Leana, el balneario más antiguo de España

Por Miguel Lozano

Fortuna, España.- Viajar en el tiempo y sumergirse en aguas brotadas en el desierto puede resultar un placer para los sentidos y la mente, pero si además beneficia la salud, es un regalo a la vida.

Probablemente estos son elementos que hacen de los balnearios con tratamientos de aguas termales verdaderos oasis que aún en tiempos de crisis (o tal vez por ello mismo) siguen atrayendo visitantes.

Esta filosofía de paz y salud, explica a Prensa Latina Pedro de Leana, V conde de San Jorge, es la que mantiene abierto el Balneario de Leana, en la comunidad autónoma española de Murcia, 25 siglos después que los romanos instalaron cerca una piscina de agua termal.

Desde el siglo V antes de Cristo los romanos construyeron las primeras instalaciones -dice-  porque es un lugar ensimismado, en medio de un desierto, al que ahora se agrega una mini ciudad del siglo XIX con aguas únicas y prodigiosas.

Las aguas del balneario más antiguo de España resultan beneficiosas especialmente para tratar dolores articulares y musculares.

De Leana las considera las mejores del mundo para problemas circulatorios, bronquitis, sinusitis, asma, todo lo que tiene que ver con el sistema respiratorio. Las mejoras son espectaculares y también en recuperaciones postraumáticas, asegura.

Un secreto del líquido es su ligera radioactividad, pues posee gas radón, calmante y vasodilatador, bueno para el estrés y la ansiedad.

Las aguas brotan a un temperatura de 49 grados centígrados, son hipotónicas (hidratan más la piel) y muy mineralizadas, por su contenido de magnesios, sulfatos, sales, litio y manganeso, entre otros.

Más de 30 mil personas disfrutan cada año de un regalo, si no de los dioses, sí de los romanos, dados al buen vivir, que dejaron muy cerca los restos de una piscina de agua termal junto a sus capillas.

La zona, unos 400 kilómetros al sureste de Madrid y a unos 80 del Mediterráneo, cuenta con restos de enterramientos neolíticos, de un poblado ibérico y la Cueva Negra de Fortuna, a tres kilómetros, un santuario romano donde se pueden observar aún escritos latinos.

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El antiguo manantial se secó debido a un terremoto en 1837 y ello provocó el abandono del balneario y templo romano, pero en 1846 fue hallado otro por debajo del primero.

El hallazgo dio lugar a la construcción del nuevo balneario a 200 metros del original, en el lugar conocido desde la antigüedad por Leana, cerca del poblado de Fortuna.

Las termas, los hoteles Balneario (el más antiguo de Murcia), España y el Victoria, conforman junto a las instalaciones del spa, un café teatro, parques, un complejo de piscinas al aire libre y una capilla neoclásica, un pequeño poblado del siglo XIX con atractivos únicos.

Entre estos se encuentra una réplica de la Capilla Sixtina y un restaurante inspirado en el del Titanic, de cuya compañía propietaria, la White Star Line, era agente en Barcelona el dueño del balneario.

Entre las piezas más cuidadas de la herencia está una colección de bañeras de mármol, talladas a mano, en las cuales se siguen ofreciendo tratamientos de hidroterapia.

En proceso de convertirse en museo, está el palacete de la Atalaya, de 1871, construido por la familia dueña del balneario, con un trono estilo neonazarí y un exterior inspirado en las villas de Palladio, Italia.

Piscinas subterráneas (una de leche hidratante) y el vaporario conviven con notas como la alberca al aire libre del balneario donde por primera vez Concha Velasco cantó en 1963 La chica ye-ye (Algueró y Guijarro), himno pop en España y Latinoamérica.

La Historia y las aguas medicinales conforman un contexto propicio para el relajamiento, al que se suman duchas perfumadas y un ambiente aromático basado en mezclas de sustancias naturales y sintéticas creadas por el propio De Leana.

Con nombres como Libertad, Alegría, Amistad, se crean atmósferas que recuerdan acantilados, limoneros, bosques de bambú o ríos mansos de márgenes floridos, hechos por la mano y los conceptos de un creador que considera el perfume un arte a la vez efímero y eterno.

A partir de su percepción, según la cual existe una luz interior dada en gran parte por el olfato, las fragancias rodean de un toque particular el balneario, para regocijo de quienes buscan beneficios de cuerpo y mente en aguas termales del desierto, un oasis en tiempos turbulentos.

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