Rusia: adversa guerra no declarada de OTAN

Por Odalys Buscarón Ochoa

Moscú (PL) Rusia percibe el despliegue de tropas y armamentos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el flanco este, próxima a sus fronteras, como acciones inamistosas que rayan en la confrontación. Una guerra no declarada.
Con el pretexto de «defender a los aliados» frente a la agresividad rusa, la OTAN anunció el incremento de sus fuerzas de reacción rápida (NRF, en inglés) en Europa de 13 mil a 30 mil efectivos.
A la par del incremento de tropas, es notable la actividad de la alianza en los últimos tiempos en la región del Báltico, donde cuenta con un importante despliegue en los territorios de las exrepúblicas soviéticas de Estonia, Letonia y Lituania.
En la zona fue activada recientemente la agrupación «antiminas» OTAN-1 (SNMGMG1, por las siglas del bloque).
Más al sur, en el corazón de Trascaucasia, con el patrocinio de Estados Unidos, el bloque de 28 miembros alista otro centro de entrenamiento de ejércitos aliados en Georgia.
Bajo su egida, unos 200 efectivos estadounidenses participarán en maniobras conjuntas (Noble Partner) con el ejército georgiano, entre el 11 y 25 de mayo, según comunicó la embajada de Washington en  Tiflis.
Desde la visión de Moscú, los planes de ampliación de la OTAN hacia el este y la posible adhesión de nuevos estados, en particular del espacio postsoviético, constituyen una seria amenaza, además de ser un factor de inestabilidad para la seguridad europea.
Al respecto, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Valeri Gerasimov, afirmó sin ambages que la Alianza estaba interesada en el fomento de situaciones críticas alrededor de las fronteras de la Federación.
En opinión de analistas y expertos militares, el conflicto en el sureste ucraniano, que siguió al golpe de estado de febrero de 2014, clasifica como uno de los escenarios de desestabilización enfilados contra el país euroasiático.
Para el representante ruso ante la OTAN, Alexander Grushkó, los acontecimientos de los últimos años constatan un retorno del bloque militar occidental a sus orígenes: la confrontación con Rusia, como heredera de la extinta Unión Soviética.   Al esgrimir el pretexto de defenderse de la «mítica amenaza del este», enfila su maquinaria militar contra Rusia, lo cual es un serio factor desestabilizador, observó Grushkó en entrevista con Prensa Latina.
Unido a ello, prosiguió, la ampliación de la OTAN condujo al desplazamiento del potencial militar cerca de nuestras fronteras -sobre lo cual advertimos-, creando una amenaza directa a la seguridad  y naturalmente hacemos todo lo necesario para frenarlo.
Grushkó descartó vientos de guerra desde su país, al asegurar que  existen tareas apremiantes relacionadas con el desarrollo socio-económico, y cualquier confrontación con Moscú carece de perspectivas, aseveró.
Sin embargo, para el diplomático, no deja de preocupar la orientación de la política exterior de los aliados occidentales, «contra los intereses de Rusia», así como el fortalecimiento militar del bloque y su actividad. Es un camino peligroso que acrecienta los problemas de inseguridad y desconfianza, alertó.
En cuanto a las propuestas de Moscú para la construcción de una arquitectura global europea, Grushkó desestimó que deba apoyarse en instrumentos heredados de la Guerra Fría, mientras que cobran actualidad los principios de una seguridad colectiva, indivisible, sobre bases de igualdad y respeto mutuo.
El único camino pasa por un sistema abierto, transparente, justo y seguro -definió el representante ruso-, que tenga en cuenta los intereses de la seguridad de todos los Estados.
Nadie está en el derecho de fortalecer su seguridad a cuenta de afectar la de otros, sostuvo, al rechazar que se gaste dinero en la innecesaria carrera armamentista.
VECTOR ANTIRRUSO EN ESTRATEGIA DE OTAN
En protesta por la reunificación con Crimea y Sebastopol (base de la flota rusa del mar Negro), la cúpula de la OTAN congeló la cooperación con Rusia a instancias del consejo bilateral, y al mismo tiempo amplió sus bases en Hungría,  Polonia y Rumania, a la par del reforzamiento de la presencia de Estados Unidos en el continente.
Planes de emplazamiento del escudo antimisiles del Pentágono siguieron su curso con la ampliación de los territorios dispuestos a acoger componentes estratégicos del sistema norteamericano, y añadieron el complemento naval cerca de Rusia, en el Báltico y mar Negro.
Llama la atención que un 99 por ciento del programa de entrenamientos y maniobras aliadas se concentra en el flanco este, con un despliegue sin precedentes de la infraestructura militar, advirtió recientemente el viceministro de Defensa Anatoli Antonov.
Preguntó en una extensa entrevista al periódico Komsomolskaya Pravda por qué no se efectuaban ejercicios en Francia, España o Portugal, y contrastó que Rusia realizaba las maniobras dentro de su territorio y no quebranta la convención de Viena (2011) sobre el límite de fuerzas armadas y armamentos.
Insistió Antonov en que el mando ruso no viola el documento de Viena en cuanto a la cifra de uniformados en las maniobras y la entrega de información a los países de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa. Pero más allá de las obligaciones, Rusia desarrolla sus maniobras en su propio territorio, remarcó.
Garantizamos la seguridad del país en nuestro legítimo territorio, subrayó al incluir al Artico como parte de la soberanía rusa. En cambio la OTAN, bajo la jefatura de  Estados Unidos, intensifica su presencia militar cerca de las fronteras rusas, dijo al ripostar acusaciones de Occidente y recelos de un supuesto rearme ruso.
La salida de Rusia del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE), tras ocho años de moratoria por los incumplimientos y falta de garantías de la OTAN,  y la ambigua conducta de Washington en torno al pacto bilateral sobre los misiles de mediano y corto alcance son botones de muestra del clima de confrontación.
En el contexto de la agudización de las discrepancias por la crisis ucraniana, Estados Unidos acusó a Moscú de incumplir con la citada avenencia.
Otro escenario de confrontación ruso-estadounidense ronda el Tratado de No Proliferación de Armas nucleares.
Moscú está dispuesta al diálogo sobre el desarme nuclear, pero éste debe estar desprovisto de dobles raseros, indicó el titular del departamento de la cancillería para el control armamentista, Mijail Ulyanov.
Alertó el diplomático que la política de Washington en defensa antimisiles constituye un serio obstáculo en el ansiado camino de reducción de los arsenales nucleares.
Indicó a renglón seguido que una discusión en torno al tema redundará en resultados solo cuando todas las partes se ajusten estrictamente al principio fundamental de no menoscabar la seguridad de otros.
En un mensaje  a la conferencia sobre desarme, el presidente Vladimir Putin subrayó que Rusia cumplía de manera consecuente las disposiciones del Tratado y que redujo su arsenal hasta el nivel mínimo, como contribución al proceso de desarme nuclear total, dijo.
Moscú, según Putin, proseguirá la labor en la línea de preservar un equilibrio entre el uso pacífico del átomo y el fortalecimiento del régimen de no proliferación, pactado en 1968 por tres potencias nucleares (Estados Unidos, Rusia y Reino Unido). En la actualidad son signatarios 190 Estados, a excepción de India, Israel y Pakistán.
Recientemente, el canciller Serguei Lavrov hizo notar que unido al escudo antimisiles, Estados Unidos rodea a Rusia con sus misiles tácticos que pueden ser dotados de cabezas nucleares. Sin dudas, tal escenario encaja en el estilo de una guerra no declarada.

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