Yoko Ono emprende lucha contra caza de delfines

La Habana (PL) Tal vez rememorando los tiempos en que junto a su esposo, el exbeatle John Lennon, se sumaba a las causas por la paz, Yoko Ono inició una campaña contra la captura y sacrificio de los delfines en Japón.
Con un apoyo multitudinario en redes sociales como Twitter y Facebook, solicitó a los pescadores de la ciudad nipona de Taiji que abandonen la caza de los mamíferos marinos, una actividad rechazada por casi todo el planeta.
Ono publicó una carta abierta dirigida a los habitantes de la pequeña ciudad, ahora famosa por el documental ganador del premio Oscar «The Cove» en 2010, el cual revela el baño de sangre anual que en esa localidad se comete contra los delfines.
Durante la ceremonia correspondiente a este año, unos 500 mamíferos marinos quedaron varados en una bahía japonesa y sus captores mataron a un centenar, en tanto a los sobrevivientes les permitieron regresar a su hábitat, lo cual, según la activista, daña la reputación de Japón.
Continuar con esa práctica dará una excusa para que los niños en China, India y Rusia hablen mal de la nación del Sol Naciente, escribió en su blog personal «Imagine Peace» el 20 de enero de 2014.
Y añadió: Durante muchos años hemos trabajado duro para que haya comprensión de la vida nipona en el mundo y la caza de delfines no contribuye a esa causa.
La carta abierta de Yoko Ono se suma a la escrita por la embajadora estadounidense en Japón, Caroline Kennedy, quien expresó preocupación por la matanza de los delfines en Taiji, que consideró una total muestra de deshumanización.
Única sobreviviente de los hijos del asesinado presidente John Fitzgerald Kennedy, Caroline confirmó así la opinión de la Casa Blanca, la cual se opone a la caza y captura del mamífero marino.
Sus opiniones también las comentó el fugitivo ecologista Paul Watson, quien declaró que el mensaje de la diplomática tal vez imprima una presión adicional sobre el gobierno japonés para evitar una costumbre inconcebible en el siglo XXI.
Fundador de la Sea Shepherd Conservation Society, Watson se ha refugiado en Estados Unidos para eludir una orden de extradición de la justicia nipona que lo acusa de cometer acciones terroristas contra los barcos balleneros nipones.
Watson sufrió prisión en Frankfurt, Alemania, con motivo de una orden emitida por el gobierno de Costa Rica, el cual lo imputó de cargos derivados de un enfrentamiento en alta mar para evitar la caza de tiburones en 2002.
El líder ecologista contrario a la pesca de delfines y ballenas, informó que en anteriores campañas activistas de la organización ambientalista salvaron a más de tres mil 500 de aquellas últimas de los depredadores japoneses.
Según Sea Shepperd y la organización ecologista Greenpeace, el mercado ballenero del país del Sol Naciente tiende a la desaparición y sólo sobrevive por los subsidios estatales.
A la flota ballenera japonesa la acompañan efectivos armados para garantizar su seguridad, habida cuenta de que los ambientalistas van hasta el abordaje de las embarcaciones para obstruir la pesca de los gigantes marinos.

CAPTURA DEFENDIDA POR EL ESTADO
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, defendió la caza y sacrificio de delfines que cada año se realiza en Taiji, con el argumento de que se trata de una tradición ancestral, parte de la cultura de esa localidad.
En un mensaje difundido vía digital, Abe aseguró que la matanza del mamífero marino constituye una antigua práctica arraigada a las costumbres e idiosincrasia de los aldeanos.
De acuerdo con el jefe del Gobierno nipón, en cada país y región hay hábitos, formas de vida y cultura transmitidas de padres a hijos que deben ser respetadas.
En la misma sintonía que Abe se ha expresado el ministro de Agricultura, Silvicultura y Pesca, Yohsimasa Hayashi, quien ratificó que Japón continuará cazando ballenas, pese a las críticas de otros países y los enfrentamientos con organizaciones defensoras del mayor mamífero del planeta.
Hayashi subrayó que las censuras contra esa práctica nipona constituyen un ataque cultural contra la nación asiática, una especie de prejuicio, remarcó.
Desde el punto de vista japonés, esa caza se incluye dentro de una tradición, cuyos detractores, precisó el ministro, expresan irrespeto por el acervo nacional.
Noruega e Islandia son los dos otros Estados que se dedican a la pesca ballenera, pese a una moratoria emitida en 1986 para proteger al mamífero marino.
Tokio afirma que en mayoría de los casos la captura de esos animales se orienta hacia investigaciones científicas, pero en la realidad, según denuncias de los ecologistas, el destino es la mesa de los japoneses.
Los gobiernos de Australia y Nueva Zelanda han mostrado indignación por las expediciones anuales de Japón en el océano Antártico, el cual la Comisión Internacional Ballenera Internacional considera un santuario para esos gigantes marinos, empero Tokio justifica esa cacería a cómo dé lugar.

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