CUIDADO CON EL “MORTIBÚS”

Por Guillermo Robles Ramírez

La preocupación de la seguridad en Saltillo, no está presente solamente con las ratas de dos patas, sino también en el transporte urbano en donde los concesionarios volvieron a sus antiguas prácticas de conductores de la muerte. Ahora los saltillenses que andan a pie tampoco están seguros, pues tendrán que estar bien “ojo de chícharo” para que no sean atropellados en las banquetas de la ciudad por éstos conductores irresponsables, que lamentablemente de “Saltibús” pasaron a “MortiBús”.

Pero si ustedes creen que ahí es donde acaba la preocupación de los saltillenses, están muy equivocados. Existen otros servicios de transportes que nunca han sido regulados por ninguna autoridad y  al existir una demanda en donde la preocupación de los padres de familia de proporcionar todo el bienestar a los hijos son de las cosas más importantes de la vida, convirtiéndose los hijos el eje de una lucha continua para salir adelante y  proporcionarles todo  lo necesario para que el día de mañana tengan todos los instrumentos indispensables para que sean hombres y mujeres de bien.

Todo inicia desde la educación que reciben dentro de la familia así como sus valores, y la obligación de proporcionales estudios. Al comienzo de cada año escolar en México, millones de escolares son alistados con sus uniformes, libros, mochilas, el lonche y son enviados a los institutos de estudios, algunos a escuelas particulares y otros a estatales o federales.

Aparentemente hasta aquí es donde llega la tranquilidad de muchos padres de familia pero si estamos al pendiente de nuestros hijos y su seguridad, cuántos de ustedes se han puesto a pensar sobre la seguridad en el transporte de los menores, sobre todo para aquellos quienes viajan en autobuses escolares o en camionetas privadas.

La confianza de saber la trayectoria de la casa a la escuela y viceversa; lo hace como algo cotidiano convirtiendo aquella aparente  “seguridad” como nuestro peor enemigo, sin tomar las mínimas precauciones necesarias hasta que no pasa algún accidente.

Nadie nos puede asegurar que durante el trayecto pudiera suceder un percance automovilístico llevándose un tremendo susto los pequeñines.

Los transportes escolares en nuestro país tienen una carencia de medidas de seguridad, para comenzar no todos asientos tienen cinturón de seguridad, siendo éste el primer peligro ya que en caso de presentarse algún choque o simplemente el conductor requiera de hacer un frenado de emergencia, todos los niños corren el peligro de ser proyectados unos con otros, incrementando el grado de riesgo que se corre.

La obligación de que en su interior debe de ir otro adulto aparte del chofer, es muy necesaria para que acomode a los niños por tamaño, que cada uno tenga un asiento asignado y que tenga la habilidad de saber cómo corregir un mal  comportamiento de los pasajeros para que éste no sea un distractor  principal para el conductor, pero que además tenga el conocimiento básico de paramédicos para cualquier tipo de emergencia, y evidentemente contar con el botiquín de primeros auxilios. También ésta misma persona debe hacerse responsable de asegurarse la llegada del menor hasta la puerta de su casa y no permitir que se baje por sí solo, cruzando una calle que aparentemente  se puede ver segura desde la perspectiva de un adulto.

Las condiciones físicas de las unidades es otro de los factores que debe preocupar a los padres de familia, ya que la mayoría son vehículos chatarras que tienen muchas fallas mecánicas, y otros con dudosas instalaciones de gas butano utilizado como combustible  para mover dichas unidades, por su alto rendimiento por kilómetro.

Prolifera por todas las ciudades del país, sin exceptuar las de Coahuila, una gran cantidad de unidades piratas que con el simple hecho de poner una tabla en lugar de asiento, y pintarlos de amarillo, piensan que son vehículos seguros para el transporte escolar, pero ni siquiera cuentan con salidas de emergencia para en caso de un accidente o un incendio, pero lo peor de todo es que también aquellas unidades que están registradas ante las autoridades, tampoco cuentan con ésta medida de seguridad mínima para estar circulando, poniendo en riesgo la inocencia de muchos niños, que son enviados a la escuela.

La mayoría de los vehículos corresponden a modelos ochenteros conocidos como “minivans”, en el mejor de los casos pero también existen otros todavía más viejos que no cumplen con los requerimientos necesarios de seguridad que marca la ley; pero cómo exigirle a  una autoridad cuando en la realidad se trata de un contrato privado entre padres de familia con un particular que por el simple hecho de tener una chatarra con cuatro ruedas, ofrece un servicio, dejando desarmado a la justicia para poder regularizar éste tipo de unidades.(Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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