De Europa a Siria: jóvenes en conflicto

Por Luisa María González

La Habana (PL) Miles de jóvenes europeos van a Siria a unirse a grupos extremistas; algunos mueren, otros regresan, y el tema causa inquietud a los gobiernos del Viejo Continente, los mismos que alientan y respaldan a esas bandas opositoras armadas.

Las más recientes estadísticas hablan de entre mil 500 y dos mil europeos reclutados por organizaciones extremistas vinculadas a Al Qaeda, que han preparado los traslados al país del Levante y la inserción allí como combatientes.

«El fenómeno es particularmente preocupante», alertaron los ministros de Interior belga, Joelle Milquet, y francés, Manuel Valls.

Según sus declaraciones, el número de reclutados no para de crecer y el mayor auge fue en la segunda mitad de 2013, pues en junio de ese año la cifra se calculaba en apenas 600, lo que significa un aumento de más de mil en apenas seis meses.

Bruselas y París son los encargados de coordinar las acciones de las naciones más impactadas, entre ellas Reino Unido, Alemania, Holanda, España, Italia, Suecia y Dinamarca.

«Las proporciones por países son muy uniformes. Es un fenómeno realmente muy generalizado, con proporciones idénticas y perfiles idénticos», explicó Milquet.

La prensa europea aborda el tema y refleja la dramática situación: «Algunos de estos jóvenes ya se habían involucrado en enfrentamientos armados. Otros vivirán, en Siria, su bautismo de fuego», publicó recientemente el diario francés Le Monde.

 

EL RECLUTAMIENTO

La labor de reclutar a los jóvenes es realizada por diferentes organizaciones radicadas en los países europeos implicados.

Por ejemplo, en Bélgica desempeña un rol importante un grupo llamado Sharia4Belgium, el cual pese a estar oficialmente disuelto desde 2012, continúa buscando muchachos vulnerables para enrolarlos, al punto de que varios medios europeos citan la nación como la mayor proveedora.

En general, se trata de organizaciones que mantienen algún nexo con Al Qaeda o el frente Al Nusra, este último «uno de los grupos de combate más estructurado, más radical y mejor armado», precisó Le Monde.

Para involucrar a los muchachos en la lucha, los reclutadores les transmiten las creencias islámicas referidas a la guerra santa o yihad, lo cual implica asumir que irán a Siria a librar una misión sagrada.

El periodista belga Jyllands-Posten explicó: los «jóvenes miembros de bandas van a hacer la guerra en nombre del Islam y la yihad», mientras para el especialista en antiterrorismo de la Universidad holandesa de Leyda Erwin Bakker, «lo más inquietante es que muchos de ellos se radicalizan en cuestión de semanas».

Por otro lado, se señalan las redes sociales en Internet como una importante herramienta para los reclutamientos, pues allí promocionan la guerra santa y la radicalización de las víctimas, en tanto el proceso sucede muchas veces sin que los padres lo perciban.

El coordinador de la lucha contra el terrorismo de la Unión Europea (UE), Gilles de Kerchove, aconsejó a las autoridades ser más agresivas en las redes sociales como Youtube o Facebook, porque es en ellas donde los procesos de reclutamiento tienen lugar.

Si bien el procedimiento para conquistar a los jóvenes es similar, no siempre coincide el perfil de los enrolados, pues a veces se trata de emigrantes procedentes de países árabes que ya han tenido contacto con el Islam, pero otras son nativos europeos en los que la conversión comienza desde cero.

En consecuencia, Kerchove insistió en que los estados afectados deben reforzar la vigilancia a nivel local con el propósito de detectar cualquier caso de radicalización en momentos tempranos.

«Debemos elevar el nivel de conciencia sobre el problema de los policías, los trabajadores sociales presentes en las escuelas, los jefes religiosos en las comunidades, y todas las personas que tienen alguna influencia», precisó.

 

HORA DE LA VERDAD EN SIRIA

Algunos de los que deciden irse al país del Medio Oriente viajan mediante canales organizados por quienes los reclutan, pero otros lo hacen de manera individual y Turquía, nación euroasiática que comparte fronteras con Siria, deviene vía expedita.

Puesto que se trata de un país turístico para el cual no es necesario obtener visa, los muchachos simplemente compran un boleto de avión y llegan allí, donde generalmente un contacto los espera en zonas limítrofes.

De acuerdo con la cadena de radiodifusión alemana DW, la mayor parte de las entradas se producen por el norte se Siria y luego se unen generalmente a los grupos más radicales de los varios que operan en el territorio.

«Y aunque en un inicio no todos ellos se convierten en combatientes, sí corren el riego de unirse a los grupos más peligrosos», estimó Kerchove.

En este sentido, los reportes indican que no siempre les dan armas a los europeos y los incluyen en las batallas, pues muchas veces los subestiman y les asignan «labores menores».

«Ellos llegan con la cabeza llena de imágenes heroicas y esperan convertirse en guerreros, pero la mayoría no tendrán ni siquiera un arma. Se les usa para levantar barricadas, para ser vigías de observación o como carne de cañón», precisó Le Monde.

Algunos padres entrevistados por la prensa afirman conocer que sus hijos están en Siria apenas por una llamada telefónica, pues ellos establecen muy poca comunicación; es decir, por lo general pasan meses sin tener noticias.

Por esa razón, a veces los jóvenes mueren y las familias ni siquiera se enteran o lo hacen tiempo después, uno de los fenómenos más duros dentro de todo el problema.

«Nuestros hijos revientan allá y nadie lo sabe», se lamentó Dominique Bons al conocer la muerte de su hijo Nicolás.

En fecha reciente se supo también sobre el fallecimiento de un joven belga de 19 años que partió hacia Siria en agosto de 2013.

Hans Bonte, alcalde de la ciudad de Vilvorde -de dónde era originaria la víctima- aseguró que el muchacho había crecido en una familia musulmana moderna y abierta de espíritu: «Era un buen estudiante y sus padres no se percataron de su radicalización».

 

¿Y SI VUELVEN A EUROPA?

Jejoen Bontinck es otro belga de 18 años que corrió mejor suerte y tras largas y complicadas gestiones de su padre para repatriarlo, se reportó que finalmente está en Holanda, según el diario De Standaard, de Bruselas.

Para irse a Siria meses antes, el muchacho crecido en una familia católica había dicho a sus padres que pasaría unos días de vacaciones a ese mismo país, pues la familia no tenía idea de su conversión al Islam.

Meses después llamó al padre desde el país levantino llorando y pidiendo ayuda para salir de ahí, tras lo cual el jefe de familia, un antiguo militar, decidió partir en busca de su hijo.

Esta historia podría considerarse una buena noticia, sin embargo, los dirigentes europeos opinan que el regreso de estos jóvenes es la mayor preocupación y el peligro más acuciante para el continente.

En declaraciones a la prensa, los ministros de Interior francés y belga coincidieron en que pese a no registrar todavía retornos masivos, si esos jóvenes vuelven podrían constituir una amenaza para «nuestros países y poblaciones».

Mientras, el diario danés De Morgen citó declaraciones del jefe de los servicios secretos en el país, Jakob Scharf, quien expresó claramente la alarma del gobierno.

«Esta gente ya es potencialmente violenta, y, cuando regresen a casa, tendrán acceso a armas y explosivos. Es muy inquietante ver cómo se crea ese vínculo con los criminales», estimó. Para los especialistas europeos, el hecho de que muchos de estos jóvenes sean subvalorados en Siria es un factor de riesgo.

«Su frustración puede reforzar, al regreso, su radicalismo y voluntad de luchar», señaló Erwin Bakker.

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