Un día como hoy

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

El 7 de septiembre del presente año seguramente será una fecha que difícilmente quedará en el olvido, ya que fue cuando se registró un sismo al sur de nuestro país de una magnitud de 8.2, en un inicio para terminar en 8.4 en la escala de Richter siendo afectado fuertemente Oaxaca, Chiapas y Tabasco.

Sin embargo, tampoco podrá ser olvidado lo sucedido hace 32 años atrás conocido como el terremoto de 1985 y en ese entonces estaba al mando de la República Mexicana, el ex presidente Miguel de la Madrid, quien junto con el resto de los mexicanos le tocó vivir uno de los peores desastres ocurridos en toda América Latina, golpeando en toda la costa Oeste de la ciudad de México.

Y aunque no se sabe con precisión la cantidad exacta de víctimas fallidas por la misma censura o control que existía en aquellos años en los medios de comunicación, sino fue hasta años después que se logró sacar una estimación oficial de entre 6 y 7 mil personas teniendo su variedad final hasta unas 10 mil personas, pero no fue hasta con la apertura de la información que se determinó arriba de los 40 mil muertos.

Aunque en un principio México no quiso recibir ninguna ayuda extranjera, fue el Ejercito Mexicano y la Cruz Roja Mexicana, quienes se llevaron los principales créditos, así como algunos ciudadanos héroes que con el tiempo se convirtieron personajes para recordarse no solo en la historia sino que también colaboraron en otros desastres similares al ocurrido en 1985.

Precisamente en ese año fue cuando debutó la Cruz Roja Mexicana en ese tipo de desastres naturales siendo la prueba más dura que había enfrentado por la magnitud del siniestro con tal efecto que a simple vista el desbastador temblor dejó a su paso edificios caídos, gente clamando ayuda, desaparecidos ante lo que había pasado sin poder creer lo que observaban.

De inmediato, la Benemérita Institución se coordinó para trabajar en labores de rescate, a pico y pala, ya que en ese entonces el equipamiento era nulo, sin embargo, pese a las dificultades se logró apoyar y ayudar por días, sacando gente que yacía entre los escombros.

Muchas anécdotas fueron las pláticas después de ocurrido el temblor siendo siempre esas conversaciones llenas de sentimientos encontrados. Aquellos quienes sobrevivieron lo relataban con lágrimas de alegría, así como con lágrimas de tristeza por quienes no solo perdieron a familiares o seres queridos sino también las hay amargas para los que perdieron todo incluyendo su patrimonio.

A treinta y dos años de la conmemoración del terremoto de 1985 son muy pocas cuartillas, palabras y letras para poder describir lo que sucedió en nuestro país en este espacio editorial, pero al igual de corta que mi columna de Opinión están nuestras autoridades que muy a pesar del siniestro ha sido muy a cuenta gotas las prevenciones tomadas posterior al terremoto en donde ha sido más por parte de la iniciativa privada de tomar providencia en la construcción de nuevos edificios con sus amortiguadores para terremotos y aquellos que sobrevivieron adaptarles a su medida este tipo de equipamientos.

Más allá de ello, el nulo proceder de cada uno de los diferentes departamentos instituciones como el de Protección Civil o simplemente autoridades de otros niveles tanto municipales, estatales y federales en hacer una cultura de ello ante desastres naturales.

Desde el terremoto de 1985, se habían venido haciendo simulacros acercándose a su fecha de conmemoración, sin embargo, fuera de eso las autoridades no han hecho nada al respecto para prepararse a otra tragedia, sino han sido el sector privado de la construcción.

Ya pasaron 32 años y seguimos en pañales en cero culturas de prevención de seguridad. Pasaron 32 años para que nuestras autoridades comenzando con las federativas nunca hicieron lo suficiente como para lamentar lo sucedido el 7 de septiembre del presente año, al sureste de México.

Aquellas zonas del país declaradas como sísmicas se saben por su naturaleza que siempre estarán en un alto grado de probabilidad de accidentes y tragedias, ya que los terremotos no se anuncian porque por eso son así como lo define sus mismas palabras, pero seguimos sin aprender, sin cultura y sin prevención. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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