Estados Unidos y la ley de salud, ¿quién pensó que sería tan complicado?

Por Martha Andrés

Washington, 9 mar (PL) El proyecto de ley con el que los republicanos de Estados Unidos pretenden reemplazar el Obamacare tiene hoy el contradictorio efecto de generar críticas tanto de los demócratas como de los miembros más conservadores del partido rojo.
Dos documentos integran la propuesta divulgada hace tres días por el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes, los cuales recibieron este jueves el aval del Comité de Medios y Arbitrios de esa instancia legislativa.
La iniciativa, bautizada como Ley Norteamericana de Cuidado de la Salud, desmantela aspectos centrales de la actual norma como los subsidios para ayudar a los más necesitados a comprar cobertura, la expansión del programa Medicaid, y los mandatos para que todas las personas tengan seguro.
En lugar de esos aspectos, los republicanos pondrían en marcha un nuevo mecanismo centrado en créditos fiscales que irían desde dos mil hasta cuatro mil dólares al año, y proporcionarían menos ayuda financiera a las personas de bajos ingresos y a los adultos mayores.
Para varios expertos, esta reestructuración del Medicaid -programa dirigido a ciudadanos de bajos ingresos como niños, ancianos y discapacitados- podría resultar en que millones de personas pierdan el acceso a un seguro obtenido bajo el Obamacare.
Al mismo tiempo, se mantiene en gran medida la protección para quienes tienen condiciones médicas preexistentes, pero se permite a las aseguradoras cobrar primas más altas a aquellos que dejaron caducar su cobertura.
Tras anunciarse el proyecto para derogar y reemplazar la Ley de Cuidado de Salud Asequible, aprobada durante la administración de Barack Obama (2009-2017), la administración del presidente Donald Trump se apresuró en darle su respaldo y en recordar la insostenibilidad del Obamacare.
Esa postura resultó más que esperada si se toma en cuenta que la eliminación de la actual normativa de salud es una de las principales promesas de campaña del mandatario, sobre la cual insistió en su discurso ante el Congreso, el pasado 28 de febrero.
Sin embargo, desde su aparición la propuesta generó más reacciones adversas de las esperadas, pues mientras la oposición demócrata era un factor seguro, eran menos previsibles las diferencias de criterio entre los propios integrantes del Partido Republicano.
Las críticas contra la iniciativa, por supuesto, no tienen las mismas motivaciones, pues los demócratas la calificaron como un regalo a los ricos con el cual se les quitará el seguro a millones de personas.
Nancy Pelosi, líder de la minoría de la formación azul en la Cámara, consideró que la propuesta es destructiva al centrarse en el uno por ciento más acaudalado del país a costa de las familias trabajadoras.
Opiniones similares expresaron grupos de la industria sanitaria como la Asociación Médica Norteamericana, la Asociación Norteamericana de Hospitales (AHA, por sus siglas en inglés) y la AARP, una organización que defiende los derechos de los adultos mayores.
Tales instituciones, cuyo apoyo fue clave hace siete años para avalar el Obamacare, sostuvieron que los recortes en el Medicaid y otros programas dejarán desprotegidos a muchos pacientes.
A su vez, las condenas de las facciones republicanas más conservadoras vienen dadas porque consideran que el proyecto no va lo suficientemente lejos, ya que desde su punto de vista mantiene la injerencia del Gobierno federal en el mercado privado de seguros.
Nombres como Trumpcare o Omabacare 2.0 son empleados para mostrar que esa parte del partido rojo ve la iniciativa como una versión ligera de la ley de salud existente.
Una de las figuras más negadas a aceptar este reemplazo es Rand Paul, senador por Kentucky, quien dijo en Twitter que ni él ni otros legisladores votarán a favor de los documentos del modo en que están redactados ahora, e instaron a los miembros de la Cámara a hacer lo mismo.
El senador Mike Lee, de Utah, también señaló que esa no era la iniciativa que estaban esperando, un reclamo al que se sumaron grupos conservadores como el Club por el Crecimiento, Acción del Legado por Estados Unidos y Estadounidenses para la Prosperidad.
Para el diario The Washington Post, el bombardeo de críticas evidencia cuán agobiante es el terreno de la política de salud y refleja una reacción provocada, en parte, por la vertiginosa velocidad con la que los líderes republicanos tratan de impulsar la normativa.
Los escollos previstos e inesperados, que según reconoció Trump, deberán ser mayores en el Senado, no le dan grandes señales de éxito al proyecto, o al menos auguran jornadas maratónicas de discusiones en el Congreso.
Eso parece demostrar, como reconoció el propio mandatario en un encuentro con gobernadores, que el tema del cuidado de salud era increíblemente complejo. «Nadie sabía que podía ser tan complicado», manifestó.

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