Modus vivendi de los infantes

Por Guillermo Robles Ramírez

Siempre que sucede algo extraordinario o fuera de la cotidianidad causa sensación y conciencia tanto para las autoridades como también a la misma sociedad. Un ejemplo ello es la reciente rescate por parte de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila, en dos predios El Pedregal y Santa Cruz en el ejido Higo, del municipio de Ramos Arizpe a 307 personas, 78 menores entre niños y niñas y adolescentes y 229 adultos por explotación laboral.

Tema de la esa semana por ciudadanos y estandarte de discursos políticos estatales al igual que federales en donde obviamente la competitividad y capacidad de las autoridades se hizo notar.

La competitividad un concepto encerrado en una sola palabra que suena fácil pero es más complejo de lo que uno se puede imaginar. Lo escuchamos muy seguido la “sana competencia”, “gracias a la competencia habrá precios más bajos”, “lo importante no es ganar sino competir”, “la competencia incentiva la creatividad”, entre muchos otros más pero en este último es mucho más peligroso porque en muchas ocasiones se puede convertir en un arma de doble filo como está sucediendo actualmente.

Es más difícil emplear la competencia y creatividad para hacer algo productivo con bien, pero para la maldad no se batalla nada sacándole su máximo provecho y para eso pintan solos tanto los narcotraficantes como los polleros para hacer uso de menores de edad para sus negocios ilícitos.

Por desgracia un destello tan efímero como el de un cometa el acto más que heroico sino por obligación y cumplimiento de su trabajo el de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila en rescatar sobre todo a los 78 menores en donde la explotación laboral no es considerado como hecho aislado.

El único consuelo que los coahuilenses podrán decir es que algo se hizo al respecto sin embargo hay mucho más por hacer no solo en nuestra entidad sino en el resto del país porque de hace más de cinco años a la fecha se ha visto incrementado de manera significativa el uso de menores de edad para el paso de drogas e indocumentados a los Estados Unidos, de acuerdo a la Secretaría de Relaciones Exteriores el aumento de niños y niñas no acompañados arrogó en el segundo trimestre de éste año superior a los ocho mil menores de edad que fueron detenido y repatriados de EU, el 6 por ciento reconocieron participar con grupos criminales y otro 8 por ciento con los polleros y el resto argumentaron que buscaban una oportunidad de trabajo o cuando menos eso es lo que dicen.

En Coahuila éste fenómeno es muy frecuente en el municipio de Piedras Negras, en donde los menores compiten duramente con los polleros, porque cobran entre cincuenta, cien dólares o más, dependiendo de dónde los dejen y cuántos sean, pero sobretodo cuánto finalmente estén dispuestos a pagar a los niños y niñas conocidos como los pollos por el trabajo. Esa es la ganancia que pueden obtener varios menores de edad que se han integrado a las bandas de polleros que operan en la ciudad y que dicen desconocer autoridades locales migratorias.

Debido al vacío legal que impera en México en relación a la violación a la Ley de Población por parte de menores de edad, en virtud de que la mayor parte de los casos son aprehendidos en los EU, el uso de niños y adolescentes, cuyas edades oscilan entre los 8 y 16 años, es una nueva modalidad que han adoptado el negocio considerado uno de los más remunerativos en nuestro país.

Su vacío legal radica, si al menor lo detienen en Estados Unidos es fácil que lo regresen a México y aunque reincida lo vuelven a soltar por no contar con suficientes elementos para comprobar su participación directa en el tráfico de personas.

Estos niños y niñas han desarrollado una gran habilidad de convencimiento para hacer gran parte de la operación desde poner en contacto al aspirante con los polleros, hasta hacer las funciones de guía para el traslado de decenas de migrantes que sueñan llegar al vecino país.

No solo cuentan con una facilidad de palabra sino además han llegado a conocer rutas que no habían sido exploradas por los adultos para cruzar a los migrantes hacia los Estados Unidos.

El menor sabe de sus derechos porque es bien aleccionado por los adultos que realmente mueven el negocio del tráfico de personas. Saben que en Estados Unidos fácilmente los repatriarán y en México no se les seguirá ningún proceso por el simple hecho de que el delito se cometió en el extranjero.

Pero estas nuevas enseñanzas que están adquiriendo estos menores de edad por parte de los adultos, una vez aprendidas empiezan a buscar su propia independencia en donde menores de edad reclutan a otros niños y niñas para que le quede más ganancias, haciendo lo mismo que las cedulas de narcotraficantes pero sin percatarse que están haciendo de ello un grupo de organización ilícita pero a menor escala.

Las enseñanzas ya las tienen porque con una agilidad se cambian de nombre, dan distintas direcciones para impedir que los entreguen con sus padres, quienes en algunos casos saben a lo que se dedican sus hijos y viven de las ganancias que deja el tráfico de personas desplazando el negocio de los polleros y encontrando una nueva forma de vivir y viéndolo como un negocio muy emprendedor formando parte de la economía informal porque en ello hay de todo. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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