Prevén colosal convulsión económica en EU y Europa

  • China ha estado sosteniendo al mundo por una década, cuyo crecimiento económico es cuatro veces mayor que el de Estados Unidos; en su programa espacial está por conquistar La Luna
  • Entre su desarrollo de ingeniería geopolítica y que forma parte de la Nueva Ruta de la Seda, figura la majestuosa construcción de la presa Las Tres Gargantas
  • LaRouche advierte: “Hay que elevar las tasas de productividad, o ni Estados Unidos ni Europa sobrevivirán”

El sistema bancario de Londres y Wall Street se encamina hacia un derrumbe, y la causa fundamental es el estancamiento total del crecimiento de la economía, pero en particular de la productividad, en las economías de Estados Unidos y de Europa, según predicciones de Lyndon LaRouche.

A través de un comunicado emitido por el Movimiento Ciudadano Larouchista, advierte que el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew, desacreditó su cargo en la cumbre del G-20 que acaba de terminar en China, cuando le hizo un llamado a los otros países a que hagan todo lo que sea posible para aumentar su crecimiento económico, pero dijo que la economía de Estados Unidos no necesita de nuevas medidas de crédito para la inversión.

No obstante que el crecimiento económico estadounidense es tan bajo, que Lew necesita del crecimiento cero de Europa para sentirse hinchado.

China ha estado sosteniendo al mundo por una década, cuyo crecimiento económico es cuatro veces mayor que el de Estados Unidos;

En esta cumbre floreció la verdad: «La situación de la economía global es sombría», como señaló el ministro de Comercio de China.

China sigue generando grandes volúmenes de crédito público y privado, combinado, (se estima que solo en junio de este año emitió $240 mil millones de dólares en crédito) para inversiones tanto en China, como a lo largo de la franja económica de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del Siglo 21, así como en África, Medio OrienteSudamérica, sumándose además, para su programa sobre ciencia del espacio y tecnológico, el más dinámico que existe hoy en el mundo.

Pero los poderes financieros de Londres y Wall Street que están haciendo «sombría» a la economía del mundo, siguen avanzando pesadamente hacia otro derrumbe financiero, con una economía sin inversión de capital, sin productividad, ni ganancias económicas reales, alertó LaRouche.

Lyndon LaRouche, editor fundador de la revista Executive Inteligence Review (EIR), no escatimó palabras sobre las declaraciones de Lew en defensa de una economía muerta. «En realidad, establecer ese tipo de patrón significa bancarrota».

En este sentido, LaRouche precisó: «Esa política tiene que suprimirse. Se tiene que elevar las tasas de productividad para las actividades de la economía real; porque de otra manera, todo esto va a estallar. Estados Unidos y Europa no sobrevivirán. Pueden sobrevivir, si hacen lo que se tiene que hacer. Y esto es, proporcionar la productividad real que dan los motores de la ciencia a la economía».

Estos son también los motores para impulsar aumentos reales en el ingreso de las personas y de las familias, insistió LaRouche.

Los estudios sobre la historia de la economía de Estados Unidos le llaman al período de 1935 a 1970 los «años dorados de la productividad estadounidense», debido al crecimiento sostenido del factor de productividad total; es decir, el aumento de la productividad debido a los avances tecnológicos, en vez de solo aplicar mayores horas de trabajo y capital.

El punto álgido de esto fue durante el Nuevo Trato de Franklin Delano Roosevelt y los grandes proyectos de infraestructura de «las cuatro esquinas», con un crecimiento de 3.3% al año.

En la década de los 60’s de John F. Kennedy, todavía seguía prosperando un poco por debajo del 3%, un crecimiento impulsado por el gran proyecto de infraestructura quizás más importante de todos, el programa Apolo de la NASA que llevó a la humanidad a la Luna y abrió la posibilidad de ir más lejos.

El FMI, el Banco Central Europeo, la Oficina Nacional de Investigación Económica de EU, hablan constantemente sobre el crecimiento del factor total de la productividad, y le dan un seguimiento, pero nunca la producen.

Durante las décadas de Bush y de Obama, el FMI solo informó, que el crecimiento en Estados Unidos había sido de apenas 0.5% al año, y ahora en 2016, es casi cero. En la Alemania «altamente productiva», también ha sido de 0.5% al año.

China, que planteó la verdad en el G-20 sobre la «situación sombría» de la economía mundial, tiene un factor total de productividad creciente al 3.1% al año desde 2004, de acuerdo a los últimos estudios hechos en Harvard. Eso es lo que están creando la Nueva Ruta de la Seda y el programa lunar de China.

Desde el 2013, LaRouche ha expresado esta necesidad con sus «Cuatro Leyes»: Restaurar la ley de regulación bancaria Glass-Steagall (ahora los dos partidos de EU están de acuerdo en esto, cuando menos en el papel).

Crear instituciones nacionales de crédito orientando al crecimiento de la productividad. Invertir en los proyectos de infraestructura de mayor tecnología, encabezados por la exploración espacial.

Buscar avances rápidos en la ciencia de la fusión termonuclear y tecnologías de frontera, como la energía de fusión y la propulsión de fisión y fusión para los viajes espaciales.

«De otro modo, todo esto va a estallar. Estados Unidos y Europa no sobrevivirán», finalizó Lyndon LaRouche.

La Nueva Ruta de la Seda

La Nueva Ruta de la Seda es la enorme respuesta china al intento de EU de aislar a Pekín a través del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y del Transatlántico (TIPP), cuyos destinos son aún inciertos. Pero es mucho más que eso. Responde a una visión geopolítica y geoeconómica clara desde China, y en particular del presidente Xi Jinping que la lanzó en octubre de 2014.

Nada de improvisación y mucho planeamiento previo en esta globalización a la china, asegura en un reportaje el periodista Andrés Ortega, publicado en diversos medios de comunicación mundial el 11 de marzo de 2015, donde indica que en el futuro previsible, EU va a seguir controlando las rutas marítimas que más utiliza China, y, por tanto, hay que abrir otras por tierra y por mar (15 de los 20 puertos más importantes del mundo están hoy en China) que le permitan garantizar el transporte de sus exportaciones (para algunas, la vía aérea resulta prohibitivamente cara) y los suministros de materias primas, especialmente las vinculadas a la energía. El proyecto implica a toda Asia, los países del Golfo y de Oriente Medio y el Norte de África y Europa.

En fecha reciente, un buque de EU lanzaba un desafío a la reclamación de soberanía china de unas islas en el Mar del Sur de China, y en Madrid, en un gran ejercicio de diplomacia económica y poder blando, se celebró el segundo foro sobre la Ruta de la Seda, con una muy nutrida presencia china y de think tanks de muchos de los países involucrados en este enorme proyecto.

Para China, todo esto tiene también un objetivo interno: desarrollar su interior y frenar el éxodo hacia las zonas costeras donde se concentra el crecimiento económico.

La nueva Ruta de la Seda, también llamada “Una franja, una ruta”, pretende afectar a 4.000 millones de personas al abrir nuevas vías desde China hasta Europa, con cinco “pasillos económicos” (China-Mongolia-Rusia, Asia Central, China-Pakistán, China-Myanmar-Bangladesh-India y ASEAN, y hacia Oriente uno marítimo hacia Corea del Sur y Japón) y luego hacia el Golfo, Oriente Medio, el Norte de África y Europa.

Para muchos de los países involucrados que no tienen salida al mar (como Mongolia, Tayikistán y Afganistán, entre otros) significa entrar en la conectividad –es la palabra clave– global. Para otros, como Pakistán, separarse aún más de la India (aunque esta participa en el proyecto).

A diferencia del TPP y del TTIP que no cuestan dinero (aunque podrán llegar a suponer mucho en minutas de abogados), crear la Nueva Ruta de la Seda significa unas enormes inversiones en infraestructuras, del orden, según The Economist, de un billón de dólares, de todo tipo: vías férreas, carreteras, puertos, etcétera.

Una parte del capital necesario, dada la austeridad general, tendrá que provenir de la inversión privada, pero otra, la principal, será pública.

China ha creado un fondo específico para este proyecto de 40.000 millones de dólares. Cuenta además con el nuevo Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) que ha lanzado con la participación de más de 60 países y con el “pasillo de transporte euroasiático” impulsado por Putin –Rusia está también muy involucrada–, mientras que también pretende conectarse al Plan Juncker en la UE.

La heterogeneidad de los países que van a participar, y la armonización de pautas técnicas, aranceles y trabas no arancelarias supondrán enormes problemas para la creación de lo que algunos califica de este “bien público regional”, pero todos buscan con ello un impulso de productividad que les evite quedar atrapados en la llamada “trampa del ingreso medio”, como lo presentó el Centro de Desarrollo de la OCDE. Se espera que para 2030 estén ya funcionado estas nuevas rutas, aunque no sea aún de forma plena.

Además de las infraestructuras, el proyecto pretende impulsar otros cuatro tipos de “conexiones” o flujos: políticos, comerciales, de capitales y de personas. Y hay un cierto reto intelectual e incluso ideológico, pues China pretende en materia económica promover lo que llama “Consenso de Pekín” frente al neoliberal “Consenso de Washington” (que no es, sin embargo, el de Obama).

Para España el proyecto es muy importante, no sólo para sus empresas e ingeniería sino también porque permitirá una conexión directa a China y a Asia, a la economía del siglo XXI, como lo planteó el secretario de Estado de Comercio Jaime García-Legaz y el titular de Exteriores, José Manuel García-Margallo. La tuvo hace muchos siglos con la Vieja Ruta de la Seda, cuando España no era España.

Si ve la luz, tendríamos tres ejes económicos fundamentales en el mundo: el Pacífico, el Atlántico y esta ruta entre Oriente y el extremo de Eurasia. Fuera quedarían el África Subsahariana y una parte de América Latina. Eso no sería bueno. Por ello para compensar quizá habría al menos que revivir la iniciativa de la Cuenca Atlántica entre las Américas, África Occidental y Europa.

Presa Las Tres Gargantas

Hace algunos años, encontrar una planta de energía hidráulica capaz de generar 5.000 MW., era motivo de admiración para la empresa y país constructores, hasta que llegaron las colosales presas de Raúl Leoni (Guri), en Venezuela e Itaipu en Brasil/Paraguay, capaces de crear 10.055 y 14.750 MW., respectivamente, siendo las mayores plantas del mundo de su género.

Pero en el año 2004 se pone en funcionamiento en China el proyecto de Las Tres Gargantas, en lo que se refiere a generar electricidad, ya que todavía no está terminada, siendo de 22.500 MW si sumamos la capacidad de sus 34 turbinas operativas desde el año 2011.

La construcción de la presa china comenzó en el año 1994 y ya en el 2003 operaba el primer grupo de generadores. Un embalse capaz de almacenar 39.300 millones de m3 en pleno centro del territorio, debía dejar bajo sus aguas 19 ciudades y 322 pueblos, con una población estimada de 2 millones de personas en un total de 630 km2, en la provincia de Hubei.

Así que al esfuerzo de su construcción, se debe también sumar el que ocasionaron el desplazamiento de tal cantidad de ciudadanos chinos hacia destinos distintos para alojarlos y procurarles un futuro.

Para el gobierno chino, generar el 10% de la energía necesaria para el país, bien valía la pena. Aunque no contaban con el crecimiento espectacular de la economía, su producción y consumo, así que deben conformarse con sólo un 3 % y no más de sus necesidades energéticas actuales.

¿Ha valido la pena sumergir tan extenso territorio? ¿Sumergir ciudades y pueblos con orígenes tan remotos? Por qué la inundación ha hecho desaparecer restos del Paleolítico, asentamientos del Neolítico, tumbas y obras de las dinastías Ming y Qing.

Sí, es cierto que se ha rescatado lo que se ha podido, pero la gran mayoría de los tesoros históricos quedan allá sumergidos.

¿Compensa a los habitantes desplazados la pérdida de sus identidades históricas, el enorme esfuerzo económico que conlleva la construcción para conseguir sólo un 3%?

Sólo la presa mide 2.309 m. de largo y 185 de alto, con exclusa para el trasbordo de grandes barcos. Pero se ha diseñado para prevenir las inundaciones que tanto daño causa el río cuando se desborda.

China ha venido sorteando toda clase de abominables acosos del imperialismo y pretendida conquista infructuosa yanqui, que a final de cuentas, ese dragón está más vivaracho que nunca.

Por: Blas A. Buendía

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