Lima, 31 dic (PL) El Perú cerró el año con un debate sobre los medios de comunicación privados, con ataques al presidente Ollanta Humala por comentarios sobre el tema, mientras el ministro de Justicia planteó que la presencia empresarial en la prensa escrita deber ser regulada.
Los ataques se intensifican, en particular desde la cadena del diario conservador El Comercio, fortalecida meses atrás con la adquisición de la cadena de diarios Epensa, lo que motiva denuncias de concentración de medios por parte del grupo de diarios La República e importantes personalidades y sectores sociales y políticos.
Humala es cubierto de epítetos lanzados por políticos conservadores, incluyendo a los exgobernantes Alberto Fujimori y Alan García, el primero preso y el segundo investigado por corrupción y ambos con amplia acogida en los medios del grupo El Comercio, que incluyen dos canales de televisión muy importantes.
La arremetida se debe a que Humala dijo el domingo que está de acuerdo con las denuncias contra la concentración de la propiedad de los medios y señaló que es una vergüenza que un grupo empresarial (El Comercio) tenga una decena de diarios, así como emisoras de radio y televisión y otras empresas que hacen negocios con el Estado.
«Creo que es un vergüenza que en el Perú estemos teniendo un grupo que sea prácticamente el dueño de los medios de comunicación, eso es peligroso», comentó, al considerar inadmisible «hacer negocio con la libertad de expresión».
Ayer, al desatarse los ataques, el presidente del Congreso de la República, Fredy Otárola, al igual que otros legisladores oficialistas y ministros, negó que el gobierno tenga intención de controlar los medios, como afirman sus detractores.
Adicionalmente, el ministro de Justicia, Daniel Figallo, dijo en una entrevista televisiva que la libertad de expresión está «perfectamente cautelada» y garantizada por el gobierno.
Destacó al mismo tiempo la importancia de la libertad de información, pues «la evaluación, el dominio del pensamiento libre y el desarrollo de cada persona se genera a partir de la información».
Señaló que por ello es importante el pluralismo informativo, que la Constitución establece para los medios escritos, radiales y televisivos, aunque solo están regulados empresarialmente los dos últimos, más no los órganos impresos de difusión.
Hay una ley que regula la participación empresarial en la radio y la televisión, «¿cuál es el problema que lo haya en los medios escritos? Si la Constitución habla de los tres, ¿cuál es el temor?», dijo Figallo ante los reclamos conservadores contra una eventual legislación sobre la materia.
Aseguró también que la declaración presidencial de ninguna manera es una injerencia, como sostienen sus detractores, en el proceso judicial abierto por un recurso presentado por el grupo La República por la absorción de la cadena Epensa por el grupo El Comercio.
El Instituto Prensa y Sociedad, financiado por fuentes norteamericanas, demandó a Humala que precise los alcances de sus declaraciones y se abstenga de intervenir en el tema y deje que el litigio se resuelva en los tribunales, expuestos también a presiones mediáticas.
La Confederación General de Trabajadores, la Asociación Nacional de Periodistas y el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación, entre otras organizaciones sociales, se han pronunciado contra la concentración mediática empresarial.
Para la directora de la Asociación de Comunicadores Sociales Calandria, Marisol Castañeda, la concentración de los medios de comunicación no solo es un tema de libertad de empresa o de expresión, sino se relaciona con el derecho de los ciudadanos a una información de calidad, relacionada con la pluralidad, la veracidad y la ética.
«La libertad de expresión trae consigo el derecho a información de calidad. Los periodistas y los ciudadanos en general, debemos velar por el ejercicio de una comunicación de calidad», señaló.
La discusión tiene como contexto reiterados señalamientos de especialistas sobre la extrema parcialidad de la mayoría de los medios de prensa, en especial los del referido grupo hegemónico, a favor del modelo económico neoliberal y las posiciones conservadoras, lo que se exacerba en el debate de importantes temas y en las coyunturas electorales.