Agresividad y violencia: protagonistas en las elecciones de EE.UU.

Por Miguel Fernández Martínez

La Habana, 14 mar (PL) La agresividad y la violencia figuran hoy como protagonistas permanentes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, donde impera un discurso populista, xenófobo, nacionalista y belicoso en algunos de los aspirantes a la Casa Blanca.
El precandidato republicano Donald Trump, es el mejor ejemplo del nuevo giro que toman los comicios, exacerbando las pasiones de sus seguidores, polemizando bruscamente con sus oponentes y alentando a un enfrentamiento que no podrá vaticinar consecuencias de aquí a noviembre.
Las más recientes presentaciones de Trump en la ciudad de Chicago estuvieron matizadas con peligrosos episodios de violenta agresividad entre sus seguidores y detractores, lo que provocó el inmediato rechazo de sus rivales demócratas y de sus oponentes republicanos.
En la ciudad de Chicago, el multimillonario Trump tuvo que suspender un acto electoral a consecuencia de las disputas entre los que le apoyan y los grupos que lo rechazan, en Ohio tuvo que ser protegido por el Servicio Secreto durante su discurso, y en Kansas City, la policía usó gases de pimienta para dispersar a los manifestantes.
A estos altercados multitudinarios, se unen otros hechos que van marcando el proceso electoral como violento y peligroso, en un país que se precia por intentar imponerle al resto del mundo sus fórmulas «democráticas».
Ni siquiera los periodistas son ajenos a la violencia que marca la ruta de Trump hacia la Casa Blanca. Están frescas las imágenes del precandidato republicano ordenando expulsar a la fuerza de una sala de conferencias al periodista de Univisión, Jorge Ramos, por hacerle una pregunta sobre inmigración.
Hace apenas unos días, la periodista Michelle Fields, de Breitbart, acusó al jefe de campaña de Trump, Corey Lewandowski, de agarrarla por las muñecas después de un acto de campaña.
Fields colocó fotos de sus moretones en la red social de Twitter y presentó una denuncia penal contra el comité de campaña de Trump.
También se reportó la detención de un simpatizante del magnate inmobiliario neoyorquino, que golpeó en la cara a un hombre afroamericano que era escoltado en un evento en Carolina del Norte, después de proferir gritos contra el aspirante republicano.
En las filas de los elefantes rojos no se hicieron esperar las reacciones. El senador por Florida, y también aspirante presidencial, Marco Rubio, llamó a Trump a asumir su responsabilidad «por las consecuencias de su retórica».
En tanto, el senador por Texas, Ted Cruz, responsabilizó al magnate por estos hechos de violencia.
«Cuando tienes una campaña que incita a la violencia, cuando tienes una campaña que se enfrenta a acusaciones de violencia física contra miembros de la prensa, creas un ambiente que solo fomenta este tipo de desagradable discurso», subrayó Cruz.
El precandidato demócrata Bernie Sanders, también reaccionó inmediatamente a la ola de violencia desatada en las huestes republicanas, quien responsabilizó a Trump, acusándolo de «promover odio y división contra los latinos, los musulmanes, las mujeres y los discapacitados».
Sanders acusó también a su rival político de «incentivar la violencia al incitar a sus simpatizantes a emplear la fuerza contra los manifestantes».
Por su parte, Hillary Clinton, la principal aspirante demócrata a la presidencia norteamericana, acusó al empresario de dirigir «una campaña muy cínica, enfrentando a unos grupos contra otros».
«Él está traficando con odio y miedo, está jugando con nuestros peores instintos..(…).. Hay líderes internacionales que me preguntan si pueden apoyarme para detener a Donald Trump», aseguró Clinton.
El pasado 10 de febrero, en un discurso ofrecido en Springfield, ante los legisladores del estado de Illinois, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, calificó de «clima político venenoso» el que se vive en la campaña electoral por la presidencia.
Obama acusó -sin mencionar nombres- a líderes incapaces que tratan de convencer a ciudadanos desilusionados en medio de la puja electoral que decidirá quien será el próximo presidente estadounidense.

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