Desorientados y sin nido a donde llegar

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Cada generación nueva tiene sus propios matices, sin embargo, todos comparten algo en común. Aunque como la gente de antes solía decir, para todo hay una edad, pero la juventud comparte lo mismo en una general, como la salud, sus salones llenos de alegrías, la tecnología en sus manos, su propia espontaneidad sorprende a los adultos que en ocasiones nos cuesta trabajo comprenderlos y se nos olvida que alguna vez así fuimos. Como dice el dicho “como te ves me vi y como me ves te verás”.

Lo que un tiempo se disfrutó de alegría, admiración para estar en todo momento contentos y ser el centro del eje familiar; cualquier movimiento siempre resultaba como algo feliz, el lavarse, poderse vestir, la movilidad física de poderlo hacer por sí mismo, se van tornando al transcurrir con el tiempo los ojos afectivos de la familia en un tono gris en las miradas y con cierta impotencia en la medida que los movimientos se hacen cada vez más torpes.

Cada año se incrementa el número de decenas de adultos de la tercera edad y a la falta de cultura para enfrentar los próximos años ésta creciente la problemática que no se le ha puesto alguna solución a tiempo y no andar con las cifras encima a última hora, porque existen reporte de que son abusados en sus propias casas, en domicilios de familiares e incluso maltratados en los diferentes centros de salud y no solo eso sino la verdad de las cosas es que en las instituciones de salud de gobierno carencia de médicos gerontólogos o gerontólogas.

En muchos lugares el anciano se ve como una carga familiar porque pierden su capacidad física y teniendo en un futuro problemas de salud, su capacidad mental disminuye; para cerrar con broche de oro la misma edad los convierte cada vez más sentimentales y tercos.

Después de haber entregado lo mejor de su vida, sus mejores años se convierten en un ser vulnerable porque físicamente son más débiles, con menos capacidad de poder defenderse, ya no estamos hablando físicamente sino hasta verbalmente porque son ignorados o juzgados, como dirían por ahí “tíralo al Lucas”, aprovechándose de que no pueden ni oír bien o claramente dejando la oportunidad para muchas personas de aprovecharse de su limitante y dañado por la misma sus cinco sentidos.

El maltrato comienza desde domicilio donde vive donde suelen ser por lo general sus propios hijos o miembros de la familia como los nietos, o los mismos cónyuges.

No teniendo una cultura e información necesaria de qué hacer con ellos, pues ahora si algunos de los adultos de la tercera edad pasan el resto de su vida viajando, pero no precisamente en plan de vacaciones, sino que se van turnando entre los familiares de mandarlos en la casa de la nuera, primo, hermana, recorriendo todo el árbol genealógico y si se puede incluyendo hasta a los compadres.

Sin tomar consideración alguna que no tiene la fortaleza de una edad para estar viajando la mayoría de los casos llegan cansados y directos a dormir arrecholados en un cuartito quedando en la mayoría de las veces en un segundo piso, por lo que al despertar quedan todos desorientados no sabiendo ni donde queda el baño y alejados de las risas de los familiares por tenerlos apartados en un “seudo cuarto” adaptado para arrumbar al abuelo o abuela, pasando esta generación de adultos de la tercera edad como “abuelos golondrina”, teniendo que cambiar de casa en casa cada determinado tiempo corto.

Es difícil cuidar de una persona mayor de edad porque tiene muchas necesidades diferentes, pero también es difícil ser adulto mayor cuando la edad trae enfermedades y dependencia. Estos son factores que pueden crear situaciones de abuso creciendo dentro del núcleo familiar una condición de estrés para todos los integrantes.

Sus necesidades solamente son recordadas cuando existen tiempos electorales y donde una parte de la sociedad sí los toma en cuenta, pero no precisamente los familiares sino el sector político, y después pasan nuevamente al olvido.

Solamente basta con mirar alrededor de cada una de los municipios de Coahuila, para darnos cuenta de cuantas casas de retiro existen y con qué capacidad la falta de creación de comunidades de jubilación es de mucha importancia para cubrir con la demanda que en un futuro se presentara para que las personas mayores tengan una calidad de vida digna y no anden volando como golondrinas de nido a nido.

Estos hogares para ancianos tendrán mucha ventaja sobre los cuidados porque tendrían el servicio de enfermería y asistencia durante las 24 horas estando al pendiente de ellos y gozarían de un espacio donde se sentirían independientes.

Pero para poder llegar a eso nos faltan años de preparación puesto que en estos momentos ni siquiera hemos iniciado una culturalización sobre la vejez, el trato de la tercera edad y mucho menos médicos especializados en esta rama.

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