Madres centroamericanas buscan a sus hijos en México

Por Jacinto Granda

México (PL) La novena caravana de madres de emigrantes centroamericanos desaparecidos recorre unos cuatro mil kilómetros por 15 estados mexicanos en busca de sus hijos.

Ellas también reclaman más protección y apoyo de las autoridades y de la sociedad para las 140 mil personas que anualmente atraviesan el país rumbo a Estados Unidos.

En ese largo recorrido, una parte de esos indefensos peregrinos son víctimas de robo, extorsión, violación, secuestro y hasta asesinato por parte del crimen organizado y de autoridades corruptas.

Las 43 progenitoras proceden de Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, y están ayudadas por el Movimiento Migrante Mesoamericano, así como por otras asociaciones civiles mexicanas.

Su marcha, que comenzó el pasado 2 de diciembre y se extenderá hasta próximo día 18, seguirá la ruta más frecuentada por esos viajeros en el trayecto hacia el norte.

Se inició en el municipio de El Ceibo, en el estado de Tabasco, e incluye territorios de Chiapas, Veracruz, Hidalgo, Querétaro, San Luis Potosí, Aguascalientes, Jalisco, Guanajuato, Estado de México, Distrito Federal, Tlaxcala, Puebla y Oaxaca.

Durante la travesía, ellas portan fotos y otras descripciones de los descendientes, que muestran a su paso y en actos públicos.

En esta edición, la caravana lleva el nombre de Emeteria Martínez, una de las fundadoras de este movimiento, quien encontró a la hija en 2010 tras 20 años de búsqueda y fue una activista destacada hasta su fallecimiento en enero pasado.

A los ocho días de recorrido de la actual caravana, tres de los integrantes, una nicaragüense, una salvadoreña y una hondureña, pudieron reencontrarse con sus familiares, quienes no lograron llegar a Estados Unidos y se quedaron en localidades mexicanas.

Durante la marcha anterior, se obtuvo el mayor resultado, pues seis progenitoras localizaron a sus descendientes.

Aunque es mínima la cantidad de perdidos que son encontrados, cada caso abre una esperanza para estas sufridas madres.

La coordinadora general en México de este movimiento, Martha Sánchez, dijo que el apoyo de la población genera pistas que pueden conducir a la localización de familiares.

 

SOBRE LA BESTIA

Una gran parte de los andantes viajan sobre el techo de la Bestia, como llaman a los trenes de carga que cruzan la frontera de Guatemala y llegan hasta el norte la geografía mexicana. En ese transporte ya comienzan los peligros.

Integrantes del crimen organizado asaltan con frecuencia a sus pasajeros y en el mejor de los casos son despojados de los escasos bienes.

En el más reciente de esos hechos, en los primeros días de este mes de diciembre, un grupo armado asaltó a más de 100 pasajeros de uno de esos trenes cuando transitaba por el municipio de Chahuites, en Chiapas.

En otras ocasiones, los atracos lo cometen delincuentes que viajan en ese ferrocarril, como ocurrió el pasado 27 de noviembre en un tramo de Veracruz, cuando varios de esos bandidos arrojaron a la línea a tres hombres y dos de ellos murieron.

A esa situación se añaden los accidentes en la vía, que en el actual año cobraron la vida de 23 pasajeros.

Según el obispo de Saltillo, Raúl Vera, cada seis meses el crimen organizado obtiene por lo menos 25 millones de dólares como producto de los robos y las extorsiones a los emigrantes.

Sin embargo, estos son los delitos menos graves que ellos enfrentan; también resultan frecuentes víctimas del secuestro y el asesinato, que a veces adquiere la categoría de masacre, como las cometidas por el cártel de Los Zetas en ranchos del estado fronterizo de Tamaulipas.

Pero la agonía de estos viajeros no culmina cuando al fin logran cruzar la fortificada frontera de Estados Unidos, la cual incluye un muro divisorio y una poderosa patrulla militar, auxiliada con equipos sofisticados de persecución. A partir de ahí, tienen que enfrentar nuevas amenazas.

Entonces son víctimas del inhóspito desierto; de la felonía de contrabandistas de personas (los conocidos como coyotes y polleros); de la violencia de otros grupos criminales y xenófobos; así como de la guardia fronteriza.

Entre las causas de esas muertes están la deshidratación, el ahogo, la hipotermia, otras complicaciones de salud y el asesinato.

De 2001 a 2012 se registraron dos mil 37 decesos en las zonas fronterizas de Estados Unidos, reconoce un informe del Centro de Ciencia Forense en Pima, Arizona.

Entre las causas de esas muertes están la deshidratación, el ahogo, la hipotermia, otras complicaciones de salud y el homocidio. Se estima que siete de cada 10 de esos cadáveres nunca son identificados.

A pesar de todo este terrible panorama, más de 11 millones de emigrantes indocumentados viven actualmente en Estados Unidos. Empero, su pesar no terminó.

Muchos de ellos desempeñan trabajos fuertes y muy mal pagados, principalmente en la agricultura, en la construcción y como lava platos en restaurantes de baja categoría.

Empero, el mal peor que los acecha es otro. El gobierno estadounidense endureció su política migratoria en contra de los indocumentados y aumentó las deportaciones, sin importar que lleven años en Estados Unidos y hasta tengan hijos nacidos en ese país.

En 2012, las autoridades estadounidenses repatriaron a 400 mil mexicanos, según el instituto mexicano de Migración.

De acuerdo con el sacerdote Alejandro Solalinde, director del albergue para emigrantes Hermanos en el Camino, con sede en Oaxaca, al menos 10 mil emigrantes centroamericanos se encuentran actualmente desaparecidos, aunque otras fuentes multiplican esa cantidad hasta 70 mil.

Detrás de cada uno de ellos, está una madre que llora.

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