Matteo Renzi y la promesa de cambiar Italia

La Habana (PL) Tras un año en el poder, Matteo Renzi, el primer ministro más joven de la historia italiana, no deja de sorprender y es  capaz de salir ileso de una prueba de fuego que pudo significar el fin de su carrera y el inicio de una profunda crisis política.
Pese al enojo de algunos y la perplejidad de otros, el exalcalde florentino de 40 años apostó el destino del Ejecutivo en un intento por acelerar los cambios prometidos a inicios de su administración, continuamente postergados por sus predecesores.
Más que simples transformaciones, Renzi pretende acabar con el bicameralismo perfecto existente en Italia, considerado un obstáculo
para la aprobación de reformas y la causa principal de ingobernabilidad en el país.
Con tal propósito, planteó una propuesta de nueva ley electoral y presentó la votación sobre el proyecto en forma de moción de censura, lo cual provocó el rechazo no solo de fuerzas opositoras, sino también de miembros de su agrupación política, el Partido Demócrata (PD).
El sometimiento de su mandato a un voto de confianza fue criticado por los enormes riesgos que implicaba, pero culminó demostrando la fortaleza del Ejecutivo, si bien sacó a la luz algunas divisiones dentro del propio PD.

PROMESA CUMPLIDA
Tras ser avalada por el Senado y después de varias jornadas de debate, la propuesta de Renzi fue respaldada por 334 votos en la Cámara de Diputados, en tanto 61 legisladores se opusieron y cuatro optaron por la abstención.
La nueva ley, conocida como Italicum, entrará en vigor en julio de 2016 y cumple la promesa del Primer Ministro de acabar con la
inestabilidad en un país donde hubo 63 gobiernos en los últimos 70 años.
Los estatutos aprobados establecen un sistema de representación proporcional que otorga la gran mayoría parlamentaria (55 por ciento de los escaños) al partido o coalición con más del 40 por ciento de los votos, para así facilitar la formación de Gobierno.
Si ningún contendiente alcanzara o superara los 40 puntos de respaldo, los dos primeros irían a una segunda vuelta.
Asimismo, plantean la disminución del poder de influencia de pequeñas coaliciones, las cuales solo obtendrán escaños si superan el 12 por ciento de los votos.
Si bien se descarta por el momento la eliminación del Senado, el jefe del Ejecutivo continúa defendiendo la necesidad de terminar con la igualdad de poderes entre la Cámara baja y la alta, y proyecta una futura abolición de esta última o su reducción a un ente de representación regional.
Con ese propósito, se disminuiría la cantidad de integrantes del Senado y se le retirarían competencias legislativas, lo cual
viabilizaría la aprobación de leyes para dinamizar el desarrollo nacional.
Durante un acto en la Bolsa de Milán, Renzi aseguró que la reforma permitirá que un gobierno pueda estar en el poder cinco años, pues «serán los votantes quienes decidan el partido ganador, no los acuerdos entre formaciones».
«Compromiso cumplido. Promesa respetada», afirmó el Primer Ministro en la red social Twitter tras conocer los resultados de las votaciones y añadió: «Italia necesita de quien no siempre diga no. Adelante con humildad y valentía».
La ley anterior, aprobada por la administración de Silvio Berlusconi en 2005 y conocida como Porcellum o Cerdada, había sido declarada inconstitucional porque no permitía a los electores asignar votos de preferencia y no establecía un por ciento de respaldo mínimo para otorgar el premio de mayoría.
Aun cuando la formación con más votos tenía garantizada la mayoría en la Cámara de Diputados, no sucedía así en el Senado, lo cual dificultaba la labor del Gobierno, cuyas iniciativas debían ser aprobadas por ambas partes y, en caso de sufrir algún cambio, volver a ser sometida al juicio de todo el Parlamento.
De esta manera, los partidos vencedores dependían de coaliciones con pequeñas agrupaciones que se convertían en obstáculos para el desarrollo de proyectos y transformaciones.

¿UN PACTO CON EL DIABLO?
La validación de la nueva ley no estuvo exenta de polémica y se realizó en ausencia de varios diputados de agrupaciones opositoras como el Movimiento 5 Estrellas y Forza Italia (FI), y de una treintena de miembros del PD, quienes decidieron no participar.
Así, de 630 integrantes de la Cámara, unos 231 no ejercieron el voto y, como otros, el ex primer ministro Enrico Letta criticó la reforma y los métodos empleados por Renzi para lograr su aprobación.
Según destacó el diario la Repubblica, Letta acusó a su sucesor de actuar como Berlusconi, acostumbrado a usar artimañas para aprobar
legislaciones.
Renzi había buscado el apoyo del multimillonario líder de FI para evitar que su propuesta fuera retenida por el Parlamento y enfrentara obstáculos interminables.
Algunos miembros de la formación del Primer Ministro consideraron peligroso el trato con la agrupación opositora y acusaron a Renzi de
resucitar a Berlusconi tras declararle el fin de su juego.
No obstante, el magnate retiró su respaldo al Gobierno por su descontento con las estrategias del jefe del Ejecutivo para lograr que el candidato del PD, Sergio Mattarella, llegara a la presidencia.
Ante las críticas contra su propuesta de ley electoral, Renzi reiteró sus intenciones de cambiar Italia y la importancia, en ese
sentido, de estatutos que garanticen la estabilidad política nacional y, con ello, mejores condiciones para el desarrollo económico.
Tras anunciar su sometimiento a un voto de confianza, afirmó: «Asumimos sin miedo nuestras responsabilidades en el Parlamento y ante el país. Tienen el derecho de enviarme a casa».
La decisión de vincular el futuro del Ejecutivo a una moción de censura fue la única vía eficaz hallada por el joven político para
evitar una cadena sin fin de retrasos innecesarios.
La reforma electoral, considerada uno de sus mayores logros, era necesaria para lograr la implementación de transformaciones económicas y sociales imprescindibles en un país bajo los efectos de la recesión, donde el desempleo alcanza el 13 por ciento.

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