Conciencia tan débil como un hilo

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Cuando se es joven, la vida siempre se ve simple y seguramente ninguno de nosotros estamos pensando en esa etapa de la vida que llegaremos a madurar y mucho menos a ser viejos.

Tampoco podemos negar que en esa etapa de nuestra juventud y sin importar quién, pero todos vivimos esa edad, llenos de emociones impulsivas, al igual que nuestras decisiones, llegamos a considerar que cualquier medida de nuestros padres en su obligación de educarnos siempre fueron consideradas como medidas muy rígidas o extremas.

Y sin olvidar que todos alguna vez fuimos jóvenes en cualquier etapa de nuestra vida y aunque con diferentes vivencias hemos tenido, lo que para nuestros padres consideraron buenas enseñanzas, hábitos y costumbres.

No importa en qué época se vive pero en su momento en cualquier época y aunque sean métodos diferentes y sin importar en qué año se haya vivido una de las mejores edades de tu vida siempre existirá el gran consejo de tus padres o fastidios para otros en la advertencia sobre el cuidado de no dejar embarazada a una novia –en el caso de los varones- y el darse a respetar –en el caso de las niñas- sin embargo lo que alguna vez me causó risa como el típico comentario de los adultos: “esta juventud cada vez está peor..”

Ahora que soy adulto entiendo la expresión y sin caer en el error de decir que los tiempos de antes fueron mejores que los de ahora porque honestamente, los mejores tiempos siempre serán aquellos que vives en tu actualidad.

Somos amantes de culpar a otros de los errores con tal de no ver los propios y hasta de pasadita echarle la culpa a otros como pudiera ser el mismo gobierno o los medios de comunicación; al igual al internet o redes sociales, antes que aceptar que cuando nos convertimos en padres la responsabilidad de educar a nuestros hijos siempre recae en los adultos.

La responsabilidad no correspondida, pero sí asumida por parte de nuestras autoridades para que no se convierta en un problema social han hecho de todo, sin embargo, lo único que se ha obtenido de resultado han sido un total fracaso en ellos.

Ni las masivas campañas publicitarias en torno al uso de tan difundida modernización de la mujer en este siglo han evitado los embarazos en las jóvenes de entre 13 y 19 años de edad, donde se ha encontrado una incidencia de hasta arriba del 50 por ciento a nivel estatal, el porcentaje varía dependiendo del municipio por mencionar de los más altos se encuentran Torreón y Piedras Negras.

Tanto el Hospital General como el Instituto Mexicano del Seguro Social atienden por encima de los 300 partos en adolecentes en lo que va del año por cada municipio e incluso en su rango de edad tiende a la baja entre 12 y 13 años de edad siendo la edad más frecuente los 16 años en una generalidad en los 38 municipios de la entidad.

En el caso de Torreón es más alarmante la situación en donde las autoridades sí están preocupados por querer hacer algo al respecto debido a que el porcentaje se mantiene por encima del promedio nacional.

No es sólo el hecho de que se presenten embarazos entre mujeres jóvenes. La preocupación para cualquier autoridad hablando tanto en las municipales, estatales y nacionales es la incidencia de abortos espontáneos y cesáreas que ponen en peligro la vida de éstas mujeres pues según la óptica médica entre más corta sea la edad el riesgo incrementa tanto para la madre como para él bebe.

Además, el bloqueo de sus aspiraciones tanto educativas como laborales, impide que este grupo de madres jóvenes, que cada día se hace mayor, cuente con la preparación necesaria para sacar adelante a sus hijos porque en la mayor parte de los casos se convierten en madres solteras o al pasar el tiempo son abandonadas por el padre del bebé sin que tengan disponible una fuente de ingresos segura, o lo que es peor cada vez es más frecuente que éstos jóvenes papás se consideran padres con el hecho de llevar unos pañales y un bote de leche por semana a sus hijos que acaban de procrear, pero cada quien vive por separado y sin obligaciones más que a jugar a la “casados”, es decir, visitas conyugales para continuar con su vida rutinaria porque como dirían los chavos es lo que esta “in”, o es lo que está de moda o bien el tan escuchado “todo mundo lo hace”.

Aunado a ello, las condiciones óptimas de vida que les pueden brindar a sus descendientes son escasas y, generalmente, los hijos tienen problemas en su desarrollo físico, porque las madres no tienen preparación para alimentarlos sanamente y con obvias razones pues la mayoría de los casos durante la gestación de éstas muy apenas adolecentes se alimentan nada más de puras sopas maruchas.

Ante el problema de fecundidad temprana, instancias oficiales y privadas han hecho diversos programas enfocados a prevenir que los jóvenes inicien su vida sexual a temprana edad y así evitar que “niños se conviertan en padres de niños”.

El aumento en la incidencia de adolescentes embarazadas no es sólo un problema de salud, sino también un problema social, ya que tiene que ver con la inexistencia de una educación sexual entre la mayor parte de la población, y la proliferación de erotismo en los medios de comunicación, pero sobre todo en las famosas redes sociales de la internet, despertando la curiosidad de los pubertos, quienes empiezan a experimentar su sexualidad sin prever un embarazo no deseado.

Casi el 40 por ciento de la población mexicana es adolescente, porcentaje similar al de Coahuila, y del total de partos que se han atendido en la que va del año en el Sector Salud; por encima del 30 por ciento lo abarcan las mujeres en edad aún adolescentes.

Es difícil de analizar la situación cuando vemos, por ejemplo, que Coahuila se ubica en el quinto estado con menor tasa de fecundidad en el país, que es del 2.43 en lugar 6 que teníamos antes, pero llama mucho la atención que no se puedan detener los embarazos entre las mujeres menores de los 18 años de edad. Es lamentable observar como el futuro de las adolescentes embarazadas se encuentran en un delgado hilo, en donde tal parece que la carne es más débil que las consecuencias.  (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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