¿Qué diablos está sucediendo en la Ciudad de México?

Por Francisco Javier Brenes Berho

 

 El D.F. de caja de resonancia a protagonista de la violencia organizada.

La Ciudad de México, hay que decirlo con toda claridad, se encuentra desconcertada y silenciosamente asustada porque están comenzando a cosas que suceder los capitalinos antes veíamos lejanas a nosotros. Repelábamos, y aún lo hacemos, es verdad, en contra de todas esas marchas, mítines y plantones que cada día son más violentos, prepotentes e intransigentes que lo mismo bloquean todos los alrededores de la Secretaría de Gobernación, incluido por supuesto el Paseo de la Reforma, Bucareli, Balderas,  y Avenida de los Insurgentes y hasta Avenida Chapultepec que pintarrajean cuanto edificio público y privado se encuentre en su camino, rayan automóviles particulares o intentan arrancar con cadenas las hermosas y valiosas rejas del llamado Palacio de Covián por mencionar algunas de las acostumbradas fechorías que todo aquél que sienta que en alguna ranchería, pueblo, municipio o estado de México se han violentado sus derechos: humanos, políticos, electorales y un largo etcétera se siente con el derecho «natural» a hacer.  Simplemente, ayer sábado, a eso de las 9 de la noche fui a visitar a una amiga que vive muy cerca de Gobernación y el lío para salir fue tremendo porque todo estaba cerrado con las vallas metálicas que coloca la policía paras medio intentar protegerse de las manifestaciones muy violentas que cada vez  son más frecuentes.

Lo que verdaderamente nos saca de onda.

Pero a todo eso, y más, ya estamos acostumbrados, más bien me parece raro cuando consigo circular por algunos rumbos de la ciudad con relativa fluidez, ya sabemos que aquí vienen a protestar hasta porque en «X», «Y», o «Z» municipio o estado se pretendió enseñarles inglés y matemáticas a los profesores o porque la sopa en los comedores populares la sirven fría.  También lo estamos al pésimo servicio del transporte público concesionado y en cierta medida hasta a la tremenda inseguridad, secuestros excluidos.  Pero a lo que no estamos acostumbrados es a ver que de pronto lleguen unos fulanos en varios coches y se lleven por la fuerza a otros que están terminando la borrachera en un antro que impunemente opera hasta las 10 de la mañana en la Zona Rosa dejando un velo de misterio, incredulidad e incertidumbre respecto a en dónde nos encontramos parados como sociedad y al grado de capacidad o incapacidad del gobierno capitalino para hacer frente a tales hechos por supuesto, el que pocos días después lleguen otros (¿o serán los mismos?) fulanos a un gimnasio de la Colonia Morelos, junto a Tepito, de donde son originarios los secuestrados antes referidos, y disparen en contra de algunos de los ocupantes y al parecer cuando menos uno resulta pariente de uno de los testigos del caso anterior pues eso sí que nos saca de balance, nos saca de onda, dirían algunos chavos. Tan es así que el propio Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Lic. Miguel Ángel Mancera, declaró a los medios de comunicación masiva y a la prensa que no va a permitir que grupos de este tipo vengan a desestabilizar a la Ciudad de México y mandó a varios centenares de policías a reforzar la seguridad en esas zonas.

«Sucesos aislados».

  La inmediata reacción del Lic. Mancera fue decir que el caso de los malandros del se trataba de un caso aislado y atípico !Como si eso le diera seguridad de nada a nadie! Las reacciones de la sociedad. de la radio, televisión y redes sociales (twitter y facebook) fue pensar en «comandos armados», desconozco quién regó la especie, mas como en ese principio las autoridades capitalinas nos dijeron que no existía video alguno de los acontecimientos la hipótesis cobró mayor fuerza y escándalo. Quizá fue esto último lo que obligó a las autoridades capitalinas a mostrarnos uno o dos videos a fin de comprobar que no se trata de «comandos armados» en grandes  camioneta como se había especulado sino de «pandillas urbanas», si bien muy organizadas y también violentas en varios autos particulares (¿Serían acaso robados?).  Y es que la diferencia no es menor, los «modus operandi» de uno y otro grupos nada tienen que ver entre sí, tampoco sus motivaciones y por supuesto, menos aún en sus alcances sociales y políticos. Ello no quita que las pandillas estas no constituyan un gravísimo riesgo para la seguridad de todos los ciudadanos ni que no se deba localizarlas y combatirlas de inmediato. Por otra parte se está haciendo más evidente el que no se trata de «sucesos aislados» como nos quieren hacer creer, sino que algo está pasando, algo por ahí se está moviendo en la manera como estos grupos de mafiosos operan, hay intereses de control de mercados y por tanto de mucho dinero de por medio y el problema nos está estallando en la propia cara. Urge pues una investigación a fondo, dar con los responsables y someterlos a la justicia porque  mucho ciudadanos nos estamos preguntando muy alarmados: ¿Qué diablos está sucediendo en la Ciudad de México?

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