La Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) inició anoche su Primera Temporada 2015 con un exquisito programa que incluyó piezas de Maurice Ravel (1875-1937), Manuel De Falla (1876-1946) y Joaquín Rodrigo (1901-1999), así como la participación del guitarrista español Pepe Romero para interpretar el célebre “Concierto de Aranjuez”.
Para complementar el banquete musical y escénico, la compañía Erase UnaVez, dirigida por César Piña, interpretó el ballet original que Léonide Massine (1896-1979) creó para “El sombrero de tres picos”, con los diseños originales del pintor Pablo Picasso.
Con la enérgica batuta del director artístico de la OSN, Carlos Miguel Prieto, el recital inició con “Rapsodia española”, de Maurice Ravel y continuó con “Concierto de Aranjuez” para guitarra y orquesta, de Joaquín Rodrigo, en el que vibró emocionante la guitarra, fina, entonada y bien educada del maestro Pepe Romero (Málaga, 1944) .
Cabe señalar que el intérprete español es considerado una de las pocas leyendas vivientes de la guitarra y de la música de concierto. Hijo del reconocido Celedonio Romero, Pepe ha tocado en la Casa Blanca y el Vaticano, además de participar en festivales internacionales como los de Salzburgo, Ravinia, Israel, Osaka, Granada y de Estambul.
Ha actuado con las más importantes orquestas de Estados Unidos, entre ellas las de Filadelfia, San Francisco y Nueva York. En Europa, ha sido solista con agrupaciones como la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Montecarlo, la Orquesta Nacional de España, la Filarmónica de Hamburgo, la Nueva Orquesta de Cámara de Moscú, entre otras.
Para la segunda parte del programa, la agrupación interpretó “El sombrero de tres picos”, ballet compuesto en 1919 por Manuel de Falla, basado en la ovacionada novela homónima de Pedro Antonio de Alarcón. Para ese número se contó con la coreografía de Léonide Massine y decorados de Pablo Picasso.
En esta pieza participaron la mezzosoprano Carla López-Speziale y la compañía escénica mexicana Erase Una Vez dirigida por César Piña.
Para esta ocasión, se hizo el rescate de la coreografía de Massine y de los diseños originales de Picasso, que se apreciaron tanto en la escenografía y en la utilería, como en el vestuario de los ocho bailarines en escena.
Las autoridades del Palacio de Bellas Artes se vieron en la necesidad de instalar al menos una pantalla en el vestíbulo, debido a que la sal estuvo colmada de melómanos y a que el intenso tráfico en la ciudad provocó que muchas personas llegaran tarde.
Por suerte, este mismo programa se repetirá mañana, domingo 1 de febrero, en el Palacio de Bellas Artes.
Fuente: notisistema