Igual de culpables los que observan

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Mucho se habla de la ONU, sin embargo, sus acciones son al día de hoy pocas o casi nulas. Un ejemplo de ello es que dentro de su calendarización existen muchos días a conmemorar.

El recordar no tiene nada de malo, pero viniendo de una organización mundial con cero acciones o al menos en sus resultados, es considerado una burla o para su efecto cuál es el motivo de conmemorar “X” día.

Se ha convertido solamente en puros indicadores para medir cómo va en incremento un problema social a nivel mundial. Tan solo por mencionar el pasado lunes para ser preciso el día 12 de junio, la Organización Internacional del Trabajo, lanzó el “Día mundial contra el trabajo infantil2, en el 2002 con el fin de concientizar la problemática todos aquellos niños y niñas víctimas del trabajo infantil.

En una suposición se acordó que cada 12 de junio se tiene que fomentar en coordinación con el gobierno, el sector patronal, sindicatos, sociedades civiles, medios de comunicación, entre otros funcionarios públicos, así como en las instituciones educativas y ayuntamientos iniciativas y acciones en lucha contra el trabajo infantil.

Por desgracia en la práctica esto no sucede, pues cada 12 de junio de cada año y también durante los 365 días, la lucha contra el trabajo infantil es igual que las llamadas de misa, en done solo suena la campana, pero nadie asiste.

El mismo lunes 12 de junio el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, revela un documento en donde asegura que dos millones y medios de niños y niñas se encuentran trabajando por debajo de la edad permitida en México, pero organizaciones en defensa de la niñez en el país estiman que son más, es decir, tres millones, entre cinco y 17 años, los que trabajan, en 12.5 por ciento de la población infantil.

Todo indica que éstas últimas cifras mencionadas son más apegadas a la realidad y simplemente basta con salir a la calle y tan solo en los principales cruceros de cada ciudad y cercano a una escuela siempre habrá niños y niñas pidiendo una ayuda o limpiando parabrisas, es lo menos que se les ve ya que hay otros con la vendimia de dulces.

Otro tanto se encuentran regados en la ciudad en la salida de centros comerciales o plazas departamentales, pero ni la sociedad y ni las autoridades son para hacer nada al respecto sino todo lo contrario, es decir, la gente sigue dándoles monedas, aunque sea un peso, pero no les deja de dar.

Los organismos como la ONU, OIT, Unicef entre otros más solo se limitan a sacar puras estadísticas y recomendaciones para las autoridades mexicanas con sus famosos “llamado a máximas autoridades”, pero no son para hacer ninguna acción o mucho menos el compartir el muestreo de sus estadísticas, es decir, ya tienen la información más importante pero solamente se limitan a criticar o señalar, pero sin propuesta de soluciones.

No es malo las mediciones o estudios para poder determinar el índice de infantes víctimas de la explotación laboral, sino el limitarse como observadores sin acciones o hechos en pro de los niños y niñas víctimas del trabajo, son tan culpables como aquellos adultos quienes los obligan a trabajar. Es muy fácil convertirse en observadores internacionales señalando que es lo que está bien o que está mal, pero en teoría esos mismos organismos sí tienen facultades para poder intervenir puesto que tienen tratados internacionales que se tienen que respetar al igual como aquellos existentes como el de los Derechos Humanos, pero resulta ser tan desagradable la apatía de reaccionar ante los alarmantes indicadores quedándose cruzados de mano, en lugar de hacer cumplir esos tratados internacionales con intervención directa y no solo de estar informando. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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