Gabriel García Márquez, un patriarca en su eterna primavera

Bogotá, 17 abr (PL) Un hondo pesar es el denominador común de los colombianos al conocer hoy  el fallecimiento de Gabriel García Márquez, el Gabo entrañable para todos, presencia familiar cuya literatura es siempre un refugio, un lugar para el disfrute y los sueños.
Gabo, como lo llaman desde siempre sus coterráneos, falleció hoy a los 87 años en México donde residió una parte importante de su vida. Ingresado en un hospital de ese país el pasado 31 de marzo por una afección pulmonar, fue dado de alta el 8 de abril.
Se mantiene estable, dijeron la víspera su esposa Mercedos y sus hijos Rodrigo y Gonzálo, pero está muy frágil y pueden presentarse complicaciones debido a su edad.
Pese a ello, los colombianos siempre pensaron que podía recuperarse. Para la gran mayoría, era sencillamente inmortal, y siempre será «una presencia que nos acompaña».
Dolor y gratitud se mezclan a partes iguales en el sentimiento colectivo. Dolor por la pérdida física, y gratitud por la magnitud de una obra imperecedera, anclada para siempre en la literatura de todos los tiempos y en particular en la de lengua hispana, un idioma que enriqueció y renovó sin dejar de guardar una fidelidad absoluta a sus raíces esenciales.
De ella se nutrió en las largas noches de su juventud y adolescencia desveladaa, desde Cervantes a Quevedo, a la poesía del Siglo de Oro, Lorca y Miguel Hernández, como bebió también de todas las artes, y en particular de la música ardiente del Caribe colombiano.
A esa literatura en lengua hispana, le aportó los otros jugos esenciales, los del imaginario y el español mestizo de este costado del mundo, el mestizaje profundo de una América Latina en cuya identidad se mezclan las raíces africanas.
Colombia entera se mantendrá palpitante en su literatura. Gabo sigue ahí, alentando en ella como un patriarca en su eterna primavera.

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