonar la autopista nacional 40 y enrumbar el camino hacia el oeste por la Ruta 7, mucho antes de llegar, a ambos lados de la vía no faltan los viñedos y las bodegas de buen vino. La vinicultura es rica en esta tierra mendocina de la región del Cuyo, que abarca además a las provincias argentinas de San Juan, San Luis y La Rioja.

Pero las plantaciones de la vid quedan atrás en la medida que el viajero se va acercando a la pre-cordillera y con ella a Uspallata, cuya gran riqueza está en su entorno natural imponente. La vista de la cordillera de los Andes es simplemente formidable, fascinante, subyugadora.

Por el camino se avista la gran refinería de petróleo de Cuyo, una de las más grandes del país, y un poco más allá se divisa el dique Potrerillo, utilizado para generar hidroenergía, y detrás de un macizo montañoso está una inmensa represa que le sirve de fuente y que corta el río Mendoza.

En Uspallata quedaron atrás los años de apogeo minero, aunque algunas empresas aún insisten a despecho de los cuyanos, su economía hoy se basa fundamentalmente en el turismo de montaña, y los rápidos del río Mendoza propician la modalidad del «rafting».

No está lejos del majestuoso Aconcagua, el cerro más alto de las Américas, y como atractivos adicionales están el monumento natural denominado «El balcón», las famosas ruinas mineras y el bosque fósil de Darwin.

Muy llamativas para los que gustan de hurgar en la historia son las Bóvedas de Uspallata, construcciones hechas bajo la dirección de los Jesuitas, con mano de obra huarpe y datan del año 1600, aproximadamente.

Se encuentra muy cerca la localidad de Las Cuevas, por donde se accede al Monumento Cristo Redentor de los Andes, y los lugareños muestran como curiosidad topográfica un macizo rocoso con silueta y color de una leona echada… Realmente, parece una leona echada.

La antigua y hoy inoperante vía férrea del tren transandino perdura en el tiempo y se incorpora a la topografía cual paisaje natural más con sus desusados túneles y puentes de atrevida ingeniería.

Medio día, ni tampoco un día alcanzan para poder apreciar a plenitud toda la majestuosidad de la maravillosa naturaleza andina que rodea a Uspallata, pero al menos esas pocas horas de contemplación dejan grabada en la memoria esa regia cordillera de cerros de diversos colores según las capas de rocas que la componen, que parecen tocar el cielo.

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