Los ataques de la “Degolladora”

nsurgentePress – Estado de México – Eran las 5:30 de la mañana del 14 de septiembre pasado y esa madrugada Antonio se convertiría en la segunda víctima de la mujer que con cuchillo en mano comenzó a atacar a los vecinos de la parte sur del municipio Chimalhuacán, desde días antes de encontrarse.

Salió de su casa del barrio Cesteros para dirigirse a su trabajo, un autolavado ubicado cercabaja hace años.

Con su mochila al hombro, en la que llevaba ropa para cambiarse, el hombre de 43 años, robusto, de 1.65 metros de estatura, caminó por la avenida Ignacio Manuel Altamirano.

A unos metros de distancia vio a una mujer delgada con pantalón oscuro, sudadera, chaleco, zapatos deportivos y con el cabello en coleta que caminaba hacia él.

Sólo ellos se encontraban a esa hora en esa calle. Antonio sospechó de la mujer desde que la vio, porque era muy raro que anduviera sola por esa zona insegura, según compartió en entrevista con EL UNIVERSAL.

“No se decidía si caminaba por la banqueta o por abajo de la acera. Pensé: ‘Esta vieja me va a asaltar’”, recuerda.

Sus pasos los acercaron cada vez más. Sólo los dividían dos vehículos que estaban estacionados sobre la avenida.

Antonio siguió caminando pero perdió de vista por unos instantes a la mujer. Volteó varias veces para saber dónde se había metido.

De pronto la sintió atrás de él. Había rodeado a los carros y salió a su paso. Le puso un arma punzocortante a la altura del cuello, sin emitir palabra alguna o ruido. Con la mano izquierda la mujer sostenía el cuchillo.

“¡Ay hija de tu pinche madre me quieres robar!” gritó. Por instinto movió su brazo para quitarse el cuchillo que tenía sobre sí. Ese movimiento provocó que el arma filosa se le enterrara en la barbilla a lo largo de 15 centímetros.

“¡Ay ya me chingaste!”, gritó otra vez. “No sentí cuando me cortó. Me agarré la cara y vi que tenía sangre, pero no sabía qué tan grande era la herida”, contó.

Quiso desquitarse de la agresión sufrida y trató de golpear a la responsable, quien lo observó por unos instantes. Cuando intentó hacerlo la agresora corrió. Antonio hizo lo mismo.

“Corrí como 50 metros detrás de ella pero ya no pude correr, me fue imposible”.

Se desangraba y sin alguien que lo ayudara regresó a su casa, que se encontraba a menos de 100 metros del ataque, para que lo llevaran al hospital, donde le dieron 16 puntos de sutura.

El primer ataque Cuatro horas y media antes de la agresión que sufrió Antonio, a la una de la madrugada de

ese mismo 14 de septiembre, José Alberto, un hojalatero de 36 años de edad, salió de su casa ubicada en el barrio Pescadores, a comprar la cena para él y su esposa.

“Antes de llegar a la esquina esa mujer se le fue encima agrediéndolo, lo correteó casi media cuadra hasta que lo alcanzó y lo empezó a lastimar”, narró Nataly, su esposa.

Le propinó varias cuchilladas en el torso, abdomen, brazos, manos y cuello.

Una vecina que escuchó los gritos de José Alberto salió a su balcón y observó cómo era agredido en la calle Cipatli. La atacante al notar la presencia de la residente corrió.

El joven hojalatero que se desangraba como pudo se levantó y fue a su casa, donde tocó la puerta para que lo auxiliaran sus familiares.

Lo trasladaron en un vehículo al hospital 90 camas, donde le practicaron dos cirugías.

Mientras sus parientes estaban en el lugar esperando información de su estado de salud, Antonio, quien vive a dos cuadras de donde fue atacado José Alberto y conocidos desde la adolescencia, era ingresado al mismo hospital por heridas que le hizo la misma mujer y con la misma arma punzocortante.

Luego de ser operado en ese inmueble del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), José Alberto, fue llevado a una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Texcoco, pero no lo atendieron bien y su familia, con apoyo del ayuntamiento de himalhuacán, determinó trasladarlo a un hospital privado del DF, cuyos gastos son pagados por el gobierno local.

“Él está muy delicado, está entubado, está en terapia intensiva. Solamente alcanzó a decir que era una mujer, que nunca la había visto y que se le fue encima, pero que no la conoce. Lo van a operar otra vez”. Su vida aún corre peligro, confirmó su hermana Fabiola.

Es zurda La Degolladora

En 120 horas, de la madrugada del 14 de septiembre, en la que se registraron las agresiones a los dos hombres, al 18 de septiembre, que fue cuando se presentó el último ataque, la mujer a la que ahora todos llaman La Degolladora, género una psicosis colectiva en la localidad.

Primero en la parte sur de Chimalhuacán, conformada por los barrios Cesteros, Pescadores, Hojalateros, Ebanistas, Labradores y Curtidores y luego en todo el municipio de la zona oriente del Valle de México donde viven, según el Instituto Nacional de Estadística y Geogafía (Inegi), más de 612 mil habitantes.

Cinco días bastaron para que el temor se generalizará en este lugar que desde hace 15 años es gobernado por la organización priísta Antorcha Campesina.

Y no es para menos pues en este lapso se contabilizaron siete ataques, en los cuales dos mujeres murieron y cinco personas, entre ellos dos hombres, resultaron heridos.

Rosario, de 30 años, quien vivía en el barrio Curtidores, fue la primera víctima fatal. El 15 de septiembre se dirigía en un camión suburbano conocido como chimeco al Metro Pantitlán donde su esposo José Manuel le entregaría el gasto de la semana.

Cuando la unidad de la línea Chimalhuacán-Aviación Civil-Caracol del Vaso de Texcoco circulaba por la avenida del Peñón, otra joven mujer la abordó, recordó Carlos, el chofer.

Minutos después, esa misma fémina delgada, de cabello largo y zapatos deportivos, le gritó al chofer: “¡Aquí bajan!”. El operador detuvo la marcha y descendió del camión.

Minutos después, el conductor se dio cuenta que en uno de los asientos de la unidad se encontraba la que luego supo que se llamaba Rosario, desfallecida y sangrando.

La llevó al hospital 90 camas, pero ya había fallecido. Tenía varias lesiones de arma punzocortante, dos en la mejilla derecha, otra debajo del labio inferior y una más en la mano derecha.

Ese mismo martes 15 de septiembre, a las 19:40 horas, previo a la ceremonia del Grito de Independencia, Rosa María, de 69 años de edad, quien vive en el barrio Labradores, salió a la tienda a comprar provisiones.

Cuando caminaba por la calle Aminaman, sintió que le picaban la cabeza con algún objeto. Por un instante pensó que era algún conocido que bromeaba con ella.

Luego sintió un corte en la nuca que se extendió hasta la oreja y el hombro. “¡Qué pasó chavo!”, le dijo a quien se acercó hacia ella.

Después se percató de que no era un hombre el que la agredió, sino una mujer. La atacante corrió mientras Rosa María se desangraba. Pensó que moriría porque se le nubló la vista y se debilitaba. Sus familiares la llevaron a una clínica privada donde la atendieron. Requirió veinte puntos de sutura.

“En la clínica me dijeron los doctores que si me hubiera tardado más minutos en llegar me hubiera muerto”, contó.

Otros ataques

Horas después de que Rosa María fue agredida en el barrio Labradores, pero ya el miércoles 16 de septiembre, fue acuchillada Yolanda, de 45 años, en este lugar.

La supuesta agresora le hizo una herida grande en el cuello, debajo de la barbilla, por lo que tuvieron que darle 20 puntadas de sutura.

Un día después, el jueves 17 de septiembre, Brenda Chantal, una adolescente de 16 años, quien regresaba de la escuela de nivel bachillerato a la que acudía. Fue atacada por una mujer cerca de un tianguis del barrio Curtidores.

La joven perdió la vida mientras era llevada al hospital 90 camas. La familia desecha por la muerte de Brenda, días después dejó la casa donde vivía y las autoridades locales no saben en dónde se encuentra.

Luisa, de 40 años de edad, es la más reciente de la víctimas de La Degolladora. El 18 de septiembre, también en Labradores, una mujer delgada la acuchilló.

Las otras víctimas de los ataques reciben atención sicológica, pues algunos de ellos tienen temor y paranoia, informó el gobierno local.

“Sentí su brazo y me apretó casi como asfixiándome y luego empezó a picarme con un cuchillo de cocina”, explicó.