Desafío: Cara Partidocracia

Por Rafael Loret de Mola
Por Rafael Loret de Mola

*Cara Partidocracia
*Trump Contra Obama
*Servicios Secretos

 
El desarrollo de la putrefacción en el gobierno de México –cuyo pueblo es resistente hasta el masoquismo-, llegó a su mayor pico cuando el modelo presidencialista, concebido en la Constitución como una ruta hacia la extinción de cacicazgos y caudillajes, cedió terreno para abrirse a la pluralidad bajo las presiones, de siempre, por parte de la Casa Blanca.
Surgió, de esta manera, la partidocracia, aliada del establishment y por ende del mandatario en turno en el fondo –recuérdese el grotesco Pacto por México que sirvió para maldita la cosa-, cuyos intereses son iguales, mayores y paralelos que los de la clase política en el poder. Todos a uno, como mosqueteros de la rancia nueva aristocracia, con tal de proteger curules y escaños concedidos, los más, a través de complejas operaciones matemáticas que no entienden ni los propios beneficiarios.
De tal manera, las posiciones plurinominales y de representación proporcional, en su momento, separan a los legisladores y ediles de la representación popular y los ligan inexorablemente a las dirigencias partidistas que son quienes señalan la ruta crítica de las listas cuya numeración es definitiva: los primeros de cada una, por regiones, son quienes tienen las mayores posibilidades, o todas, de acceder al Congreso y hasta convertirse en líderes de bancada dependiendo de las confianzas, o complicidades, con la mesa directiva de sus respectivos partidos.
Esto es, no le deben nada al electorado –salvo el requisito mínimo de los votos obtenidos a favor de cada uno de sus emblemas-, y todo a quienes disponen el orden y las alianzas de sus superiores en el seno de sus organismos, dependientes del registro ante el Instituto Nacional Electoral, un organismo que caducó en poco tiempo por su evidente parcialidad, la negligencia ante los excesos del partido gobernante, sea el PAN o el PRI, cuando el Instituto aún tenía el apellido de Federal y no Nacional, y cuyo consejero presidente, Lorenzo Córdova Vianello, es tan impopular –por racista y sinvergüenza-, que cualquiera de los gobernadores en ejercicio; no hablo del presidente de la República por sus altas cuotas en este renglón de rechazo.
Desde luego, las interrelaciones entre el INE y las dirigencias partidistas tienen objetivos superiores muy alejados de la trama con los temas electorales y el favor de la ciudadanía. Por ahora, lo verdaderamente importante, para mantener los equilibrios, se centra en las multas –esto es en su prescripción, anulación o mengua-, y, sobre todo, en las participaciones otorgadas a cada instituto por cuenta de sus militancias y de los sufragios alcanzados en cada jornada comicial.
Es obvio, entonces, que los partidos han olvidado, desde largo tiempo atrás, cuáles son sus verdaderas funciones, la representatividad de los electores y la defensa de la soberanía popular, para convertirse, unos, en baluarte del establishment para manipular alternancias y prolongar el mando de la misma clase política; síganse los pasos, como muestra, del pederasta Emilio Gamboa o de Miguel Ángel Yunes, amén de farsantes extremos que mudan de partido con el propósito de recibiendo atención, tal el caso de Manuel Bartlett, para corroborar nuestros asertos.
Las dirigencias, claro, se han envilecido a tal grado que los reacomodos dependen de pequeñas mafias al servicio de corporaciones políticas que los ordenan y de títeres que las obedecen con tal de seguir figurando como “líderes”. El caso patológico mayor es, sin duda, el del PRI cuyo presidente nacional, Enrique Ochoa Reza, comenzó a ser conocido cuando, desde su sitio de director general de la Comisión Federal de Electricidad –donde se mantuvo dos años y cinco meses-, anunció la escalada de alzas a la luz, ufanándose, además, que así se cumplía lo acordado por la infame reforma energética aunque se había divulgado todo lo contrario: la baja y no el alza. Pocos días después, “saltó”, con su perfil iraní, al liderazgo priísta sin mediar una sola voluntad ni el menor apoyo… salvo el de su cómplice mayor de Los Pinos.
En el PAN sucedió algo similar. La intervención oficiosa de felipe calderón, desesperado por no perder el poder, determinó la aparición de dos bandos que no han podido identificarse el uno con el otro: los tradicionales bajo la tutela del ex presidente panista, Gustavo Madero Muñoz, y los arribistas, encabezados por el inquieto y rico queretano Ricardo Anaya Cortés que observa, como natural, darle a sus hijos en el extranjero la misma educación y formación que él tuvo. Imagínense si así se forman los líderes del país, ¿cómo pensarán aquellos forjados al calor del enajenante trumpismo?
Desde luego, la manzana de la discordia es Margarita Zavala, esposa de felipe calderón –hasta dónde se sabe ha podido resistir como tal por razones más políticas que sentimentales-, dispuesta a ser candidata presidencial con la advertencia de que si no le dan el escudo panista para participar estaría dispuesta a canalizarse por la vía independiente con el apoyo de personajes tan turbios como Jorge Castañeda Gutman, el ex canciller que devastó a la diplomacia mexicana, o Juan Ramón de la Fuente, el nuevo Nicolás Zúñiga y Miranda el postulante eterno del porfiriato.
Vaya ideología la de los descendientes del antiguo Partido Católico que han llegado a renegar de las jerarquías eclesiásticas, tal y como me confió el cuestionado Cardenal Norberto Rivera Carrera, en 2010, aún con el calderonismo desatado en plena guerra inútil supuestamente contra el narco:
–La verdad –me confió el prelado-, nos iba mejor con los del PRI que con estos del PAN.
En términos así, n extraña los malos pasos del panismo ni el surgimiento de MORENA –como para obviar la devoción de buena parte de compatriotas hacia la Guadalupana-, como un patido cuyo eje, plataforma e impulso tienen nombre propio: Andrés Manuel, cuyo acierto principal ha sido mantener un buen número de incondicionales a su alrededor –entre cinco y siete millones de personas-, y sumar a quienes hoy aborrecen cualquier decisión surgida de la cúpula infecta del poder. Por ello va a la cabeza y suma, en cada jornada, a pesar de sus traspiés conocidos como la indiscutible metida de pata en Guerrero en donde apoyó a los criminales Abarca, de Iguala, y su reciente secuela de descalificaciones a Trump, conocedor de las trampas del juego y de la influencia de Washington en la rectoría policía de los mexicanos. No es que no esté de acuerdo con incordiar a Trump; pero si calló respecto a los Abarca, ¿por qué no hacerlo, por sentido común e interés político, respecto al extraño sujeto de los cabellos de naranja? Sólo él lo sabe.
La partidocracia, en fin, nos está llevando, por la vía del establishment y sus comodidades, hacia el abismo del estado fallido. Parece que el tiempo se ha agotado por la abulia de una ciudadanía ahíta. La llamada es ahora en Nayarit, Coahuila y el Estado de México. Una vez más las monedas están en el aire… y sólo un pueblo masoquista interrumpiría el viaje hacia la verdadera transformación nacional.
Debate
El pobre rico señor Trump cree que el mundo es su propia empresa y, por tanto, juega con él a la medida de sus propias ambiciones. No es una sorpresa sino una confirmación. Por ejemplo, su desliz contra su predecesor, el popular –acaso sin merecerlo-, Barack Hussein Obama, acusándolo de haber intervenido sus líneas de comunicación en la Torre Trump de Nueva York –suena a una fantasía derivada del caso Watergate que terminó con la presidencia de Nixon en 1974, esto es dos años antes del fin de su segundo mandato-, no tuvo eco en el FBI en donde insistieron en la falsedad de cuanto alegó el mandatario en un acto casi de insubordinación contra el mismo.
Mal andan las cosas en las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, cuando guerrean entre sí para apoyar o no al nuevo jefe de la Casa Blanca, cada vez más desbordado, desconocedor de sus límites constitucionales. Tal ha acarreado una sustantiva pérdida de credibilidad, por parte de la ciudadanía hacia él, lo que eleva los rumores acerca de la urgencia de su salida a pesar de algunos mal informados que aseguran, torpemente, una consolidación trumpista fuera de proporción. Sus bonos hacia fuera están cada vez peor y hacia adentro se observa el desgaste incluso entre sus correligionarios en el Congreso quienes ya se cansaron de hacer el papel de compinches.
La descomposición, ultra rápida, de la administración del “pelos de naranja” es una alerta hacia México cuyo año electoral, para definir el rumbo nacional, se acerca –acaso no necesariamente con vista a las elecciones de 2018-, puede derivar en confrontaciones oficiosas con el sello, claro, de Washington y sus operadores.
La Anécdota
Con tres generales a la mesa –uno de tales, la primera mujer en llegar a tal grado-, resultó difícil hablar del tema, pero ellos lo sacaron a colación:
–Nuestras fuerzas armadas –dijo uno de ellos- es la institución mejor y más eficaz de las que tiene el gobierno de la República, y debemos lealtad al presidente.
Hablaron y hablaron; hasta que me decidí comentar:
–¿Cómo es que los Estados Unidos, con todo su poder, nunca pudieron acabar con Fidel Castro a través de casi seis décadas? Porque, sin duda, Fidel contó con un servicio de inteligencia tan bueno o superior al de su contraparte, lo que le permitió acotar los intentos de invasiones y de atentados contra él. En México, no sabemos siquiera que contemos con un organismo confiable y, sobre todo, EFICAZ n la materia salvo el búnker medio vacío de la otrora y ya desaparecida Secretaría de Seguridad Pública, hoy simplemente anexa a la de Gobernación.
Uno de los generales terció:
–Desde hace 18 años pertenezco a los servicios de inteligencia del ejército y puede asegurarle que sirven.
–¿Entonces por qué no contrarrestamos las amenazas, exabruptos y actos hostiles –como los llamó el aprendiz de Canciller, Videgaray-, de la Casa Blanca?
Y en este punto terminó el diálogo que espero reanudar en los próximos días.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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Si no nos libramos de los partidos políticos como lo9s conocemos hoy, alejados de sus supuestos representados y carruseles en torno al presidencialismo, el abismo de la indeseable violencia será la única ruta posible. ¿No lo entienden en las altas esferas?

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