Van Gogh: Sinfonía de Girasoles

La Habana, 3 sep (PL) En el verano de 1888, en agosto, Vicent Van Gogh confesó en una carta a su hermano Theo sentirse tan entusiasmado, a tal punto que aquella condición parecería algo inusual en el ánimo y el carácter del artista holandés.
De cualquier manera, esa gracia del espíritu, acrecentada tal vez por el clima y los colores que encontraba cada día de su estancia en Arles, en el sur de Francia, lo impulsó a crear la serie de óleos más reconocida de toda su impronta.
«Lo que no te sorprenderá cuando sepas que mi objeto son los girasoles. Si llevo a cabo mi plan, pintaré una docena de cuadros. El conjunto será una sinfonía en azul y amarillo. Trabajo todos los días desde el amanecer, porque las flores se marchitan enseguida», escribiría a Theo.
Con aquella empresa esperaba decorar el cuarto de invitados destinado a su amigo y también pintor Paul Gauguin, quien se quedaría hasta el final de ese año cuando Van Gogh sufrió un ataque nervioso que lo llevó a cortarse el lóbulo de su oreja izquierda y luego a ingresar en un hospital mental hasta su muerte en 1890.
Sobre esos días estivales, el bisnieto de Theo, Willem Van Gogh, relató recientemente que sería el estímulo del brillo del amanecer en aquella localidad francesa lo que provocó una experimentación con los colores, con énfasis en el amarillo, y retoques en verde y azul, hasta llegar a completar una quincena de pinturas en torno al mismo tema.
Tras la muerte de Vicent, aquella maravillosa sinfonía de girasoles quedaría en manos de Theo, aunque este nunca pudo vender ninguno de los cuadros, y luego bajo el cuidado de su esposa, Jo Bonger, quien, en cambio, solo se quedó con una de las piezas.
De esa odisea, sólo cinco cuadros quedaron para la posteridad, atesorados por igual número de galerías de arte de tres continentes, y que ahora, por intermedio de las redes sociales se les ha podido reunir al mismo tiempo.
A casi 130 años de la muerte de Vicent, el proyecto de presentar al público los cinco cuadros de la serie floral en un único espacio virtual, devino tributo al artista y a una obra desestimada por sus contemporáneos
La posibilidad de disfrutarlos juntos resultó del empleo de fotografías de las piezas originales dispuestas en la National Gallery londinense, el museo Van Gogh de Amsterdam, el Museo de Arte de Filadelfia, la Neue Pinakothek de Munich y el Museo Seji Togo Memorial Sompo de Tokio.
Con las imágenes y el concurso de Facebook, fue viable entonces crear una exposición inmersiva que permite apreciar los cuadros en detalle como si estuvieran en una misma habitación.
Desde el perfil institucional de cada museo o galería, los usuarios pueden ver la colección a través de un vídeo 360 en Facebook o como una experiencia en realidad virtual en Samsung Gear VR de Oculus.
Además de la combinación de tecnología de realidad virtual e imágenes generadas por ordenador en la que pueden realizar un recorrido guiado por Willem Van Gogh, será posible conocer aún más sobre las pinturas en una serie de vídeos en directo que permitirán admirar estas piezas únicas en cualquier rincón del planeta.
En un contexto en el cual los museos han comenzado a experimentar con las redes sociales y con la realidad virtual, una sinfonía de girasoles de Van Gogh se convierte en un excelente presagio de los proyectos por venir y de un acercamiento sin precedentes a infinidad de obras maestras.

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