La bahía cubana de la matanza

Wilfredo Alayón

Matanzas, Cuba, (PL) La occidental ciudad cubana de Matanzas, que recientemente cumplió 320 años de fundada, tiene su asiento sobre suaves colinas ubicadas alrededor de una majestuosa y homónima bahía la cual cambió su nombre bajo fatales hechos.
Según el historiador de la urbe, Ercilio Vento, en 1513 los conquistadores llegados a la entonces rada de Guanima, a 100 kilómetros al este de La Habana, conocieron de la matanza acaecida tres años antes con un primer grupo llegado a la zona.
Por aquel entonces -precisa- el territorio acogía en su seno a varias comunidades aborígenes.
«El nombre de matança, en minúscula, con cedilla y en singular, quedó para siempre consagrado en la toponimia universal», explicó Vento.
Responsable de este cambio fue Juan de Vespuci, quien lo escribió en el primer mapa conocido de Cuba, fechado en Sevilla en 1526 y donde fue desterrado el toponimio que le dieron los indios, abunda el experto.
OTRAS CONSIDERACIONES
Acorde con el historiador Arnaldo Jiménez de la Cal, el primer europeo llegado a la ensenada fue Sebastián de Ocampo en 1509 durante el bojeo al país para demostrar su insularidad.
Jiménez de la Cal señala que a través del tiempo se elaboraron varias teorías sobre el surgimiento de la singular denominación y las tres más frecuentes eran, respectivamente, por degollinas de cerdos, aborígenes o españoles.
«Ninguna de las dos primeras explicaciones tenía fuerza para conmocionara la naciente colonia y fundirse en el acontecer histórico», aseguró.
«El sacrificio de ganado a gran escala pudo realizarse solo muchos años después, pero nunca en los primeros 20 años de la presencia hispana en la bahía matancera», añade.
Por otra parte -especifica- «no hay la más pequeña evidencia de una carnicería de indios en las inmediaciones de estos parajes».
Comenta Jiménez de la Cal que en 1508 se fundó la colonia de Urabá en las actuales costas de Colombia, la cual fracasó y sus habitantes decidieron partir hacia la Española, ínsula que acoge en la actualidad Haití y República Dominicana.
«Navegaron sin rumbo fijo hasta naufragar en costas cubanas, salvándose 27 hombres y dos mujeres. Costearon por el norte con rumbo al oriente cubano y fueron recibidos por diferentes cacicazgos hasta llegar a Guanima», expresó el experto.
En ese entorno habitaban indocubanos bajo la jefatura de Guayucayex, quien parecía conocer las atrocidades cometidas en otros lares por los hombres blancos o bien por la lógica defensa del suelo natal, decide enfrentarlos con astucia.
El cacique ofreció la posibilidad de cruzar el estuario y cuando se encontraban en aguas profundas, los remeros volcaron las canoas y murieron los invasores, la mayoría ahogados, y solo se salvaron las dos mujeres y un hombre, dijo el investigador.
Jiménez de la Cal abunda que un trienio después, cuando Diego Velázquez comenzó la colonización de la mayor de las Antillas, se enteró de la existencia de los tres castellanos en poder de los indios y envió un grupo en su rescate.
Los rescatistas cumplieron con la orden y lograron recuperar al trío que contó su odisea a Velázquez y éste lo hizo saber al Rey, en su Carta de Relación del 1 de abril de 1514.

PRIMER ACTO DE REBELDIA
Vento indicó que el acontecimiento protagonizado por Guayacuyex y sus hombres se le ha llamado incidente, «bajo el argumento de discutir si, en efecto, hubo una batalla ajustada a lo que se entiende este hecho en el orden militar».
«De igual modo se estima que la defensa de aquellos aborígenes escapa a lo que hoy identifica el espacio soberano de una nación como patria», aseveró el historiador.
«La patria, dijo el apostol cubano, José Martí, es algo más que la tierra y la hierba que pisan nuestras plantas, en consecuencia, fuera o no conceptualmente procedente llamar patriotas a aquellos indígenas», subrayó.
Vento estimó que será preciso encontrar un sinónimo que permita reunir en una idea suficiente lo que fue la primera defensa documentada contra un dominio extranjero de todo el archipiélago cubano.
En la actualidad, en un área en tierra conocida por el Chiquirrín en la barriada de Versalles y a la vera de las aguas de la bahía, se levanta un monolito cuadrado de unos cinco metros de altura, coronado en su cima con dos piezas en forma de V.
La base cuenta con una tarja que detalla: «En septiembre de 1510 el cacique Guayucayex escenificó en este lugar el primer acto de rebeldía de los aborígenes cubanos contra la conquista».
«Se erige este monumento y plaza al cumplirse el medio milenio de esta acción que dio origen al nombre de Matanzas. Oficina del Historiador de la ciudad».
Como bien subrayó Vento: «Nos llena de orgullo decir que el árbol grande de las luchas por la independencia y de la revolución ulterior, epítome de la gran emancipación americana, tuvo su raíz primigenia en este lugar».

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