Así estamos, aquí estamos, Gustavo, el maestro Sainz, el amigo que a más de veinte incipientes literarios, que yo recuerde, hizo escritores, les inculcó el gusto por la literatura, la reflexión, la inteligencia pues. Así Gustavo, con su voz chillona en los salones de la vieja facultad de Ciencias Políticas y Sociales, comendadore, hombre de todos los libros, los afectos, iniciador y mago; sabia virtud de recordar el tiempo.
Escribo que escribo, me siento a pensar, dejo que lleguen todos los recuerdos, ordeno la situación, quizá cronológica…estamos en 1977, Gustavo Sainz da clases en el salón 24 de la vieja facultad; en el recinto Emiliano Pérez, Cruz, Andrés de Luna, Alejandro de la Garza, Ignacio Trejo, Miguel Ángel Morales, Rosa Martha Carreras, atentos todos a la cátedra: Salinger, Faulkner, Hemingway, Fitzgerald, Neruda, Parra, Paz, Rulfo…antes de finalizar la clase Sainz se acerca a Alma Lilia Joyner, se me queda viendo y nos dice: espérenme al final de las actividades, los invito a comer.
La Joyner y un servibar esperamos al maestro, subimos a su auto y nos fuimos al centro de la ciudad. Iniciamos un recorrido por las librerías emblemáticas: Zaplana, Porrúa, Libros Escogidos, El Sótano, Del Prado, De Cristal, nos enseñó como leer una librería, como desentrañar la vida de los libros y sus autores. Nos presentó a libreros y encargados, una guía invaluable, una práctica de campo que sigue siendo hasta la fecha la mejor excursión de un boy scout de las letras, un diletante que años después publicaría sus primeros textos y reseñas en las publicaciones del magister. Llegamos a la casa de Gustavo y Rosita, un departamento doble en la calle Río Nazas. Anaqueles atiborrados de libros y acetatos, Sainz puso en la tornamesa una producción de Gato Barbieri, comimos el mundo y la literatura.
A Gustavo le dieron la dirección de la carrera de Comunicación en la FCPS, nos patrocinó la revista Tintero, Arturo Trejo, René Aguilar, Sergio Monsalvo Rafael Vargas, Fernando Figueroa y varios más violentamos la calma chicha de la UNAM, eran épocas que presagiaban nuestra entrada a la Dirección de Literatura del INBA que comandaría Sainz.
En estos menesteres Mario “El Diablo”, Nemorio Mendoza, José Antonio González, Armando Buendía, Javier Córdova y varios artistas lanzaríamos la vuelta al mundo y lo dados no abolirían el azar.
Hoy Gustavo, me permito ir tras la memoria de esas huellas imborrables…
Y TÚ LO DECÍAS SIEMPRE; EL MEJOR HOMENAJE A UN ESCRITOR ES LEERLO…
A continuación un fragmento de uno de tus libros…princesa que en la urbe, la memoria y literatura habita…