La primera vez como tema en «El agua que mece el silencio»

La prosa mezcla lo real con lo onírico y nos introduce en las ensoñaciones, fantasías y pesadillas de cada uno de los miembros de esta pandilla de amigos.

Por Mario Velázquez

A través de 16 relatos que forman un microcosmos de lo que significa atravesar la adolescencia en medio de una guerra entre países, religiones y hasta con sus propios vecinos, es lo que Rose Mary Salum describe en el libro El agua que mece el silencio.
“La idea era explorar cómo estos niños están experimentado por primera vez la guerra, cómo están experimentado por primera vez la atracción sexual hacia otros niños. Es un libro a distintas voces. Hay cuatro o cinco niños que son, digamos, los protagonistas de esta historia. Están narrando esta realidad como ellos la ven, desde su punto de vista. Hay unos que la perciben muy claramente, se dan cuenta perfectamente de lo que está pasando a su alrededor. Otros que están más dispersos”.
La prosa mezcla lo real con lo onírico y nos introduce en las ensoñaciones, fantasías y pesadillas de cada uno de los miembros de esta pandilla de amigos.
Aparentemente es un lenguaje muy sencillo porque está contado desde el punto de vista de chicos muy jóvenes, y por el otro lado, el lenguaje adquiere matices oníricos porque son niños que todavía no acaban de definirse como seres participativos de  una realidad política o de una ciudadanía. Entonces son niños que todavía están viviendo en una etapa muy protegida, donde todavía la imaginación da muchas vueltas”.
 
El agua que mece el silencio fue editado por Vaso Roto Ediciones.

Deja tu comentario