El Floridita de Cuba cumplirá 200 años

La Habana, 7 ene (PL) El año 2017 será de fiesta para el famoso restaurante habanero Floridita que cumple, durante esos 12 meses, el bicentenario, con una sala principal siempre atestada de turistas provenientes de todo el mundo.
Para la efemérides, el bar-restaurante cubano tiene en carpeta un amplio programa que pretende resaltar la calidad de su oferta, historia y prestigio internacional.
El director del establecimiento, Ariel Blanco, agregó este sábado que para el Aniversario 200 preparan un conjunto de propuestas que se extenderán por todo el año, con eje en octubre, aunque el cumpleaños propiamente es en julio.
Para ese mes, más de 200 miembros y representantes de la International Bartenders Association (Asociación Internacional de Bartenders-IBA, por sus siglas en inglés) visitarán el restaurante para festejar junto a sus colegas cubanos.
Además, seleccionarán durante tres días a los ganadores de la Competencia Internacional de Coctelería Rey de Reyes, colofón de la ya conocida disputa bautizada como El Rey del Daiquirí, en alusión al trago emblemático de la casa.
También aprovecharán los organizadores para reverenciar el Día del Cantinero en Cuba (7 de octubre) cuando planifican algunas sorpresas que el ejecutivo no quiso adelantar.
Conocido como La Piña de Plata en sus orígenes, el bar-restaurante Floridita abrió el 6 de julio de 1817. La revista estadounidenses Esquire lo incluyó en 1953 entre los siete bares más famosos del orbe.
En el Floridita laboran 55 empleados, entre ellos 18 mujeres, y cuenta con dos ganadores del concurso Habanosommelier internacional (maridaje de bebidas, comidas y habanos), Zudlay Nápoles y Orlando Blanco, este último maître de la casa.
Este también es un restaurante de celebridades, pues por sus salones, especializados en mariscos y con una buena carta de habanos, pasaron Paco Rabanne, Naomi Campbell, Matt Dillon, Kate Mosse, Dany Glober, Jack Nicholson, Fito Páez y Jean Paul Belmondo, entre otros.
Ubicado en el número 557 de la Calle Obispo, a las puertas de La Habana Vieja, constituye un sitio sumamente visitado y atractivo para los viajeros.
Esta casa tiene su homenaje permanente al escritor estadounidense Ernest Hemingway quien en su momento tuvo allí su comandancia festiva (donde se acodaba, en la barra, hay una vívida escultura del escritor).
El Daiquiri, trago símbolo del lugar, es prácticamente una leyenda. Sobre su aparición existen diversas versiones, una de ellas, le sitúa desde principios del siglo XX por el ingeniero Pagliuchi, capitán del ejército libertador cubano, en la mina de hierro de Daiquirí.
En ese lugar de la oriental ciudad de Santiago de Cuba, el militar tuvo una entrevista con su colega norteamericano Jennings S. Cox, y como en la despensa del norteño no encontró más que Gin o Vermouth, ron, azúcar y limón, mezcló algunos ingredientes para mitigar la sed.
La segunda versión data de 1898, cuando las tropas norteamericanas desembarcaron en la propia zona de Daiquirí, en su playa. El general Shafter, quien comandaba, unió ron, limón y azúcar, y le añadió hielo para otorgarle el toque de distinción.
Con posterioridad, su verdadero realce ocurre en La Habana, atribuible al cantinero Emilio González, conocido como Maragato, de origen español. Pero su realce fue de la mano del hispano Constantino Ribalaigua Veri (Constante), precisamente en el Floridita.

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