Solapar las malas conductas

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Hace aproximadamente unos cinco años se había aprobado una medida más que recaudatoria, se encontraba bien fundamentada para la seguridad de los ciudadanos.

La multa para los dueños de unidades que trajeran los vidrios polarizados, siempre y cuando estos no viniera de fábrica, es decir, dentro de la misma factura del vehículo nuevo, siendo este como una característica del mismo.

Hace cinco años dicha medida fue una molestia e inconformidad para todo aquel vehículo que había mandado polarizar para minimizar el calor dentro de los coches.

Su razón de ser es más que obvia y clara. Es una medida tomada por normativa de seguridad para la integridad de la misma ciudadanía. Es bueno que se haga respetar el Reglamento de Tránsito y aunque no fue una medida fácil en su tiempo, era necesario que se hiciera cumplir.

Pero no es la única normativa de seguridad dentro del Reglamento de Tránsito, evidentemente existen otras, pero obviamente la mayor parte de los conductores no lee bien el Reglamento de Tránsito, pero ignorantes de ellas no significa que no existan.

Solo por mencionar todo aquel vehículo que no reúne las características mínimas como son el laminado o placas, comenzando desde ahí están al margen de la ley, y no se diga aquellos conocidos como los “coches chocolates”.

Sobre este punto en especial tanto los ciudadanos, pero también, así como las mismas autoridades existe una gran preocupación en el rubro de seguridad. Pero existen vicios que año tras año se han dejado pasar que al día de hoy ya se considera como algo cotidiano.

Durante todos estos años al parecer o al menos oficialmente no se ha registrado un accidente serio de transporte escolar; es decir, sí hay accidentes; cosas menores como un rozón, o leves golpes como los famosos besitos o “kikos” de defensas, pero nada grave donde salgan lesionados o daños materiales cuantiosos.

La ausencia de accidentes no es sinónimo de que todo anda bien, sin embargo, esto no significa que no lo habrá. Las unidades de transporte escolar carecen de cinturones de seguridad, asientos hechizos rebasando el límite de ocupantes de la unidad de transporte, no portan el equipamiento de primeros auxilios y menos se preocupan por las señales de seguridad.

Siguen siendo unidades “chocolates” o camionetas chatarras que datan de modelos que pertenecen a una reliquia de los años 1970 a 1980 que nada más son pintadas y que muchos de ellos ni cumplen con las normativas de un vehículo que no debería de circular por el simple hecho de no contar con la goma de verificación vehicular o mucho menos placas para circular.

Ahí está el Reglamento de Tránsito y Transporte, pero muy lejos de hacer cumplir la ley de tránsito por que siempre va por delante otro tipo de demanda, menos la de velar por la seguridad de los niños.

Son muchos los intereses y la gran competencia porque entre la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y Unión de Permisionarios de Transporte Escolar de Saltillo (UPTESAC), cualquier actuación por parte de las autoridades o aumento de pasajes, estos organismos empiezan hacer todo un alboroto y el conocido ritual de bloqueos de calles o posarse frente a la presidencia o al Palacio Rosa.

Ante esto, la autoridad debe ser tolerante. Ello implica solapar malas condiciones de las unidades, incumplimiento del Reglamento de Tránsito, y de unidades viejas que deberían por sus condiciones cambiarse por unas nuevas.

Si bien es cierto que hay cosas buenas como el hecho de que los niños sean recogidos de largas distancias hasta la puerta de su casa para llegar a tiempo a sus escuelas y esto no representa tampoco un distractor para que los padres de familia que entren a laborar antes de las ocho se les complique la vida.

Los agremiados y privados del transporte escolar siempre argumentarán que operan como una empresa privada con muchas “regulaciones” pero con pocas ganancias.

Lo que sí es una realidad es que el servicio no mejorará en tanto las autoridades no se pongan estrictos, por otro lado, los padres de familia no reconozcan las necesidades de pagar un poquito más para tener más y mejores transportes para sus hijos y por último que los transportistas vean que es un ganar; ganar. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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