Boris Schoemann presenta «El líquido táctil» de Daniel Veronese

El líquido táctil narra con crueldad, ironía y humor, la historia de tres seres inútiles, huecos; tres personajes típicos de la clase dominante, cuya decadencia les impide tener sentido crítico sobre su vida, signados por un discurso hipócrita y sin sentido.

Por Salvador Perches

Ampliamente conocida en México, la poética del dramaturgo, actor y director argentino Daniel Veronese se caracteriza por una diversidad de líneas estéticas que se superponen, se bifurcan y se multiplican. Boris Schoemann se encuentra por vez primera con esta dramaturgia en El líquido táctil.
En El líquido táctil, a través de una serie de recursos metateatrales, Veronese pone en evidencia los mecanismos simuladores del teatro y del poder político.
“No conocía la obra, conocía al autor por haber visto tres puestas en escena de él, Daniel Veronese gran autor argentino, y me propusieron una obra suya de hace como 20 años pero es completamente actual, contemporánea, muy interesante, se llama Líquido táctil me lo propuso una actriz colombiana, Gabriela Saz”, comentó el director Boris Schoemann.
Las evidentes alusiones a Chéjov son predominantemente indirectas, difusas y tienen por objeto parodiar a un autor emblemático del realismo- naturalismo teatral.
“Es una obra de tres actores los van a ver ahorita, es una obra muy interesante, cachonda, porque es otro lenguaje, difernte al que estoy acostumbrado con los autores mexicanos o canadienses que he montado. Ahora ya me voy con los argentinos pero hay un sentido de la farsa en el absurdo de Veronese que me conecta mucho con los autores franceses, con Pinter, con los autores que quiero también mucho y han trabajado esta farsa desgarradora donde no sabes si estás entre la realidad y la ficción, es muy interesante”.
El líquido táctil narra con crueldad, ironía y humor, la historia de tres seres inútiles, huecos; tres personajes típicos de la clase dominante, cuya decadencia les impide tener sentido crítico sobre su vida, signados por un discurso hipócrita y sin sentido.
La puesta en escena, interpretada por Gabriela Zaz Montero, Jorge Chávez y Daniel Breton, se estrena el 7 de agosto en el Teatro La Capilla, en Coyoacán.

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