De Neza York a Nueva York: Escribe Leopoldo González

INTERLUDIO DE PAZ POR LOS AMANTES

Los amantes son seres que vienen de otra parte
ebrios de noche y distancia
especialistas en buscar lo imposible

Los verdaderos amantes
almeja oscura del polvo de los días
son los locos cuerdos de esta historia

Se ocultan tras la luz que los vuelve invisibles
hacen de la noche día con la linterna del corazón
succionan la humedad del universo en cada aurora
se van a otra parte desde la fuerza de su amor
eufóricos y dichosos como golondrinas salvajes

Con palabra y silencio alimentan
una mirada que todo lo devora
bajo las sábanas frescas del deseo

No comprenden que el amor
-el que forjó la soledad irrevocable de sí mismos-
hizo en ellos el experimento jamás logrado:
un lenguaje que dijera todo en las llamas de la caricia

Una sola gota de miel apaga su locura
y lleva plenitud a su alma

En el sueño
–tan sueño para un solo ser-
atesoran, los amantes, una poética del otro
escrita en compases de adiós y salmodias de luna
para que la música de los sentidos
sea un betabel de cola larga por si las dudas

Los amantes nacen crecen
se reproducen y nunca mueren
porque el amor es la coartada perfecta
de la insobornable perpetuidad de la sangre

Los amantes, errantes ostras de silencio
son seres distintos bajo el encierro del mundo
alguien que se saca los ojos y tiembla
para reconocerse afín en los pasos del otro

Los buenos amantes son cosa juzgada

En los desvelos de la memoria
permanecen más allá del bien y el mal
perfectos de humedad y silencio

No hay amante que resista
la acidez inevitable del mundo y sus juegos de fantasmas

Los amantes, los verdaderos amantes
urden el total abandono de sí mismos
en la plenitud estratégica del otro
sin mirada triste ni tretas de vino tinto

Los amantes, los verdaderos amantes
oscura hiel de ser la herida de otra voz
precipicio de luz en los naufragios del ojo
sombra apolínea en la sangre de los locos
llevan la piel a flor de incendio
en los pecados silenciosos de la carne

Leopoldo González

 

PEACEFUL INTERLUDE FOR LOVERS

Lovers are people who come from elsewhere
drunken of night and distance
specialists in seeking the impossible

True lovers
dark clam ofthe day’s dust
are the sane crazies of this story

They hide behind the light that turns them invisible
they make of the night day with the lamp of the heart
they suck the moisture of the universe in each dawn
they go elsewhere from the strength of their love
euphoric and happy as wild swallows

With word and silence they feed
a look that devours everything
under the freshlinens of desire

They do not understand that love
—the one that forged the irrevocable solitude of themselves—
has made of them the never achievedexperiment:
A language that will tell everything in the flames of a caress

A single drop of honey turns their madnessoff
and brings fulfillment to their soul

In the dream
—adream for just one being—
they treasure, the lovers, the poetics of the other
written in goodbye compasses and moon psalmodies
so that the music of senses
bethe long root of the beet just in case

The lovers are born grow
breed and never die
because love is the perfect alibi
of the incorruptible perpetuity of blood

Lovers, wandering oysters of silence
are distinct beings under the world’s confinement
someone who takes out his eyes and shakes
to recognize himself in the steps of the other

Good lovers are judged

In the wakefulness of memory
they remain beyond good and evil
perfect of moisture and silence

There is no lover that resists
the inevitable acidity of the world and its games of ghosts

Lovers, the true lovers,
release total abandonment of themselves
in the strategic plenitude of the other
without a sad look or tricks of red wine

Lovers, the true lovers,
dark gall by beingthe wound of another voice
precipice of light in the eye’s shipwrecks
Apollonian shadow in the crazies’ blood
they bear their skin to the flower of deep fire
in the silent sins of the flesh

Leopoldo González

Deja un comentario