Obama, miserable fracaso y sirviente de la moribunda monarquía británica: LaRouche

Por: Blas A. Buendía blasalejo@yahoo.com

· En crisis aguda el sector del transatlántico; mientras que la mitad del planeta avanza económicamente bajo el liderato de China, Rusia y los BRICS, el sector del transatlántico está en crisis aguda, no solo económica sino políticamente.

· En efecto, ya no hay gobiernos que funcionen ni en España, ni en el Reino Unido, ni en Italia, ni en Brasil, ni en Argentina, y por supuesto, ni en Estados Unidos; este lunes empieza la cumbre del G20

¡El mundo necesita una nueva arquitectura financiera, pero ya!, sentenció la Organización Lyndon LaRouche, para concretizar: “Hay que sacar a Obama, no importa cuánto tiempo de su período Presidencial le quede, si es que va a haber una nueva presidencia que funcione en Estados Unidos en el período próximo”.

En análisis promovido por este reportero, referente a cómo LaRouche observa actualmente al mundo, entre muchas consideraciones, advierte punto por punto.

Su Presidencia (la de Obama) ha sido un fracaso, que está causando estragos, muertes y caos en Estados Unidos y en el mundo, por medio de guerras ilegales, rescates financieros, ataques con aviones robot, la destrucción del servicio de salud, muertes causadas por las drogas, el desempleo, y la patología sicótica de Obama mismo.

En tanto las naciones de Eurasia, bajo el liderato del Presidente Vladimir Putin construyen un nuevo sistema estratégico y económico, habría que condenar a Obama por lo que es, un miserable fracaso y un sirviente de la moribunda monarquía británica.

El flanco crucial para evitar un guerra mundial nuclear y el caos financiero consecuencia de la fallida Presidencia de Obama, es el desarrollo de una nueva arquitectura financiera, y este será el tema de discusión más importante entre los líderes del mundo durante las varias cumbres internacionales que sucederán en los meses de septiembre y octubre del 2016.

El Presidenet de China, Xi Jinping, tiene el propósito de poner en el orden del día la cuestión decisiva de un nuevo sistema en la próxima cumbre del G20 en Hangzhou.

La prensa oficial china, junto con connotados analistas rusos, han dejado en claro que cualquier nuevo sistema viable como ese tiene que incluir a Estados Unidos; eso quiere decir que Estados Unidos debe abandonar sus ilusiones de reinar sobre un mundo unipolar, que además ya no existe, y comenzar a colaborar con las naciones más destacadas por un nuevo sistema económico justo.

Lo más importante de todo es la colaboración que está sucediendo entre el liderato de Rusia y de China en torno a un nuevo sistema económico y los cambios estructurales urgentes al sistema financiero global.

El 24 de agosto, una nota de la agencia de noticias china, Xinhua, titulada «Entrevista: Rusia y China deberían cooperar dentro del G20 para enfrentar los retos», en una entrevista con Andrey Kortunov, director general del Consejo Ruso de Relaciones Internacionales, una entidad vinculada al Ministerio de Relaciones Exteriores ruso.

En esa entrevista, Kortunov dice: «Mientras más tarden en implementar esas reformas, el riesgo de que sucedan nuevas crisis va a ser mayor y también la inestabilidad en la economía mundial».

Y más adelante añade: «Si hoy Pekín y Moscú le ofrecen su concepto de estabilidad a la comunidad internacional, no son solo palabras vacías, sino propuestas que se sustentan en muchas experiencias exitosas».

No puede haber un éxito verdadero de crecimiento económico global y de largo plazo, sin una nueva arquitectura financiera, y esto requiere de la participación del verdadero Estados Unidos, eso es, sin Obama.

Esto Kortunov lo reconoce de manera implícita, cuando señala que Estados Unidos puede ser «un socio complejo, y a veces impredecible», y sin embargo, agrega, tanto Rusia como China deberían de modo consistente buscar el terreno común con Washington, y evitar las crisis, sin hacer concesiones en materia de principios».

Ahora hay una creencia cada vez mayor y generalizada entre las élites transatlánticas de que Europa y Estados Unidos están justo al borde de una desintegración financiera, de una magnitud igual a su estado de negación sobre las consecuencias globales y del derrumbe del dominio occidental.

Ahora que la clase política y financiera está cada vez más desacreditada, la única opción que queda es que se restaure de inmediato la separación total de la banca mediante la Ley Glass-Steagall en Estados Unidos y con medidas idénticas en toda Europa.

Después, un jubileo para eliminar las deudas a las naciones en desarrollo, como planteaba Alfred Herrhausen en 1989, y la extensión de créditos de largo plazo para el desarrollo industrial y científico, serían algunos de los primeros pasos indispensables para avanzar hacia la creación de una nueva arquitectura financiera, y el requisito para un nuevo paradigma cultural para toda la humanidad.

Los fundamentos para una nueva arquitectura financiera y económica global ya están bien establecidas, por medio de la creciente integración de Eurasia, la cooperación entre la Unión Económica Eurasiática, la Organización de Cooperación de Shangai, el BRICS, el ANSEA, y demás.

La iniciativa de China de «Una franja, una ruta», basado en el concepto original de Lyndon LaRouche y Helga Zepp-LaRouche de mediados de la década de 1990, del Puente Terrestre Eurasiático, es el principio en el que se fundamente este desarrollo de Eurasia y el potencial desarrollo a nivel global.

Como dijera una vez el Presidente de México, José López Portillo, «Ya es hora de escuchar las sabias palabras de Lyndon LaRouche».

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