La guarania, expresión más pura del alma popular paraguaya

Por Javier Rodríguez

Asunción (PL) El excelso escritor de Paraguay Augusto Roa Bastos calificó la guarania como la expresión más pura del alma popular del país al escucharla por primera vez y hacerle recordar parajes y gentes de la autóctona tierra guaraní, como parte insoslayable del acervo cultural de la nación.

José Agustín Flores, el indiscutido creador del género, fue al encuentro de las raíces musicales de su país y marcó un antes y un después en ese campo.

Antes de abundar en la historia y en la introducción en el ámbito musical nacional de esa creación de Flores, es bueno definirla lo más exactamente posible.

Nadie mejor que el propio Roa Bastos para explicar la ausencia en el país de una genuina música folclórica o autóctona, fuera del auge de una música popular calificada de raíces exóticas.

Flores concibió su creación mediante ritmos y melodías lentas y melancólicas, en compás de seis por ocho, y su inicial intento lo constituyó la polca «Ma’erãpa reikua’ase», de Rogelio Recalde, al llevarla a esa cadencia.

Después, Flores compuso «Arribeño resay» y «Ka’aty», con letra del poeta Rigoberto Fontao Meza, hasta que se unió al bardo Manuel Ortiz Guerrero y lograron algunas de las piezas musicales más legendarias del nuevo género: «India», «Nde rendape aju», «Panambi Vera», «Kerasy», «Paraguaype», con letra en lengua guaraní.

La historia publicada de Flores señala que nació en 1904 en una modesta vivienda de la humilde zona de Punta Karapá, en la popular Chacarita azunceña, hoy casi al borde de su desaparición tras el renacimiento de la Costanera capitalina.

Hijo de un músico popular, el guitarrista Juan Volta, y de una humilde lavandera, María Magdalena Flores, creció en un ambiente marginal, pero sonoramente musical y con intenso fragor de luchas políticas y sociales que marcaron su formación artística y humana y lo llevaron, incluso, a pertenecer al Partido Comunista Paraguayo.

Flores perteneció a la Banda de la Policía pero se le describe como un obsesivo investigador de las raíces de la música paraguaya planteando siempre la necesidad de un ritmo mucho más propio que, en definitiva, logró con la guarania.

No faltaron quienes arremetieron contra el novel creador negándole los méritos ganados y él mismo lo recuerda en sus conversaciones con la escritora Sara Talía, que dieron lugar a un libro bajo el título de «José Asunción Flores: génesis y verdad sobre la guarania y su creador».

Vuelve Roa Bastos sobre el tema y recordó la labor negativa de los detractores, «empecinados calumniadores y traficantes del arte», quienes quisieron aplastar a Flores y Guerrero negándoles su indiscutible mérito innovador.

Resistiendo los embates de la crítica, Flores tomó la decisión correcta a la hora de poner un nombre a su creación y su pensamiento fue hacia los versos del poeta Guillermo Molinas Rolón denominados La Fiesta de la Raza, en los cuales recuerda que el territorio de los indígenas autóctonos llevó el nombre inicialmente de Guarania.

Después de 1933 creó en Buenos Aires la orquesta Ortiz Guerrero y grabó temas memorables como «Gallito Cantor», «Mburicao» y «Ñande Aramboha», con su peculiar estilo y letra de varios poetas.

Su militancia comunista lo convirtió en exiliado y lo llevó a morir en el destierro, en 1972, y a que sus cenizas sólo regresaran a Paraguay después de la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner en 1989, pero dejando vigente el producto de su genio musical.

La guarania, un poco olvidada con el tiempo, vuelve ahora en Paraguay a la actualidad de mano de poetas y artistas nacionales de gran prestigio como Ricardo Flecha, Mauricio Cardoso, el grupo Juglares y otros que decidieron recorrer los barrios de Asunción reviviendo la bella e histórica música.

En un afán de rescatar ese patrimonio musical paraguayo, de reminiscencias ancestrales, ellos comenzaron sus recorridos por emblemáticos lugares de la capital y rindieron homenaje a Flores en la barriada que lo vio nacer.

En este renacer, la guarania parece volver para quedarse definitivamente como expresión del pueblo guaraní.

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