¿Por qué las cigüeñas traen los bebés de París?

Por Luisa María González

París (PL) Cuando un niño pequeño pregunta de dónde vienen los bebés, muchos padres suelen simplificar esa respuesta con una frase clásica: los trae la cigüeña desde París, una teoría repetida en incontables libros y dibujos animados.
Con el tiempo el niño aprenderá que el asunto en nada se relaciona con las cigüeñas, y mucho menos con París, pero llegado el momento de tener sus propios hijos, probablemente acuda a la misma salida de sus padres, tal como viene sucediendo, al parecer, desde el siglo XIX.
¿Por qué la cigüeña y París? La pregunta tiene variadas respuestas.
No pocas leyendas y fábulas intentan explicar el origen de la frase, aunque casi todas coinciden en el punto de la cigüeña: esta ave se considera portadora de felicidad y bonanza desde los tiempos de los romanos, que la veneraban como un animal sagrado.
A ello se añade que siempre ha sido admirada como una madre ejemplar, por su tendencia a la monogamia, a pasar casi dos años preparando cuidadosamente el nido para la llegada de sus crías y por una dedicación excepcional a la labor de protegerlas.
Por tales razones, desde hace varios siglos la civilización occidental identifica a la cigüeña con la maternidad, lo que dio origen a su inclusión en la famosa frase. Sin embargo, la parte de París es muy controversial y sobre ella existen varias teorías.
La versión más sencilla dice que la cigüeña viene de la capital de Francia porque se trata de la ciudad del amor, una idea que data del siglo XX.
Si hurgamos un poco más atrás, algunas leyendas cuentan que unas cigüeñas anidaron en la casa de un matrimonio que llevaba años intentando concebir hijos y la pareja finalmente tuvo su bebé, por lo que en el pueblo se extendió el rumor de que el niño lo habían traído las cigüeñas.
Otras versiones repiten la historia del matrimonio, pero indican que el origen verdadero no es París, sino una región ubicada en el este de Francia llamada Alsacia, fronteriza con Alemania, zona que las cigüeñas suelen privilegiar en sus recorridos migratorios.
Además del relato del matrimonio, hay otra teoría de origen alemán, que ubica el centro de la acción en Estrasburgo, actualmente la principal urbe de Alsacia. Se le conoce como la leyenda de Kindelesbrunnen -literalmente «la fuente de los niños» en lengua alsaciana- y afirma que bajo la catedral de Estrasburgo (construida entre 1176 y 1439) existe un lago en el cual las almas de los bebés yacían antes de venir al mundo.
El guardián del sitio era un gnomo que navegaba en una barca plateada y con una pinza de oro recogía a los bebés, que confiaba a las cigüeñas para que los pusieran en las cunas de las familias.
En resumen, la historia de las cigüeñas parece simple, pero no lo es. Como sucede con numerosas tradiciones, su origen se difumina en los entresijos de la historia y las costumbres de los pueblos.
De hecho, en las poblaciones más antiguas de la zona fronteriza entre Francia y Alemania, esta creencia estaba acompañada de una costumbre: cuando una joven quería ser madre, o un niño deseaba tener hermanos, debían poner trozos de azúcar en la ventana para atraer la bienaventurada visita de las cigüeñas.
(Tomado del semanario Orbe)

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