HSBC, chivo expiatorio de un sistema decadente

Por Betty Hernández Quintana

La Habana (PL) El banco HSBC, gigante de las finanzas europeas, da los primeros pasos de su estrategia para superar los problemas tras el escándalo de la lista Falciani y a la vez lidiar con la crisis económica.
Este plan, delineado por el director ejecutivo de la entidad, Stuart Gulliver, entre otras acciones supone la retirada de varios países que representan grandes pérdidas, de los cuales hasta el momento solo se han anunciado Brasil y Turquía.
En esta última nación, donde existen 300 sucursales de HSBC, el año pasado la operación de banca minorista tuvo una pérdida de 155 millones de dólares, mientras que el gigante suramericano, con 850 oficinas, presentó una pérdida total de 247 millones de dólares.
Estados Unidos y México también están siendo evaluados para el abandono de HSBC, sin embargo debido a los tratos de libre comercio, en estos casos los criterios de la directiva aún no han sido definitivos.
La administración Gulliver en HSBC, desde sus inicios en 2011 hasta el presente, ha despedido 50 mil empleados en todo el mundo, y ha tenido una relación de costo-beneficio superior al 67 por ciento, informó el periódico The Financial Times.
La misma fuente añade que las utilidades del banco cayeron un 17 por ciento el año pasado y los crecientes requerimientos de capital propiciaron el actual plan de reducción del objetivo de rendimiento sobre el capital invertido, que oscila hoy entre el 12 y 15 por ciento y bajará a cerca del 10 por ciento en un plazo de tres a cinco años.
Recientes declaraciones del presidente de esta corporación, Douglas Flint, develan el posible retiro de su cuartel principal fuera de la actual locación: el Reino Unido.
«En el cuadro de una revisión estratégica más amplia, el consejo de administración, a pedido a la dirección, deberá trabajar para saber cuál es el mejor lugar para la sede del HSBC en este nuevo clima», manifestó el titular.
El «nuevo clima», adornado por las reformas regulatorias y estructurales tras la crisis bancaria, no es otro que la posible separación del Reino Unido de la Unión Europea, respaldada por el actual primer ministro, David Cameron, y que es casi una realidad debido a su triunfo en los recientes comicios generales.
Todas estas situaciones no surgieron espontáneamente, sino que en su esencia comparten un común denominador: el escándalo de corrupción y evasión fiscal de la sucursal suiza.
HSBC intenta recuperarse de las consecuencias de los «fallos» en dicha filial, que permitieron a 106 mil clientes de unos 200 países guardar y extraer dinero de sus cuentas sin reportarlas a las autoridades correspondientes.
Los asiduos de dicha sede podían hacer retiros rutinarios de dinero en efectivo, a menudo en moneda extranjera de poco uso en Suiza; este banco les ayudaba ocultando las cuentas no declaradas para evitar el pago de impuestos mediante incomprensibles esquemas, informó el portal web de Forbes Latinoamérica.
Las referencias fueron obtenidas a través de Hervé Falciani, un ingeniero informático de la sucursal que hackeó la base de datos de los clientes, correspondiente al período de 2005 a 2007, y huyó a Francia para luego compartirla con las autoridades fiscales de diferentes países.
Esta hazaña se hizo pública en los primeros meses de este año debido a la labor del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y de periódicos como el francés Le Monde y el británico The Guardian, que indagara la información paralelamente a la justicia de Reino Unido, con auditorías a más de mil ciudadanos con cuentas que sumaban 135 millones de libras (205 millones de dólares).
En la llamada «Lista Falciani» se encuentran nombres de empresarios, celebridades, deportistas, o figuras políticas de Europa y el resto del mundo.
Destacan el estadounidense dueño de una constructora de centros comerciales Alfred Taubman, poseedor de una fortuna de tres mil 200 millones de dólares, así como la heredera de la empresa de moda y perfumería francesa Arlette Ricci o los reyes Abdullah II de Jordania, Mohammed VI de Marruecos, y el Sultán Qaboos de Oman.
Este caso constituye un ejemplo de evasión y lavado de dinero sin precedentes en la historia, ya que se estima que por la oficina transitaron unos 180 mil 600 millones de euros.
El presidente de HSBC Douglas Flint admitió la vergüenza y reconoce «el horrible daño a la reputación» sufrido por el banco luego de las revelaciones de la subsidiaria en Suiza, sin embargo se niega asumir responsabilidad personal alguna por los fallos.
Flint, quien fuera director financiero al tiempo que la corporación fundara su sede en el país centroeuropeo, alega que los directivos de dichas oficinas son los que deben encarar toda la responsabilidad, pues el secreto bancario de la nación atenta contra los mecanismos de transparencia de HSBC.
Con tal criterio coinciden las declaraciones del propio Hervé Falciani, quien manifestó que si no hay voluntad política no habrá una necesidad reglamentaria real, sino impunidad.
«El fraude fiscal es  una cuestión de ingeniería judicial o jurídica, el mismo se construye gracias a la ausencia de controles, así como a partir de la complejidad de los dispositivos financieros que los bancos inventan» añade el especialista.
Cuanto más complejo es, más difícil resulta detectar o desmontar el fraude y hoy se cuenta con la prueba absoluta de que esa falta de controles fue voluntaria, declaró el experto al portal argentino Página 12.
«Esos bancos, que ya con lo que es legal pueden actuar de forma amoral, van a actuar también de manera ilegal gracias a la impunidad», aseveró.
«Algún día habrá que romper ese círculo. La única manera de hacerlo es rompiendo el secreto», concluye Falciani.
En Suiza el sector financiero se ha desarrollado a tal punto que hoy aporta el 10,2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y cuenta con una industria compuesta por 312 bancos donde operan 29 mil empleados.
Sin embargo, la idea de terminar con el secreto bancario, que no es exclusivo de Suiza aunque sí defendido con dientes y garras por este gobierno, se ha extendido por todo el mundo como un paso lógico para eliminar la corrupción y la evasión fiscal.
Países como Luxemburgo y Austria ya están aplicando un sistema de intercambio automático de información que pronto se propagará de forma obligada al resto de la Unión Europea, informan medios de prensa.
El modelo consiste en dar a conocer todas las operaciones financieras a las autoridades fiscales, plan que se pretende extender a todo el mundo para conocer las cuentas y las transacciones de los ciudadanos, y así lograr mayor transparencia en la obtención de los ajustes y balances una vez al año.
La situación de los últimos tiempos y la presión de la Unión Europea hizo posible que Suiza aceptara sumarse en 2018 al intercambio automático de información, aprobado previamente  por más de 50 países.
HSBC es solo uno de los tantos casos que demuestran la decadencia de este sistema, uno más de los lavaderos de billetes sucios de todo el mundo y fiel guardián del dinero de los poderosos.
Ciertamente el fin del secreto fiscal será un paso importante en la lucha contra la corrupción y el desvío de fondos, y necesariamente obligaría a la banca del país helvético, así como a todos los que lucran con este turbio modelo, a reinventarse para sobrevivir en un mundo que aboga por el capital limpio.

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