Aterrorizar a los obesos, ¿alternativa médica?

PL

La obesidad constituye un enemigo más que recurrente en la batalla por la supervivencia. Tal afirmación reaparece hoy cuando algunas novedades científicas apuntan a maneras de combate para rectificar fórmulas de vida.
Si bien es cierto que las dietas ya son obsoletas para combatir el exceso de peso, también lo es que existen técnicas que pueden muy bien colaborar en ese constante enfrentamiento.

La mayoría de los médicos, en todo el mundo, coinciden en que la mejor manera de escapar de ese flagelo se apoya en una sencilla fórmula: una higiene de la alimentación entendida por la correcta elección de los productos y el momento de consumirlos, y más ejercicios.

Por tanto, tener una ingesta de alimentos sanos como las frutas y los vegetales, evitar exceso de grasa y fritos, bebidas alcohólicas y tabaco; comer cada tres horas de una manera frugal, hidratarse y hacer prácticas saludables como caminatas o trote y calistenias, permiten un resultado favorable.

Esas simples ecuaciones, por supuesto, exigen de algo que a veces se complica, fuerza de voluntad, y encontrar siempre el tiempo para poner todo en orden.

Parece muy fácil, pero no lo es. La constancia es el punto clave para unir todos esos factores de la lista y de esta manera mantener a raya a la obesidad, pues el asunto radica no en llevar el régimen por un tiempo, sino de por vida; es decir, cambiar el régimen alimentario y de vida.
No obstante, existen curiosidades como una muy reciente que apunta tácticas antitabaco para combatir la obesidad.

Las nuevas directrices del Foro Nacional de Obesidad, en el Reino Unido, indican que las futuras campañas contra la obesidad deberían ser más contundentes, similares a las realizadas en Estados Unidos para alertar a los fumadores sobre los efectos nocivos del tabaco.

Pues entonces, el asunto radica en si es viable tratar a la obesidad como al tabaquismo, mientras los investigadores buscan varias herramientas para mejorar la salud.

Dejar de fumar reduce el riesgo de ataques al corazón, y por tanto los galenos ven un vínculo entre ambos problemas.

Para algunas personas, sobre todo ex fumadores, el efecto de los mensajes antitabaco influyó notablemente en su cambio de conducta.

La presión social tiene un fuerte peso, tal y como lo ven en el Instituto Hastings del Reino Unido, un centro dedicado a la bioética y las políticas públicas.

Esa fuente recuerda campañas directas contra el tabaquismo, que convencieron a mucha gente de sus negativas acciones, y de la implicación para otras personas, como grave peligro.

Los expertos de dicho instituto señalan que aún el público no es aterrorizado con el problema de la obesidad, lo que seria bueno como variante para vivir mejor.

Pero la obesidad tiene otro lado a tener en cuenta, nadie se burla de un fumador por su apego a los cigarrillos, pero si lo hacen con la gente de exceso de peso.

Los especialistas consideran que la estigmatización es un gran riesgo cuando se trata de campañas contra la obesidad.  Por tanto,  tabaquismo y obesidad ahora entran en paralelo, y quizás sea necesario aterrorizar a los obesos.

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