EE.UU: seguridad nacional y elecciones presidenciales

Por Roberto García Hernández

La Habana (PL) Aunque para el ciudadano estadounidense promedio los temas de seguridad nacional resultan poco menos que intrascendentes a la hora de decidir por quién votar en las elecciones, en las últimas semanas este asunto adquirió mayor relevancia.
El Presidente que surja de los comicios del 8 de noviembre y tome posesión en enero de 2017, tendrá que enfrentar la situación internacional más inestable desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, según dijo el 23 de agosto pasado el general Joseph Dunford, presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor del Pentágono.
Dunford, el oficial norteamericano de más alto rango y principal asesor en temas castrenses del jefe de la Casa Blanca, señaló en la Universidad de Defensa Nacional que quienes gobiernan en Washington deben ser capaces de afrontar las amenazas de hoy, desarrollar y mantener la estrategia, así como el equipamiento para enfrentar un mundo cada vez menos previsible.
En este contexto, el candidato republicano estadounidense Donald Trump y su rival demócrata Hillary Clinton comenzaron a recibir explicaciones sobre estos aspectos. Para Trump, que está lejos de ser un especialista, las «clases» se realizan a pesar de las protestas de algunos de sus críticos que lo acusan de ser una persona poco confiable.
En los últimos meses funcionarios en activo así como exmiembros de las agencias de espionaje norteamericanas revelaron su temor de que Trump llegue a la presidencia.
De acuerdo con un artículo reciente del sitio digital Politico, varias fuentes de ese sector expresaron que el carácter impredecible del empresario neoyorquino, su controversial retórica contra los musulmanes, el apoyo a la tortura como método de interrogatorio, son factores que causan estupor incluso entre los especialistas más conservadores.
Un experto en antiterrorismo que prefirió mantener el anonimato calificó de temible la posibilidad de que Trump llegue a tener en sus manos a los servicios de inteligencia como presidente de la nación norteña, pues desde ese cargo puede hacer mucho sin preocuparse por las limitaciones que pueda imponerle el Congreso.
Por otra parte, como ya es habitual en la retórica de Trump, pocas horas antes de recibir la primera sesión de informaciones sobre el tema, el aspirante del partido rojo declaró a la cadena Fox News que no confía en los datos que ofrecen las entidades norteamericanas de espionaje.
Pero todo parece indicar que la desconfianza es mutua, pues el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Brennan, sugirió que presentaría su renuncia antes de cumplir cualquier orden del multimillonario en caso de que este llegue a la presidencia.

EL CASO DE HILLARY CLINTON

Si bien el grueso de las críticas se centra en la supuesta
incapacidad de Trump para gobernar y en la falta de confianza a la hora de proporcionarle datos sensibles, la candidata demócrata Hillary Clinton también recibe cuestionamientos en estos temas, a pesar de su aureola de amplia experiencia.
Es precisamente ese historial en el que se centran los ataques contra la exprimera dama, y en tal sentido su contrincante republicano logró resumir lo que más preocupa a determinados sectores de poder en Estados Unidos.
Trump recordó en una intervención reciente el nefasto papel que ella desempeñó en el impulso a la agresión de Washington y sus aliados de la OTAN contra Libia en 2011 -considerada por el presidente Barack Obama como el error más significativo de su administración- así como su responsabilidad en el agravamiento del conflicto en todo el Medio Oriente y Afganistán.
El empresario culpó a Hillary y a Obama de implementar decisiones en política exterior que permitieron la expansión del terrorismo internacional, pues el EI se esparció por todo el Medio Oriente, porque hace un par de años tenía presencia en siete naciones y ahora opera en 18.
Por otra parte, está aún pendiente el tema de las acusaciones contra la exprimera dama por el uso inapropiado de un servidor privado para asuntos oficiales cuando ella era la jefa de la diplomacia norteamericana.
En medio de este debate, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) entregó el 16 de agosto un grupo de documentos secretos sobre la pesquisa a expertos del Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental de la Cámara baja estadounidense.
El director de esa agencia, James B. Comey, señaló que la
exfuncionaria fue extremadamente descuidada en el uso de estos sistemas de comunicaciones, pero aclaró que ella no debe enfrentar cargos criminales por sus faltas.
Según The New York Times, los archivos -que se revisan bajo
estrictas medidas de seguridad- incluyen notas de la entrevista de tres horas y media que oficiales de esa entidad policial sostuvieron con Clinton el mes pasado, el último paso en una larga investigación sobre el tema.
La situación se agravó después que el FBI informó que recolectó cerca de 15 mil nuevos emails en su investigación contra la exsenadora por Nueva York, y de que el juez federal James E. Boasberg ordenara al Departamento de Estado acelerar la publicación de estos textos.
Líderes del partido rojo aseguran que los documentos confidenciales pudieran demostrar que la exprimera dama cometió perjurio cuando testificó en octubre en el Capitolio, al señalar que no envió ni recibió emails secretos desde su servidor privado mientras estaba al frente de la diplomacia norteamericana.
En ese sentido, directivos del Partido Demócrata expresaron su preocupación de que algunos de estos archivos pudieran filtrarse a la prensa de forma selectiva con el fin de dañar la imagen de Clinton como candidata de esa agrupación política a las presidenciales de noviembre.
A juicio del Times, esta disputa ya es una sombra que amenaza acompañarla durante el resto de la campaña electoral y el tema no desaparecerá de la palestra pública tan fácilmente.
Esta controversia comenzó en marzo de 2015 después que el diario The New York Times reveló alegaciones de que Clinton utilizaba su servidor privado para las gestiones oficiales, en lugar de usar las cuentas del Gobierno federal, que garantizan la seguridad de los datos.

SIRIA Y OTROS TEMAS PENDIENTES

Cualquiera que llegue a la jefatura de la Casa Blanca tras los próximos comicios tendrá que lidiar con asuntos que requieren atención urgente, pues Washington enfrenta una compleja situación en Afganistán, el Medio Oriente y Europa, por solo mencionar algunos focos de tensión.
La guerra de agresión contra Siria, uno de los más difíciles, requerirá una buena parte del tiempo del nuevo mandatario, debido al rol de liderazgo que Washington desempeña en la coordinación de las acciones de sus aliados contra esa nación árabe, que desde 2011 provocaron más de 300 mil muertos.
En este sentido, el arribo de Clinton a la presidencia provocaría un agravamiento de la hostilidad contra ese país, pues la aspirante del partido azul ya anunció que pondría en práctica medidas extremas destinadas a derrocar al presidente Bashar Al Assad.
Su objetivo es contrarrestar la percepción que existe en relación con la estrategia de Obama contra el EI, considerada fallida por una parte considerable de sus adversarios republicanos, y de demócratas para quienes no ha tenido éxito la campaña aérea que comenzó el 8 de agosto de 2014 en Iraq y se extendió a Siria un mes después, contra la voluntad del Gobierno de Damasco.
En poco más de dos años estas operaciones costaron a los
contribuyentes norteamericanos más de ocho mil 400 millones de dólares.
Los republicanos en el Capitolio quieren prácticamente un cheque en blanco para que el próximo mandatario utilice el poderío bélico sin limitaciones, con el pretexto de combatir a ese grupo terrorista, mientras los demócratas pretenden evitar el involucramiento en una guerra prolongada en la zona, aunque ambos coinciden en perfeccionar el modus operandi.
Estos y otros tópicos posiblemente sean abordados por Clinton y Trump durante sendas presentaciones televisivas previstas para el 7 de septiembre próximo en un programa titulado «el foro del comandante en jefe» de las fuerzas armadas, que se centrará en asuntos militares, de seguridad nacional y de atención a los veteranos.
De cualquier manera, los problemas económicos, la inestabilidad social, el auge inusitado de la violencia armada, la brutalidad policial, entre otros tópicos, están entre las principales prioridades de los votantes estadounidenses, que en su mayoría valoran los asuntos de política exterior y seguridad nacional desde una perspectiva más lejana.

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