Siria apuesta por esclarecer posiciones y evitar ataque de EE.UU.

Damasco, 10 sep (PL) La decisión del gobierno de Siria de poner bajo control internacional su arsenal de armas químicas estampó un giro inesperado a la escalada bélica en torno al país, amenazado por la clarinada de un casi inminente ataque de Estados Unidos.

Con tal acción, Damasco confirmó su voluntad de seguir colaborando con el esclarecimiento del tema del uso de gases tóxicos, del cual viene siendo acusada sin pruebas fehacientes, y evitar mayores sufrimientos a la población, principal víctima en caso de concretarse un golpe militar foráneo.

La víspera, el ministro sirio de Relaciones Exteriores, Walid al-Moallem, de visita en Moscú, acogió con beneplácito la iniciativa rusa de destruir ese tipo de armamento y además, sumarse a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

Explicó que la decisión se sustenta en el interés de la dirigencia siria por la vida de los ciudadanos, la seguridad del país y «partiendo de la confianza en la sabiduría de los dirigentes rusos que se esfuerzan por impedir la agresión de Estados Unidos contra nuestro pueblo», añadió.

Durante una rueda de prensa con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, al-Moallem también confirmó la disposición de Damasco de acudir a la conferencia internacional de diálogo de Ginebra, sin condiciones previas, con vistas a concretar una solución política al conflicto armado que padece la nación desde hace 30 meses.

Lavrov invitó a la reacia oposición externa a imitar los pasos de Damasco y sentarse a la mesa de negociaciones en igualdad de posiciones, «conforme a la declaración del 30 de junio de 2012 de Ginebra y a lo estipulado en la iniciativa común rusa-estadounidense del 7 de mayo último», recordó.

No obstante, el jefe de la diplomacia siria subrayó que Washington no quiere que se concrete Ginebra 2, y acusó a la administración del presidente Barack Obama de torpedear cualquier negociación tendiente a un arreglo pacífico.

Luego del presunto ataque químico del 21 de agosto en la periferia de la capital siria, Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros países dirigieron rápidamente su dedo acusador contra el gobierno del presidente Bashar al-Assad, aunque sin presentar evidencias que sustenten dicha acusación.

Las autoridades sirias rechazaron en reiteradas ocasiones las imputaciones y presentaron pruebas sobre la culpabilidad en el hecho de las bandas mercenarias y de radicales islámicos que con asistencia de gobiernos occidentales y de la Oriente Medio intentan derrocar por la fuerza a al-Assad.

El Pentágono apostó varios buques de guerra en el Mediterráneo y el mar Rojo, además de alistar bombarderos B-2 y B-52 en territorio continental, como parte de la maquinaria bélica para asestar intensos bombardeos contra blancos militares en esta nación levantina, como revelaron varios medios de prensa norteamericanos.

El lunes, el mandatario sirio emplazó nuevamente a Washington y sus aliados a presentar una sola prueba que lo incrimine en el supuesto ataque químico que cada vez más informaciones describen como un montaje de Occidente y países árabes hostiles a Siria para justificar una intervención militar largamente anhelada.

Estados Unidos carece de evidencias contra nuestro gobierno; si las tiene, que las presente a la opinión pública, demandó el gobernante en una entrevista con la cadena televisiva estadounidense CBS.

Bank Ki-moon, secretario general de la ONU, reconoció días atrás las facilidades otorgadas por las autoridades sirias para que el equipo del organismo efectuara pesquisas sobre el uso de armas químicas en esta nación del Levante.

Al tomar la iniciativa dentro en torno al tema del uso de los gases, Siria y la Federación de Rusia colocan a la defensiva las posiciones belicistas de la administración Obama que aduce que el eventual ataque tendrá «carácter limitado», y su único fin es «lanzar una advertencia» por el presunto uso de armas químicas.

Con el inesperado paso, Damasco y Moscú parecen poner a prueba los argumentos esgrimidos por la Casa Blanca para iniciar una acción militar, o dejar en evidencia otras razones ocultas para querer insistir en atacar a Siria.

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