¿Qué hay detrás del misterio de Henri de Toulouse-Lautrec?

No fue aceptado en el Salón de París pero él no se guió por los cánones del Impresionismo: la luz, el paisaje; él decide retratar la vida cotidiana que posteriormente será un boom en las siguientes generaciones en el siglo XX.

Por Irma Gallo

Ciudad de México, 26/10/16, (N22).- Nacido en Aibi, Francia, en noviembre de 1864, Henri de Toulouse-Lautrec fue hijo de una pareja de primos hermanos, por ello tuvo una enfermedad congénita llamada Picnodisostosis, condición que hace que los huesos no se desarrollen correctamente.

No creció más allá del metro con 52 centímetros y cuando fue adolescente se fracturó los dos fémures. Así fue la condición física de uno de los artistas más notables de finales del siglo XIX.

“Su vida fue complicada desde el nivel físico, esta enfermedad le acortó las piernas; además la sífilis, el alcoholismo, la neurosis, la depresión, son elementos que dan mucho pie al melodrama”, comentó José Antonio Valdés Peña, crítico de cine.

A diferencia de su padre, nunca fue atlético (y asociado a su impedimento físico) siempre se sintió un excluido del ambiente burgués en el que creció, por ello se mudó a París en 1882.

Una vez en la Ciudad Luz, Toulouse-Lautrec comenzó a formarse como pintor en el estudio de Léon Bonnat y posteriormente con Fernand Cormon. Ahí entró en contacto Louis Anquetin, Émile Bernard y Vincent van Gogh.

En esta etapa su obra estuvo marcada por el impresionismo, pero dos años después, en 1884, creó su propio taller en Montmartre y comenzó a frecuentar los cafés, circos, cabarets y burdeles de su nuevo barrio, lo que marcó, sin duda, su trabajo para siempre.

Toulouse vivió en la época del impresionismo, un movimiento que todavía no era muy aceptado. Cuando se trasladó a París vivió en el mismo edificio que Van Gogh.

“Pero también conoció a Degas, y él fue una de sus máximas inspiraciones, y decidió seguir esa línea. Degas comenzó a ilustrar la vida cotidiana; Lautrec se va un poco más a las bailarinas de ballet y sigue su línea hasta crear su propia manufactura”.

 

Burdeles, outsiders y el celuloide

Fue en los cabarets y burdeles, donde Toulouse-Lautrec encontró su mayor inspiración: las bailarinas y prostitutas, esos seres excluidos igual que él, con los que se sentía como en casa.

“Él comenzó trabajando con el Moulin Rouge en 1889, y a partir de ahí es que él empieza a trabajar carteles y su producción sigue en los Café-concert como el Ambassador, Le Mirliton (donde trabaja con Aristide Bruant que es uno de sus amigos y con varias de las artistas mujeres, que se presentaban en estos lugares). Ahí conoció a La Goulue, una de las primeras bailarinas. Ella era una lavandera de París en aquella época que se hizo famosa con este baile del Cancán. Incluso ella, cuando alcanza relativa fama decide abrir su propia compañía, no le va muy bien y termina en la pobreza extrema, falleciendo en 1929”.

Pero el espectáculo tenía que continuar y fue como Jane Arvil sustituye a la Goulue en el Moulin Rouge y Toulouse también la retrata.

“Jane Avril fue también una bailarina de Cancán que tuvo una vida complicada: su padre no estuvo con ella en su infancia, era alcohólico y a ella la recluyen también en un hospital psiquiátrico y ahí es donde empieza a bailar para sus compañeras y cuando sale se le incluye en el Moulin Rouge y también se hace famosa, y fue muy amiga de Toulouse-Lautrec. Incluso hay fotografías de él que se disfraza con el atuendo característico de Jane Avril”.

A propósito de los cabarets, el séptimo arte se ha regodeado con la representación del personaje, atormentado pero igualmente hedonista, en filmes como Lautrec de Roger Planchon, Moulin Rouge de John Houston y Moulin Rouge de Baz Luhrmann.

“El melodrama, en el cine, sabemos que es uno de los géneros más socorridos y más gustados por el gran público, entonces la vida de Toulouse-Lautrec te puede llevar como a dos extremos: o a tratarlo en una forma miserabilísima, dramática, de un personaje que nunca se pudo relacionar realmente con el mundo y que sufría horriblemente o el otro extremo, que es el Toulouse-Lautrec de los excesos, de casi un comportamiento suicida”.



Del goce y sus consecuencias

“Él trabajó un periodo de 10 años; su carrera artística fue muy corta porque él se introdujo en el París bohemio que incluye las fiestas, mujeres, absenta (bebida de ajenjo que a él le gustaba) y que todo esto ocasionó que al final de su vida su carrera haya sido muy corta pero prolífica, precisamente porque al estar trabajando con los diversos cabarets, los diversos cafés concerts de París, le dio muchísima fama”, añadió Helena Rangel, historiadora del arte y editora del catálogo El París de Toulouse Lautrec. Impresos  y  carteles  del  MoMA.

Antes de que agonizara el siglo XIX, los excesos terminaron por cobrarle la factura a Toulouse-Lautrec. Para 1899, su madre, que nunca lo abandonó, se vio forzada a internarle en un sanatorio para intentar solucionar sus problemas de alcoholismo.

“Él tiene varios delirium tremens. Uno de los episodios es que está en su cuarto y de repente siente que salen un montón de arañas y él empieza a dispararles, obviamente no había nada pero digamos que se cree que es por toda esta absenta (la absenta es como alucinógeno) y también por las enfermedades como la sífilis”.

Al final de su vida, después de que pasan los delirios, lo internan en un hospital psiquiátrico pero él sigue trabajando carteles. “Incluso le pide a uno de sus amigos más cercanos que le lleve las herramientas necesarias para que él siga imprimiendo carteles y al final su vida termina muy rápido”.






Fama póstuma

Aunque Lautrec vendía con regularidad dibujos a diversas revistas y periódicos, ilustraba libros y realizaba litografías para los locales que frecuentaba, en vida nunca fue famoso. No fue aceptado en el Salón de París pero él no se guió por los cánones del Impresionismo: la luz, el paisaje; él decide retratar la vida cotidiana que posteriormente será un boom en las siguientes generaciones en el siglo XX.

Henri de Toulouse-Lautrec murió en 1901 después de sufrir una apoplejía cuando aún no cumplía los 37 años de edad.

Dejó una obra muy vasta que ahora los mexicanos pudimos disfrutar en el Palacio de Bellas Artes con la exposición El París de Toulouse Lautrec. Impresos  y  carteles  del  MoMA.

Además, la muestra incluye una lista en Spotify curada por Susana Zavaleta que nos acompañará en el recorrido con la música que muy probablemente marcó estos ambientes bohemios en los que el singular artista creó la mayor parte de su producción.
La exposición se encontrará en el Palacio de Bellas Artes hasta el 27 de noviembre.

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