La Habana, (PL) La personalidad que la mayoría distingue del cineasta Woody Allen ondula entre lo psicótico e inseguro, pero esta debatible percepción no cambia el hecho de que uno de los más grandes genios del siglo XX cumple 80 años.
ÂíSe dice fácil! pero llegar a ocho décadas de vida con la energía para embarcarse en diversos proyectos audiovisuales no es un logro al alcance de todos, se precisa de una mente lo suficientemente fuerte como para aún batallar por la originalidad y el afán de no repetirse.
Allen actualmente tiene entre manos el primer proyecto televisivo en sus más de 50 años de carrera artística, el nombre de dicha empresa no podía ser otro que El proyecto sin título de Woddy Allen, así de paradójico es el proceder de nuestro Woody.
La desconfianza del octogenario en el designio que le dieron los Estudios Amazon es tal que a sólo meses del estreno del mismo -revisto para 2016- el nacido en Nueva York aún suelta frases como «No sé cómo me metí en esto, no tengo idea de dónde empezar», con su habitual tono cínico.
Como si burlarse de la vida misma fuera su hobby favorito, declaró recientemente que «parece ser que Roy Price (presidente de Amazon) se va a arrepentir de esto», para luego concluir con un irónico «espero que esto sea un fracaso de proporciones cósmicas».
Inseguridad que, genuina o no, está sustentada en que a estas alturas no hay medio de difusión capaz de anunciar el elenco de la serie y mucho menos, de qué tratará.
Al parecer, sus cuatro premios Oscar le dan a este enjuto artista el derecho a ser así de excéntrico.
Menos misterioso resultó el estreno de la cinta Irrational Man, cuya premier tuvo lugar en el Festival de Cannes 2015, donde Allen presentó esta comedia dramática en la que intervienen Joaquin Phoenix, Emma Stone, Jamie Blackley y Parker Posey.
El largometraje, el cual dirigió y escribió, tuvo su estreno oficial en Estados Unidos dos meses después de la cita francesa del séptimo arte en julio y confirma su vigente tradición de realizar al menos un filme al año desde que iniciara su trayectoria, en 1965.
Diversas fuentes han citado entre sus sueños más grandes dirigir una película sobre los orígenes del Jazz en Nueva Orleans, con los iconos Louis Armstrong y Sidney Bechet como ejes temáticos.
Por el momento American Blues (nombre temporal del proyecto) tendrá que esperar, porque el visionario pide la nada despreciable suma de 80 a 100 millones de dólares de presupuesto inicial para comenzar la producción.
GÉNESIS
Allan Stewart Königsberg, su nombre de nacimiento, vio la luz el 1 de diciembre de 1935 en Brooklyn, Nueva York, en el seno de una familia «burguesa, bien alimentada, bien vestida, e instalada en una cómoda casa», como él mismo la describe.
Su niñez fue justo como la mayoría podría imaginarse, un chico introvertido y ensimismado al que recuerda con las siguientes palabras: «Yo no quería ser Bogart, tampoco quería ser John Wayne. Sólo el rarito de la clase, el chico con gafas que nunca consigue a la chica, pero que es divertido y cae bien a todo el mundo».
Algo que quizás sí es un total misterio para gran parte de sus admiradores de la actualidad es que, pese a su timidez, el joven Allan Stewart tuvo un inicio de carrera como humorista en vivo en clubes como The Blue Angel, The Duplex y en esporádicas transmisiones televisivas.
El director de Blue Jasmine abandonó los estudios superiores antes de concluir el primer año, en gran medida siguiendo el consejo de sus profesores de que si quería seguir en la Universidad debía buscar ayuda psiquiátrica cuanto antes, algo que nunca ha dejado de hacer hasta la actualidad.
Quizás aquel tutor confundió el talento con locura, porque 23 años después Allen ya había dirigido y actuado en más de una decena de filmes y -sobre todo- acababa de estrenar Annie Hall (1977), considerada por varios críticos y medios como la mejor comedia de todos los tiempos y merecedora de su primer Oscar como director.
Otros títulos que llevaron al reconocido crítico Roger Ebert a considerarle «un tesoro del cine» son Bananas (1971), Manhattan (1979) Hannah y sus hermanas (1986), Vicky Cristina Barcelona (2008) y Medianoche en París (2011), los cuales dan fe de su vigor y vigencia en los anales de la historia del séptimo arte.
Por otra parte, algunas de las vicisitudes que marcan el prestigio y persona pública de Allen son las demandas por abuso sexual que en su contra interpuso su antigua pareja Mia Farrow, o el hecho de haberse casado en 1997 con su hija adoptiva, 36 años menor que él.
Manchas en el quehacer de un hombre que a sus 80 primaveras acumula los citados cuatro Oscar, igual número de Globos de Oro, nueve BAFTA, un Goya y dos César, entre otros lauros que se suman al aval de ser catalogado por la cadena Comedy Central como el cuarto mejor comediante de la historia.
Semejante palmarés deja claro que ese caótico alter ego construido por Woody Allen no es más que una ilusión, un escape de las ataduras que la cordura y sano juicio conllevan, porque como el mismo sostiene: «La ventaja del inteligente es que puede pasar por tonto cuando quiera, mientras que el segundo no puede ser de otra manera».
Woody Allen: el falso despistado cumple 80 años
Por Damián Estrada