*Lo Social a la Cola
*Sexenio de la Selfie
Por Rafael Loret de Mola
Se evidencia que el régimen actual, el de los genocidios y la rapiña según opinión de buena parte de los mexicanos –las excepciones, por lo general, tienen vínculos con el gobierno federal o pertenecen al mismo-, busca crear pantallas de diversas índole para llegar con vida, literalmente, al final del lapso constitucional con un mandatario quien, en apariencia, recibió bien las quimioterapias y demás tratamientos en el Hospital Militar y ahora da la cara, con precaución y limitaciones, como tantos “indultados” por el cáncer.
Fíjense: hace ya un mes que transcurrieron los comicios fraudulentos –incluso en Nayarit se tiene esta percepción por la ventaja obtenida por el hijo de quien controla al empresariado, el panista Antonio Echevarría García, con madre senadora y padre ex gobernador, en la cúspide del nepotismo caciquil al más puro estilo oaxaqueño en donde ya dos veces han pasado por este trance con los “priistas” Diódoro Carrasco y Alejandrito Murat, en curso de una administración machada desde el principio por la usurpación, una figura cada vez más extendida desde el ominoso 2006 cuando la derecha desechó sus principios democráticos –si es que eran serios-, con tal de evitar la llegada del icono de la izquierda a la Presidencia.
No sé si, de haberse cumplido la voluntad ciudadana, Andrés hubiese sido o no un buen presidente; afirmo, eso sí, que no estaríamos en una situación semejante a la actual no sólo por la tendencia del personaje sino por el hecho satisfactorio para el colectivo de haberse cumplido el mandato depositado en las urnas. Este hecho, desde luego, vino a descomponer actuaciones posteriores y, lo peor, a convertir los juegos partidistas en permanentes pretextos para desviar la atención de los asuntos, verdaderamente graves, que azotan al país más que los huracanes cuya furia comienza apenas con el reciente paso de “Dora”.
Mientras que en Coahuila y el Estado de México, la defensa de los sufragios ganadores –el PAN y MORENA respectivamente-, se convirtió en dantesca representación del infierno político, en los escenarios públicos se hizo más elocuente la persecución a las voces críticas –ya no sólo el espionaje sino la amenaza cruda contra quienes osen cuestionar al señor peña por ello-, el recrudecimiento de la violencia en la mayor parte de las entidades del país –sobre todo Veracruz, Guerrero, Sinaloa, Tamaulipas, Nayarit y el Estado de México-, se elevó tan alto que existen organizaciones internacionales que sitúan a México en tercer sitio dentro de las naciones más violentas del mundo, sólo detrás de Afganistán y Siria con todo y el Estado Islámico. Es terrible saberlo aunque otras empresas nos otorguen el noveno lugar y alguna otra nos señale el duodécimo, pero el primero en Latinoamérica.
Las cortinas de humo son más elevadas que nunca y la tragedia es que nuestros ojos ya están tan infectados por la conjuntivitis política que a la mayor parte se le dificulta ver más allá de sus narices.
La Anécdota
El máximo blindaje de la Presidencia ya no son los mal encarados miembros del Estado Mayor; ni siquiera los esbirros que amplían las vallas y tratan a la ciudadanía cual si fuese una punta de bueyes sin cencerro; no hay abigeos por perseguir cuando las chicas impresionables –y acaso ignorantes-, sacan sus celulares para tomarse una foto, una “selfie” con el mandatario peña tal como si fuese Justin Bieber, Madona o alguna estrella con amplia cobertura.
Ya confesó que, en Lagos –cuando equivocó los nombres de dos entidades, Jalisco y Guanajuato, cayendo en un verdadero galimatías, una “bella señorita” le plantó un beso en la boca si bien omitió relatar si tal había incluido el sabroso roce de las lenguas. Las “selfies” levantan, dicen… el ánimo presidencial.
Lo que nadie explica es cómo, con tanta vigilancia y tantas restricciones, los celulares –que podrían ser armas de fuego-, son introducidos a las cercanías del mandatario con escasa agenda, cada vez menos agobiante como la de Andrés. Aparecen por decenas y eso hace feliz a peña nieto, seguro de que, como siempre, se trata de montajes muy bien organizados por los militares de los dos ejércitos.
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