El café, 269 años con los cubanos

Café

Por Roberto Salomón*

La Habana (PL) Incrementar los rendimientos agrícolas, diversificar la oferta e incorporar mayor valor agregado  a los productos, constituyen elementos clave de la estrategia de desarrollo cafetalero en Cuba.
El país necesita aumentar las exportaciones de sus rubros tradicionales, entre ellos el café, cuyo potencial productivo es mucho mayor que las cantidades que se cosechan anualmente, cerca de siete mil toneladas.
Entrevistado por Prensa Latina, el director adjunto del Instituto de Investigaciones Agroforestales, Pedro Pablo Franqui, suministró datos sobre la historia del café en esta isla, donde fue introducido en 1748, así como de las proyecciones investigativas sobre el cultivo.
ALGUNOS ANTECEDENTES
La economía de este país dependió en los dos últimos siglos de una trilogía de cultivos  que marcó en gran medida la identidad y el sello de lo cubano: un representante de América llamado tabaco; uno asiático de gran dulzura, la caña de azúcar; y uno africano, de Etiopía, el café.
Según especialistas, este último es de larga vida y necesita el clima suave de las montañas, además «le gusta asociarse» con otras plantas para que le prodiguen sombra o den alimentos y madera.
Entre el cafeto y el caficultor se establece una relación «hijo-padre» por las exigencias de este cultivo, que establece un contacto continuo y hace de ellos dos unidades complementarias.
Su historia en Cuba está jalonada por la llegada de inmigrantes franceses procedentes de varios lugares, fundamentalmente de Haití.
Esta inmigración, que llegó a la isla en oleadas o en forma individual, se dedicó fundamentalmente a la caficultura y también a otros cultivos y actividades, lo que produjo un gran impacto en lo relacionado con el aromático grano, la economía y en la cultura en general.
Cabe destacar que las tecnologías agrícola e industrial y la organización de la producción cafetalera que introdujeron en Cuba los inmigrantes, persisten  hasta nuestros días y en alguna medida son la base del desarrollo científico-técnico actual.
La  producción cafetalera y su declinación, estuvo jalonada entonces  por acontecimientos históricos, entre ellos la revolución francesa en 1789, la sublevación de los esclavos en Haití, en 1791, y la posterior conversión de Cuba en principal exportador del grano, tras la llegada de inmigrantes de Francia y de Haití.
El cafetal constituía para estos una unidad agroindustrial y prácticamente autosuficiente en el sentido alimentario, y en esas áreas estaban presentes  especies vegetales y animales, como limonero, cocotero, naranjo, palma real, caimito, plátano, frutales, maíz, yuca, pimienta picante, gallinas, patos, gansos, pavos, ovejas, cabras, cerdos, vacas lecheras, bueyes y  caballos.
Tal inmigración también trajo consigo su tecnología de cultivo. Algunas de las prácticas sobre la forma de plantación y de recolección y protección del suelo, e incluso del proceso de beneficio e industrial  aún se mantienen.
FLUCTUACIûN PRODUCTIVA
La historia del café en esta isla, desde su introducción  hasta 1958, está caracterizada por grandes fluctuaciones que van desde ser el principal exportador a Europa, con 29 mil 500 toneladas en 1833, hasta convertirse el país en 1920 en importador (más de 20 mil toneladas).
Al concluir 1958 la producción estaba diseminada en 29 mil familias, asociadas conjuntamente a 168 mil 600 hectáreas, para un promedio de 5,8 hectáreas por familia.
Las transformaciones económico-sociales que tuvieron lugar  tras el triunfo de la Revolución, provocaron una disminución de la población de las zonas montañosas, que emigró al llano, donde se abrieron nuevas fuentes de trabajo y posibilidades de estudio para las generaciones más jóvenes.
Tal situación influyó en el debilitamiento de la atención a las plantaciones, el envejecimiento de las áreas sin que se llevase a cabo una adecuada reposición, y deficiencias en la cosecha por insuficiente mano de obra.
Lo anterior, unido a los efectos del ciclón Flora en 1963 en las principales áreas cafetaleras, sequías prolongadas y otros factores, constituyó un serio obstáculo al desarrollo de este cultivo.
Fue así que en 1978 se iniciaron medidas tendientes a la recuperación de ese rubro, que  posibilitaron cinco años después producciones promedio de unas 23 mil toneladas del grano anualmente y un incremento del 24,5 por ciento respecto del quinquenio  1976/80.
El advenimiento de la crisis económica que sobrevino al país con la desaparición del campo socialista europeo y de la Unión Soviética, principales socios comerciales entonces, detuvieron programas de fomento de cultivo y otras inversiones.
Es necesario señalar que el café ha representado una importante fuente de divisas para el país, particularmente en la etapa de 1970-1986, en que se exportó un promedio anual de 10 mil toneladas, el doble que en 1959.
También influyeron en ello las estaciones experimentales e instituciones de investigación creadas, así como la  formación de un alto potencial científico.
Es así que hoy se cuenta con 18 doctores en ciencias, 48 máster y 72 investigadores, así como que el 70 por ciento de los trabajadores del Instituto de Investigaciones Agroforestales está directamente vinculado a la actividad científica y la fortalecimiento de la capacitación de la fuerza productiva.
El Instituto, cuya misión es proveer la base científica que garantice el cumplimiento agroproductivo en las cadenas de café, cacao y otros cultivos, tiene como fortaleza sus nueve estaciones agroforestales territoriales integrales, situadas en ligares estratégicos con vistas a coadyuvar a la elevación de los rendimientos agrícolas del cultivo, actualmente por debajo de la media mundial de una tonelada de café por hectárea.

*Periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina

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